País ¿Pandemia o Sindemia?

Desigualdad agrava el impacto del COVID-19 en la gente

Según datos de la CCSS, al 1 de setiembre, un 40% de los pacientes hospitalizados en edad productiva se encontraban inactivos laboralmente y, al mismo tiempo, padecían de enfermedades crónicas.

En la propagación del SARS-CoV-2 a nivel mundial intervienen tanto factores biológicos como sociales, y la desigualdad no escapa de ello, es por esto que el COVID-19 realmente no es una pandemia, sino una sindemia.

Una sindemia se produce cuando coinciden dos o más epidemias en una geografía y un tiempo determinados, y comparten factores sociales.“Se caracterizan por interacciones biológicas y sociales entre condiciones y estados, interacciones que aumentan la susceptibilidad de una persona a sufrir daños o empeoran sus resultados de salud”, señaló en setiembre el editor de la revista The Lancet, Richard Horton.

De esta forma, la actual crisis sanitaria del COVID-19 se puede denominar como una sindemia, pues interactúa con enfermedades no transmisibles como la hipertensión, el cáncer, la diabetes, obesidad. Todo eso en un contexto de desigualdad socioeconómica de la que Costa Rica no es la excepción, al ser un país donde más del 40% de los pacientes hospitalizados en edad productiva están inactivos laboralmente y, al mismo tiempo, padecen de enfermedades crónicas.

El investigador del IICE, Leonardo Sánchez, comentó que, según el índice de pobreza multidimensional, un servicio esencial para enfrentar la pandemia —como lo es el agua— no está disponible para el 17,6% de los hogares pobres del país, alcanza un 30% en la región Brunca y un 27% en las regiones de Huetar Caribe y Huetar Norte. (Foto: Miriet Ábrego).

“En nuestro caso, hemos identificado cuáles son los grupos de más riesgo para COVID-19, y es la gente que está en inequidad social, por ejemplo: desempleada, con mayor pobreza, y eso va vinculado directamente a los que tienen una enfermedad crónica. Los más pobres son los que padecen más enfermedades crónicas”, aseguró la epidemióloga de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Guiselle Guzmán.

Pero, ¿cómo se comportan la diabetes, la hipertensión y la obesidad en el país? ¿Afecta el COVID-19 de forma desigual a la población? ¿Está abordando la Caja de forma adecuada la sindemia?

Panorama

De acuerdo con la Encuesta de Factores de Riesgo Cardiovascular de la CCSS (2018), un 32,4% de la población encuestada sabía que padecía de hipertensión; mientras que un 4,8% desconocía que tenía la enfermedad.

En el caso de la diabetes, la encuesta arrojó que el 10,9% de la población tenía diagnosticada la enfermedad y que un 3,9% ni siquiera sabía que la tenía.

Además, según datos de la CCSS (2018), 31,2% de la población padece de obesidad. “La obesidad es un factor de riesgo muy importante que va ligado a la pobreza y que, a su vez, está ligado con el grupo más vulnerable para COVID-19”, externó Guzmán.

Los pacientes que tienen estas enfermedades crónicas son los que, por lo general,  contraen el COVID-19 y llegan hasta una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) sin control de sus patologías o descompensados.

“Hay un gran porcentaje que no sabe que está enfermo, que no ha controlado su enfermedad crónica y que cuando llega a los servicios de salud los encontramos descompensados”, añadió Guzmán.

En el caso de los pacientes hospitalizados por COVID-19, los números presentan de forma clara la presencia de una sindemia en el país.

La gente que más se enfermó y murió por la enfermedad en los meses de julio, agosto e inicios de setiembre tenían determinantes sociales complicados.

Según datos de la CCSS, al 1 de setiembre anterior, un 43,3% de los pacientes hospitalizados en edad productiva —entre 20 y 59 años de edad— eran inactivos laboralmente.

De estos pacientes, 43,5% padecían de hipertensión, 44,4% de diabetes, y 46,1% de obesidad.

“Esa población no tiene posibilidad de acceder a un seguro de salud, por lo tanto no tiene acceso a un diagnóstico y tampoco tiene su enfermedad crónica controlada”, destacó Guzmán.

De acuerdo con el investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (UCR), Leonardo Sánchez, al contemplar la incidencia de pobreza multidimensional en la población —que realiza un recuento de las privaciones que tienen los hogares en diferentes aspectos de la calidad de vida— se notan condiciones complejas para afrontar la pandemia.

“En primer lugar, se tiene que de la población en condiciones de pobreza (257.724 hogares pobres) un 66,7% no cuenta con seguro de salud, alcanzando el 74% en regiones como la Chorotega, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (2020) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC)”, mencionó Sánchez.

El investigador agregó que, según el índice de pobreza multidimensional, un servicio esencial para enfrentar la pandemia, como lo es el agua, no está disponible para el 17,6% de los hogares pobres del país, cifra que alcanza un 30% en la región Brunca y un 27% en las regiones de Huetar Caribe y Huetar Norte.

Aunado a lo anterior, la incidencia del incumplimiento del pago del salario mínimo en estos hogares en condición de pobreza multidimensional se eleva a 26%, alcanzando el 29% en la región Central y el 30% en la región Pacífico Central.

