País Irene Cañas, presidenta del instituto Costarricense de Electricidad

“El ICE no está en quiebra, tenemos ingresos que superan los gastos”

Los números rojos son preocupantes, pero atendibles, dice la jerarca que intenta implementar estrategias para atender las nuevas condiciones del mercado eléctrico.

Su nombramiento fue una sorpresa. Más allá de ser la primera mujer a cargo del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), el rostro de Irene Cañas se alejaba de los viejos lobos que tradicionalmente se designaron para dirigir la mayor empresa energética del istmo y su currículo priorizaba temas distintos, como “transporte sostenible” y “fuentes renovables no convencionales”.

Seis meses después de su designación y de dejar el puesto de viceministra de Ambiente, la ingeniera civil Irene Cañas se presentaba en una conferencia de prensa para dar detalles, con la crudeza inusual de su cargo, sobre el estado financiero del ICE y anunciar –además– el cierre del megaproyecto hidroeléctrico El Diquís, arrastrado por años en medio de polémicas ambientales y sociales. Los tiempos han cambiado y Cañas parece –precisamente– una amazona del cambio.

Las reacciones a esa alta dosis de sinceridad fueron inmediatas en el contexto actual de aprietos financieros del Gobierno. Las pasiones en torno al ICE volvieron a activarse. La entidad vuelve a ser un terreno de pulsos administrativos, políticos y, claro, ideológicos. El ICE está cambiando de nuevo.

¿Por qué el viraje tan fuerte en el ICE?

–Siendo viceministra, en Minae se me encargó el proceso de la OCDE en lo ambiental. Tuve que estudiar mucho y ese camino me ayudó a entender que entremos o no es ganancia tomar esas buenas prácticas. Cuando ingreso (al ICE) veo que el reto está en medio camino y estudio las prácticas OCDE para empresas públicas, y sobresale el capítulo de rendición de cuentas y transparencia ante el Gobierno y ante la ciudadanía… Veo que desde hace tiempo no se tiene ese acercamiento. Yo dije que es un momento para empezar en ese camino desde una empresa tan importante como esta.

Todo viene de antes de su nombramiento.

–Un primer paso fue haber sido viceministra de Energía. En esos cuatro años tuve la oportunidad de estar de cerca del ICE. Yo trabajé muy cerca del ministro y fui su mano derecha en temas de energía. La ley 8660 dice que el ICE debe rendir cuentas al Consejo de Gobierno. Me correspondió revisar los informes y me quedaba la impresión de que muchas cosas se podían hacer nuevas y de ese tema se alertó al ICE. Sabíamos que estábamos a la vuelta de esquina de una disrupción tecnológica.

¿Dice que Zapote sí sabía qué pasaba aquí?

–Uno sabe qué sucede pero no la letra menuda. Cuando acepté el reto me preguntaban si sabía en qué me estaba metiendo; sin embargo, sí había detalles administrativos que vine a conocer estando adentro. El ICE tiene autonomía administrativa; la rectoría es de línea, de norte. Es muy diferente ese acompañamiento que estar dentro y lidiar con el día a día.

¿Qué se encontró aquí?

–Me encontré a un ICE con cambios que estaban en proceso, a medio palo. Cambios que, por mi estilo, habría hecho diferente. Por ejemplo, el PMAF (Plan de Modernización Administrativa Financiera), que es un software que suministra una empresa prestigiosa y que era un cambio radical, ha causado dolores de cabeza a mucha gente porque fue muy abrupto.

Cuando usted ve los números y le indican pérdidas por ₡314.000 millones y $146 millones de Diquís… ¿qué pensó? ¿Se podía mantener la calma?

–Cuando me presentan los números trato de analizar cuánto representa y que es un hecho relevante en la contabilidad. Analizamos otros rubros; uno de los rubros más importantes son las fluctuaciones cambiarias. Eso definitivamente va a pesar en el ICE. Hemos tratado de colonizar parte de la deuda, pero no podemos toda; por eso estamos trabajando ahora en reingeniería financiera para saber cómo queda la deuda, en cuál moneda, cuántas reservas y las coberturas.

