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Denuncias de años revelan cultura de acoso en Fundación Neotrópica

En noviembre pasado varias exfuncionarias y exfuncionarios presentaron denuncias por acoso laboral y sexual, pero el personal lleva años dando alertas.

Gritos, malos tratos y agresiones psicológicas por un lado y comentarios con contenido sexual, propuestas explícitas y tocamientos indebidos por el otro fueron por años el pan de cada día para el personal de la Fundación Neotrópica, según una serie de denuncias presentadas por personas que trabajaron allí en la última década.

Además, documentos de años previos revelan una cultura institucional de acoso laboral y sexual.

A estas conductas se suma la inacción de la organización y las autoridades competentes, para generar la tormenta perfecta que la rodea ahora, justo cuando se toma un “cierre técnico” para estabilizarse y “retomar con más fuerza”.

Fundación afirma no conocer denuncia del 2016, aunque documentación dirigida a la dirección menciona reiteradamente  “acoso”.

Varias profesionales de distintos departamentos denunciaron al director de la organización, Bernardo Aguilar González, y a su director financiero, Nelson Aguilar Alfaro, por acoso sexual. Acercamientos indebidos, propuestas indecorosas, chistes sexuales y comentarios inapropiados en el contexto laboral fueron algunas de las actitudes descritas.

Mientras tanto, otras afirmaron —en testimonios certificados presentados ante la Junta Administrativa— haber sido víctimas de acoso laboral por ambos jerarcas. Desde comentarios que menospreciaban su trabajo, gritos y humillaciones públicas, hasta no recibir el salario mínimo y que se bloquearan sus oportunidades de crecimiento, fueron conductas que las llevaron a renunciar años o meses atrás y que hoy motivan sus denuncias.

En días pasados, se confirmó la renuncia de Aguilar González a la dirección de la organización, y la Junta Administrativa le comunicó a las denunciantes que con eso se cierran los procesos en su contra.

A la vez, Neotrópica anunció que cerrará sus puertas “temporalmente”, pero convocó a quienes interpusieron denuncias contra Aguilar Alfaro para una audiencia que se realizará en los próximos días.

Las identidades de las personas denunciantes se resguardan en este reportaje, en algunos casos para no afectar sus situaciones laborales actuales, o en caso de que se llegue a judicializar algún proceso.

Nelson Aguilar y Bernardo Aguilar figuran como denunciados por acoso sexual y laboral en una serie de denuncias presentadas por exfuncionarias. (Foto: Cortesía).

Diez años después todo sigue igual

En octubre pasado, en su carta de renuncia dirigida a la Junta Administrativa, un funcionario denunció un clima organizacional tóxico con “gritos, malos tratos, vocabulario soez y machista”. Según consignó el profesional, otras cuatro personas habrían renunciado en semanas previas por situaciones similares.

Este personal prefirió sumarse a las estadísticas de desempleo, en un contexto de pandemia y crisis económica, que seguir siendo víctima de “prácticas del siglo pasado”.

A raíz de esta carta, varias profesionales cuyo paso por la Fundación estuvo marcado por esas situaciones, en años recientes y no tan recientes, decidieron alzar la voz. “No podíamos creer que casi diez años después las cosas siguieran igual”, dijo una de ellas, que laboró en el departamento de comunicación.

A pesar del paso del tiempo, decidieron reunir la evidencia con la que aún contaban y certificar sus testimonios, para interponer al menos cinco denuncias por acoso sexual y tres más por acoso laboral ante la Junta Administrativa de la organización.

Este bloque de denuncias se suma a una previa. En 2016, en un documento de apelación a una sanción (al que este medio tuvo acceso), una funcionaria denunció actitudes violentas, discriminatorias y agresiones psicológicas caracterizándolas directamente como “acoso laboral”, no en una, sino en cuatro ocasiones. El documento estaba dirigido al mismo director ejecutivo a quien señalaba como perpetrador del acoso, Aguilar González.

En ese mismo año, luego de que ese proceso de apelación resultara en un despido, en vez de en una anulación de la sanción, la funcionaria alertó en un correo electrónico a la Junta Administrativa sobre sus preocupaciones en torno a la dinámica interna y el tipo de liderazgo que imperaba, así como sobre “los altísimos niveles de rotación de personal”.

Sobre estos dos documentos no hubo reacción institucional. Consultado por UNIVERSIDAD, el presidente de la Fundación, Juan Carlos Crespo, comentó que la denuncia “no se conoce ni en el departamento de recursos humanos ni en la Junta Administrativa” (ver recuadro: Una única respuesta a muchas preguntas).

Bajo acecho

Las historias de las denunciantes de acoso sexual en el caso de la Fundación Neotrópica pintan un panorama que ahuyentaría a cualquier mujer: conversaciones laborales que de la nada se vuelven sexuales, constantes comentarios sobre sus cuerpos, sus piernas, sus ojos; mensajes de texto a deshoras, chistes obscenos, propuestas inapropiadas. Y no se acaba ahí: para quien se resistiera: gritos, humillaciones y ofensas.