Además, el incumplimiento de los derechos laborales alcanzó el 40% en estos hogares, con excepción de las regiones Brunca y Huetar Norte. A esto se suma que en términos de protección social, los hogares en condición de pobreza multidimensional enfrentan condiciones adversas como no contar con pensión; en el caso de los adultos mayores en el 10% de los casos.

“La gente que más se enfermó y murió por la enfermedad en los meses de julio, agosto e inicios de setiembre tenían determinantes sociales complicados. Estaban en zonas vulnerabilizadas, era gente en pobreza, pobreza extrema, mal alimentada, sin acceso a agua, con malos servicios de salud, y que producto de esto tenían enfermedades crónicas no controladas. Cuando a estas personas les cae el coronavirus, este se aprovecha de las condiciones para producir enfermedad y muerte”, destacó el coordinador de la Maestría en Epidemiología de la Universidad Nacional (UNA), Juan José Romero.

Por su parte, el salubrista y exdecano de la Facultad de Medicina de la UCR, Luis Bernardo Villalobos, agregó que el COVID-19 vino a desnudar las falencias e inequidades en la población, no solo en el país, sino en el mundo.

“El COVID-19 desnudó en todo el planeta que el modelo de desarrollo que ha tenido la cultura occidetal está en severa crisis, al igual que el modelo político escogido; y que el sistema de salud, y el modelo de formación de profesionales deben replantearse”, externó Villalobos.

Acciones

Consultada sobre las acciones que está realizando la CCSS, la epidemióloga de la institución, Guiselle Guzmán, destacó que se encuentran trabajando en lineamientos y ejecutando medidas en procura de apoyar a las poblaciones vulnerables al COVID-19.

“Los científicos dicen nosotros no podemos trabajar con el COVID-19 solamente ampliando hospitales, sino que para que nosotros realmente podamos generar un impacto en el control de la pandemia tenemos que trabajar en el impacto que está generando en las otras epidemias que están interactuando en el mismo momento”, agregó la epidemióloga de la CCSS, Guiselle Guzmán.

Una de las decisiones que tomó la institución en el mes de setiembre fue la de extender la cobertura del seguro de salud a todas las personas que habían perdido trabajo en la pandemia hasta diciembre de este año. Esta medida tiene como objetivo tratar de disminuir la pobreza y el no aseguramiento de esas personas en situación de desempleo.

Guzmán comentó también que la Caja está trabajando en una estrategia en el primer nivel de atención, la cual busca atender de forma presencial a la población que no ha enfermado pero es susceptible a sufrir complicaciones por el COVID-19.

“Necesitamos incidir en esa población que no se ha enfermado, pero que sabemos que si se enferman se podrían complicar. Todo esto lo hacemos para que cuando se enfrenten a la enfermedad tengan mejores herramientas sociales y condiciones de salud”, mencionó la epidemióloga.

Guzmán apuntó que los Asistentes Técnicos de Atención Primaria (Ataps) se encuentran realizando nuevamente visita familiar a pacientes crónicos y a adultos mayores, y que la Oficina de Prensa de la CCSS está trabajando en estrategias de comunicación para que esta población visite los servicios médicos, siempre y cuando cumplan con los protocolos sanitarios.

Por su parte, el epidemiólogo de la UNA, Juan José Romero, acotó que el Ministerio de Educación Pública (MEP) debería de dar una educación formal en cuanto a hábitos de higiene y vida saludable. De esta forma, la población comería mejor, valoraría la importancia del ejercicio, entre otros.

Agregó también que es necesario que las autoridades elaboren estrategias de comunicación estratificadas, pues el mensaje no llegará de la misma forma a una población rural, urbana, o a niños y adultos.

“A mediano plazo podría darse una inmunidad de rebaño inteligentemente aplicada, podría ser una opción mientras hay vacuna. Es una estrategia muy complicada de llevar a cabo y riesgosa”, añadió.

El salubrista Luis Bernardo Villalobos añadió que el abordaje que le dé cada país al COVID-19 depende del enfoque sobre salud y enfermedad que tengan las autoridades que gobiernan las naciones.

“Si tengo una visión de producción social de la salud y más integral digo que estoy frente a una pandemia producida por el SARS-CoV- 2 con vicios de sindemia y que debe ser abordada como tal, tratando no solo de ver las condiciones biológicas de las personas, sino otras condiciones asociadas que tienen que ver con nutrición, vivienda, inequidades educativas y económicas que hay entre las personas. Eso permitiría generar acciones más integrales como cuidar el distanciamiento, el empleo, entre otros”, externó.

En el caso de Costa Rica, mencionó que las autoridades del país han dado tratamiento a la crisis sanitaria que afronta el país bajo un enfoque sindémico, pues no solamente existe preocupación por la atención de los casos biológicos sino también por lo que está comiendo la gente, el empleo, cómo se educa la gente, cómo se comunica a la gente.

“Aquí hay que decirle a la gente que a pesar de que la CCSS y el Estado hagan acciones, el comportamiento humano es clave para que la gente pueda tener una vida más o menos normalizada y pueda seguir su rutina. No le podemos decir a la gente que controle su enfermedad crónica porque hay gente que no tiene seguro, pero entonces le podemos decir que traten de mejorar su actividad física y su alimentación. Decirle a la gente que asuma su responsabilidad porque su conducta es clave para que todos estemos mejor”, finalizó la epidemióloga de la CCSS, Guiselle Guzmán.

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