¿Los ₡314.000 millones son una diferencia entre gasto e ingresos en un año o es un asunto contable?

–Es meramente contable, porque entraron a jugar distintas variables. Ese número es el consolidado y cada negocio tiene sus particularidades. En electricidad, el rubro mayor, dependemos de las tarifas y las reglas que nos ponga Aresep. Sí tenemos ingresos mayores a los gastos; sin embargo, hubieran sido mayores si hubiéramos tenido el reconocimiento de Aresep al pago a los generadores privados, las importaciones y la generación térmica. La metodología tarifaria que rige desde 2015 es complicada, porque es posterior a todos los pagos, casi que sobre factura. Este año tuvimos la salida de Reventazón y eso nos llevó a tener que importar más y generar más con térmica, pero ya estaba previsto.

¿Entonces cómo andan los ingresos versus gastos?

–Sí tenemos ingresos para cubrir los gastos, pero hoy por hoy la carga financiera es bastante alta por las fluctuaciones bancarias. Es un endeudamiento de 41% para el sector no es alto; estamos en el margen normal de una empresa energética y 4 puntos porcentuales por debajo de lo que nos permite la ley. Del déficit, el 45% obedece a fluctuaciones cambiarias y otro porcentaje importante a Diquís. Esos dos rubros no representan flujo de efectivo y no es que algo que debamos pagar en este momento ni el 31 de diciembre. Lo de Diquís se pagó hace años y las fluctuaciones se pagarán dentro de muchos años.

Pero la imagen que da es que el negocio va de cabeza.

–Todo se analizó, ya tuvimos acercamientos con los bancos y sí tiene soluciones; hay varias maneras de hacer una reingeniería. El ICE no está en quiebra, tenemos ingresos que superan los gastos; el tema es la deuda y haber pasado el gasto de Diquís. El reto no es solo del ICE, es la necesidad de reinventarnos. La disrupción tecnológica nos dice que debemos ir más rápido con redes inteligentes, transportes eléctricos, convergencia entre energía y telecomunicaciones, y tener esos dos negocios es una gran ventaja. No estamos en quiebra, es un evento puntual para seguir siendo ese pilar en el desarrollo del país en esta era digital de ciudades inteligentes. Fuimos pioneros hace muchos años en llevar electricidad a todo lado con fuentes renovables y teléfonos a cada rincón; ahora el reto es diferente.

Vimos que cámaras de empresas aplaudieron la nueva posición del ICE y eso casi nunca ocurre…

–Todo en la vida siempre genera reacciones en un lado u otro. Siempre habrá decisiones del agrado de algunos y no de otros. Se valoraron todas las aristas y sí había gran disposición de dar ese paso de transparencia. Cuando hablamos de reinventar el ICE no me gusta hablar de si sobra gente; debemos ser resilientes y aprender a cambiar y readecuarnos. El gran reto es saber en qué capacitar a mi gente y cómo logro que cambie dos o tres décadas después de hacer una actividad.

Alguien lo entendería de una manera más grosera: “están buscándole qué hacer a los empleados del ICE”.

–Eso no fue lo que dije. El reto es que cada día debemos trabajar más juntos. Ahora muchas opciones de mejorar lo que puedo hacer en telecomunicaciones o energía y puede haber escasez de técnicos en un momento u otro.

Pero hay perfiles básicos, ¿no?

–A veces sí y otros retos son mayores. Tanto en energía como en telecomunicaciones, por ejemplo, se alborotan las averías en la época lluviosa y necesito un pico de personal. Es saber dónde tener gente y en qué momento, por eso hablo de ser resilientes.

¿El personal del ICE es resiliente?

–Como todo en la vida, hay de todo. Hay algunos más flexibles.

¿Debe el ICE deshacerse de actividades?

