País

Dos síntomas más en el declive de los partidos políticos

A casi un año de la nueva campaña electoral, la encuesta CIEP-UCR confirma la tendencia del siglo XXI al señalar que 83% de la población se declara alejada de las agrupaciones, pero hay condiciones nuevas: el histórico PLN ya no es el favorito y ahora “es moda” repudiar a esos partidos que son indispensables para elegir cargos públicos.

Desde hace años se sabía que la población costarricense ya no se sentía entusiasmada con las fuerzas del bipartidismo del siglo XX y además quedó claro que tampoco hubo mucha fidelidad con el PAC al erigirse como “tercera vía”.

Factores generacionales y culturales, así como grandes decepciones, fueron restando el valor de los partidos que han gobernado el país en las últimas décadas, aunque los estudiosos advirtieron que el rechazo no era tan focalizado, sino que el concepto de “partido político” iba cayendo en desgracia en el gusto popular, sin importar tanto el color de la bandera y menos aún su ideología.

El desgaste de los partidos en el nuevo siglo parecía alarmante cuando en 2014 se identificó que sólo un terció de la ciudadanía simpatizaba con alguna agrupación, pero la tendencia creció hasta que ya era sólo una quinta parte, y no se detiene.

La encuesta más reciente del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) señala que el 83% de las personas se declara alejado de los partidos políticos, a pesar de que por ley son indispensables para la elección del presidente, diputados, alcaldes, regidores o síndicos.

Que sólo 17% de los encuestados dijera “sí” a la pregunta sobre vínculos con partidos ya no es de sorprender, aunque el escenario ahora, a casi un año del inicio de la campaña para 2026, sí ofrece condiciones novedosas.

Lo primero es medible con un dato: el histórico Partido Liberación Nacional (PLN) aparece por primera vez desplazado de primer lugar en preferencia dentro de ese minoritario porcentaje de personas que sí tienen simpatías partidarias.

Según el estudio de opinión, sólo 29% de los que tienen relación con partidos apuntan al PLN como favorito. Esto equivale a solo 5 de cada 100 personas ciudadanas del país, según la muestra estadística utilizada.

¿Quién aparece en primer lugar? Es el Partido Progreso Social Democrático, con 39% de las simpatías, lo que equivale a 6,6 personas por cada 100 encuestadas. Aquí la pregunta no resuelta es cuánto de ese caudal podría corresponder en realidad a seguidores del presidente Rodrigo Chaves, pues esa fue la agrupación con la que compitió en las elecciones del 2022, pero después se peleó con los dirigentes y ahora no hay una divisa certera que represente al “chavismo”.

Es 54% de la población el que aprueba al presidente Rodrigo Chaves, pero además de que por ley no puede ondear ninguna bandera, sus referentes no lograron posicionar con éxito un partido “chavista” en las elecciones municipales y aún ahora no está claro cuál sería, a pesar de que un grupo no precisado de la población aún lo relaciona con el Partido Progreso Social Democrático (PPSD).

Frente al bloque “chavista”, los partidos opositores aparecen erráticos y no surge en el panorama posibles nuevos liderazgos o candidaturas capaces de aglutinar a grupos de la población insatisfechos o enojados con el gobierno actual.

La nueva normalidad

Lo que sí tiene que ver con Chaves es el otro factor que se convierte en novedoso dentro del cuadro de crisis de los partidos políticos: un discurso claro en contra de las agrupaciones tradicionales e incluso de los partidos del nuevo siglo que hacen de opositores, sea desde la Asamblea Legislativa o desde fuera, como ocurre con el PAC.

“Ahora es moda”, advierte Rotsay Rosales, investigador del Observatorio de la Política Nacional (OPNA) de la UCR y estudioso de los partidos políticos como instituciones.

“Los liderazgos políticos leen los datos y se dan cuenta de que pueden obtener réditos al adoptar narrativas confrontativas, aunque sean meramente retóricas, contra estructuras que la población señala como vetustas”, dijo Rosales apuntando a varios casos, pero con especial relevancia en el discurso del presidente Rodrigo Chaves. “Se ve cómo se van acomodando las posiciones que antes eran contestatarias y atípicas, pero que ahora normalizan y se capitaliza sobre ellas”.

Rosales incluso ve altamente posible que de cara a las elecciones del 2026 más voces políticas se levanten contra los partidos políticos, aunque sea dentro de la paradoja de tener que hacerlo como parte de ellos para lograr un cargo político. “Es esperable que más candidatos lo hagan sin medir consecuencias a mediano y largo plazo, por el resultado electoral inmediato y sacrificando la convivencia pacífica”, añade, en referencia a la necesidad de los partidos dentro de un sistema político funcional en democracia.

Esta tendencia conlleva una fuerte paradoja, pues en la última década ha habido una explosión de nuevos partidos a escala cantonal, provincial e incluso nacional, como el caso del PPSD que debutaba en 2022 y acabó en triunfo, al margen del discurso rupturista del candidato, del peso que tuvo la experiodista Pilar Cisneros (actual diputada) y del repudio de un sector de la población contra los partidos tradicionales.

“Parece contradictorio que ahora haya tantos partidos, casi 150 inscritos, aunque muchos son relativos y responden a lógicas personalistas, alrededor de un liderazgo. Está claro que un factor que los mantiene vivos, como respiración artificial, es la obligación de estar en un partido uno para postularse. Otro escenario sería si se habilita la libre postulación”, agrega Rosales.

“Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurrirán de la formación y manifestación de la voluntad popular y serán instrumentos fundamentales para la participación política”, dice el artículo 98 de la Constitución Política, base del Código Electoral que regula a los partidos como únicas plataformas para la participación electoral.

La diputada Cisneros, referente del movimiento pro Chaves, ha expresado el deseo de avanzar hacia la eliminación de obligatoriedad de partidos políticos, en lugar de proponer reformas para fortalecerlos.

“¿Por qué no pensamos en la inscripción independiente de un candidato? (…) Con eso obviamos de una vez el negocio que se ha convertido para algunos crear partidos políticos y luego ofrecerlos al mejor postor”, dijo en abril del 2023 aludiendo al fenómeno de “alquilar” agrupaciones.

Declaraciones como y la consistencia de datos estadísticos permiten a Rosales prever la continuidad del ambiente “antipartidos” y señalar que es “la nueva normalidad” política.

Por eso vería posible que haya propuestas para erosionar más a los partidos, dado el apoyo popular que podrían tener y vistas las experiencias de países vecinos, aunque también advirtió que los actores de poder tienden a mantener las reglas que les permitieron llegar a ese poder.

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