–Hay unas que por ley debemos continuar abasteciendo. Por ley al ICE se le dejó monopolio de telefonía fija y no se hablaba de IP, que hoy compite con la móvil. Hoy tenemos una red de cobre que esa sí no genera los ingresos del costo que tiene. Hemos tratado de migrar rápido de fibra para que un día podamos bajar el switch y dejar de pagar eso, pero aún faltan unos cuántos años. No descarto un acercamiento con la Sutel para buscar una solución a esto, porque no es justo que carguemos con esa responsabilidad y tengamos a la competencia ofreciendo un servicio que al final sí está compitiendo con la telefonía fija.

Pasamos a Diquís. ¿Las razones fueron ambientales o financieras?

–Ninguna de las anteriores. La planificación eléctrica es dinámica y se revisa cada dos años en patrones de consumo, industria, políticas de ahorro… Tenemos un marco normativo que son parches: la ley que nos crea nos dice que somos los responsables de abastecer, otra ley que faculta a cooperativas y municipalidades para generar lo suyo y luego la ley de generación privada. Hay que consultar a otros actores qué proyectos tienen y ver si al final los desarrollan por uno u otro motivo. Históricamente el ICE siempre ha tenido que tener planes B. Con Diquís aparecía que debía estar en el 2016, en el 2018… y se ha venido corriendo en el tiempo. En el año pasado se concretaron varios proyectos de generación privada, principalmente eólicos e hídricos pequeños y llegamos a tener casi 500 Mw de capacidad instalada, y se suma a 300 Mw de Reventazón.

Pero El Diquís seguía viéndose como necesario hasta hace poco.

–Ahora volvimos a correr el programa de planificación y vemos que la demanda eléctrica ya no crece a 5% sino a menos del 1%… y Diquís ya no aparece en el 2012, ni 2013,  ni 2030, ni 2035. Yo podría construirlo, pero esa energía no se va a consumir, porque no tenemos la demanda creciendo a esa tasa. No es una decisión financiera ni ambiental, sino que es una decisión técnica de la demanda que está teniendo el país. Por eso usamos el término “suspensión indefinida”, porque puede haber políticas en el futuro que logren atraer industrias electrointensivas o que logremos una penetración grandísima de transporte eléctrico. Sin embargo, no sabemos si va a ser Diquís o va a ser otro proyecto.

Hoy (miércoles 6 de noviembre) se firmó el decreto para exonerar carros eléctricos usados como una forma de promover su uso en el país. ¿Prevén la posibilidad de que la flota vehicular eléctrica deje de ser experimental y escale su consumo de energía?

–Sí está previsto, pero es que además está la generación distribuida que se aprobó en abril del 2017 y nos quedamos cortos con el impacto de esa normativa. Creció la generación distribuida y eso es menos consumo para las empresas distribuidoras. Son varios factores mezclados en el corto plazo que al final inciden en el comportamiento de la demanda en el país.

¿Tiene el sistema la capacidad de absorber los vehículos eléctricos?

–Sí tiene la capacidad con lo que hay en este momento.

¿Es firme esa energía?

–Hemos tenido Arenal como la batería pero se nos quedó corta en un momento. Reventazón nos da margen de almacenamiento. También tenemos térmicas que tienen esa función de respaldo…

Térmicas…

–Sí, estamos de acuerdo… sin embargo, sabemos que así como la tecnología de paneles solares caminó de manera muy rápida y llegó en menos de cinco años a un precio muy competitivo, lo mismo va a suceder con las baterías de almacenamiento. Otro tema que tenemos es el desarrollo del recurso geotérmico, que es la única fuente que no depende del clima; es una energía firme. Lo que sí vemos en mediano plazo es el desarrollo de Borinquen 1 y 2, que ya tienen financiamiento y estudios y aportarán al país esa firmeza. En este momento con lo que tenemos de Arenal, Reventazón y Pirrís es suficiente para la energía variable que tenemos.

¿Cómo lo saben?

–El comportamiento de la demanda, la capacidad instalada, más lo que sabemos que evolucionará la tecnología de almacenamiento… podemos tener tranquilidad en los próximos años. Vamos a aprovechar justamente ese margen de tranquilidad para enfocarnos en la parte financiera y ver qué reingeniería financiera podemos hacer.

El comparativo de generación estatal y privada en CA)?y es cercano 20%-80%, pero en Costa Rica casi se invierte ¿Vamos a una mayor generación en manos privadas y menor generación estatal?

–Eh, en realidad no me atrevería a decir que ese es el comportamiento, y voy a explicar por qué. En 2015, cuando la CGR emitió un estudio sobre planificación e hicieron varias recomendaciones, hicimos una propuesta que planteaba que lo más sano es entrar a analizar por igual todos los proyectos energéticos y que se desarrolle el proyecto que sea óptimo para el sistema. Ahora, al tener este marco jurídico de parques no se está haciendo ese análisis integral del sistema eléctrico nacional. Hoy tenemos proyectos que se han desarrollado y no eran lo óptimo para el sistema. Esa es una tarea que el Minae tiene en camino. Si logramos tener toda esta información en la planificación se hará el mejor proyecto, sea de quien sea, de una cooperativa, del ICE o de un privado.

¿No es objetivo mantener esa gran mayoría de generación en manos del Estado?

–En realidad, el objetivo para el que fuimos creados es suministrar la energía y de la manera más eficiente. La responsabilidad en dar el abastecimiento, perfecto, pero creo que no han ayudado esos parches de leyes. Hay que optimizar todo para tener el mejor precio al usuario final.

¿Llegaremos en algún momento a romper el monopolio de energía?

–No lo sé. Eso tiene que pasar por Cuesta de Moras.

Pero tendrá usted una opinión.

–La opinión que tengo yo, y se la he dicho a varios inversionistas, es que si el modelo ha logrado lo que muchos países no tienen, ¿para qué desbaratarlo? Yo no le encuentro sentido a eso. Díganme qué país de Latinoamérica tiene 100% de cobertura con energía renovable.

Con ese argumento, también seguiríamos apostando por energía hidroeléctrica y ya vemos que no. Por eso le pregunto si con las nuevas condiciones se justificaría abrir el monopolio que quieren algunos sectores.

–No me atrevo a responder porque eso debe pasar por toda una reforma de ley. Yo no lo promovería. Considero que hoy por hoy el esquema funciona y con las buenas prácticas de OCDE es la mejor combinación. Cuando yo empecé a estudiar la OCDE vi que lo primero es cuestionarse para qué el Estado quiere mantener una empresa pública, y es porque es estratégica para el desarrollo del país. Pero el Gobierno debe vigilar la eficiencia de esa empresa pública.

¿Tiene el apoyo completo del presidente Alvarado?

–Sí, totalmente. Me confieso con él con regularidad. La conexión debe ser constante. Estoy totalmente de acuerdo con la autonomía administrativa, pero el ICE es un elemento más en un engranaje y una de las cosas fundamentales es coordinar con el resto del sector público. Hace unos años decíamos que el transporte no era tema del ICE, pero ahora vemos que el transporte eléctrico sí es mi tema y que me tengo que sentar con Incofer y con el MOPT para impulsar ese cambio.

¿Cree que debe el ICE ser el brazo constructor del Estado?

–El ICE tiene la capacidad para construir obra pública, aunque este es un concepto muy amplio. Hemos colaborado con Minae en Manuel Antonio para no tener problemas en salud. También en el Hospital de Niños, el Teatro Nacional… Hay temas estratégicos porque hay un plazo que cumplir y no conviene seguir toda la tramitología de licitación pública. Si no fuera por nosotros, Manuel Antonio estaría cerrado. Habrá momentos en que el ICE es estratégico. La labor después de las tormentas Otto y Nate fue muy positiva en tiempo, calidad y precio. No quiero entrar en competencia con el sector privado, yo creo que el pastel alcanza para todos, sencillamente tenemos que ponernos la camiseta del desarrollo del país. Si ante un desastre natural el ICE tiene cómo aportar, lo haremos.

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