Una de ellas, que trabajó como relacionista pública para Bernardo Aguilar, comentó que cuando ella ingresó no era experta en ambiente, pero que su jefe le dijo que todos los viernes iban a tener “una reunión para nivelar sus conocimientos”.

Esa reunión, comentó, era una pesadilla: horas encerrada con Aguilar González mientras la “nivelación” se convertía en “clases de historia sobre la sociedad griega y sus orgías, o sobre Pompeya y sus baños, con detalles de sus prácticas homosexuales”.

La joven también cuenta que los comentarios y tocamientos sobre su cuerpo eran constantes y que como ella lo evadía, el director a menudo le decía que “se notaba que ningún hombre la había chineado y que él podía ser ese hombre”.

Tras meses de intentar esquivar que le tocara las mejillas, le dijera “piropos” o le tocara los hombros, los avances se convirtieron en propuestas e invitaciones que ella rechazó en cada ocasión. Finalmente, ante un comentario sumamente grotesco que el director le hiciera comparando comida con un órgano sexual, la profesional dejó su renuncia en el escritorio cuando su jefe no estaba, y nunca volvió.

Otra de las denunciantes, que trabajó bajo la supervisión del gerente financiero Nelson Aguilar, comentó que “al principio él me trataba muy bien, más de la cuenta”. Con el tiempo, comenzó a recibir mensajes de texto invitándola a salir, o haciendo comentarios sobre su cuerpo o su ropa. “Me sentía acechada, vigilada, nerviosa”, relató.

“No sabía qué hacer. Me negué a todas las invitaciones y entonces todo empeoró laboralmente. Él me gritaba por todo, que se oía por toda la oficina, me ofendía, me decía inútil. Yo sufrí por haberlo rechazado”, dijo.

La exfuncionaria asegura que denunció a Nelson Aguilar ante el director, Bernardo Aguilar, pero que el resultado fue que la acosaran dos jefes, en vez de uno. También renunció.

Otro testimonio relata acercamientos indebidos, abrazos, tocamientos, piropos. “Las insinuaciones y comentarios sobre temas sexuales en el trabajo eran la norma con Bernardo”, indicó esta denunciante, que lideraba uno de los departamentos de Neotrópica. “Incluso constantemente mencionaba que su relación de matrimonio era sexualmente flexible, cosas totalmente inapropiadas para el ambiente laboral”.

Adicionalmente, se acumulan las denuncias de acoso laboral. Algunas por resistir los avances sexuales de los jefes, otras “porque sí”. Los gritos, las ofensas y las restricciones a su desarrollo profesional fueron constantes.

“Bernardo menospreciaba mi trabajo como recaudadora de fondos. Una vez me dijo: ‘usted encárguese de recaudar fondos irrestrictos, yo veré si me los gasto en papel higiénico”, comentó una de las profesionales. Otra cuenta que recibió una beca por parte de una organización para capacitarse y que el director se lo impidió, “a menos que a él le dieran la misma beca”.

Recientemente, en el contexto de la pandemia por COVID-19, las cosas empeoraron, cuenta un exfuncionario. A los constantes gritos e insultos se sumó el riesgo sobre sus vidas, pues no solamente no se les permitió trabajar desde sus casas, sino que a menudo en la oficina no había jabón, ni agua. “Así no hay quien aguante”, indicó.

El grupo de denunciantes asegura que su motivación y compromiso con el trabajo de la organización fue en muchos casos lo que les mantuvo vinculados por años, pero que las situaciones hostiles terminaron siendo insostenibles. “Decidimos hablar no por hacerle daño a Neotrópica, sino porque creemos en la organización y creemos que las cosas tienen que hacerse mejor”, dijo una de las profesionales.

Procedimientos truncados

Ante la primera misiva, que alertaba sobre el ambiente laboral y solicitaba tomar medidas, la Fundación comunicó a las personas que recientemente habían renunciado a una “conversación informal”, en la que no todas participaron pues su intención era que hubieran “consecuencias reales”.

En días siguientes, una joven relacionista pública decidió interponer la primera denuncia, a la que siguieron más. Durante el proceso el grupo notificó a la Corporación de Patrocinadores de la organización y al Instituto Nacional de las Mujeres sobre la situación pidiendo investigar, al tiempo que realizó consultas al Ministerio de Trabajo al respecto de los procedimientos a seguir.

Según consta en la documentación aportada por las denunciantes a UNIVERSIDAD, días después de recibir las denuncias y el mismo día en que la organización remitió a su personal una “Política de Hostigamiento y Acoso Sexual”, se conformó una Comisión investigadora y se abrieron los procedimientos. Días después, según informaron las denunciantes, se notificó de los casos al MTSS.

Esta comisión estuvo integrada por el Presidente de la junta, Juan Carlos Crespo, la vicepresidente, Ana Gabriel Zúñiga, y la Secretaria, Jennifer Crowe. No obstante, en diciembre y “por razones laborales” Zúñiga renunció al órgano y fue sustituida en la comisión por Sergio Molina, tesorero.

Días más tarde se convocaron audiencias para mediados de diciembre, pero se desconvocaron “en aras de garantizar un oportuno tiempo de preparación para las partes y sus respectivos testigos”.

En días pasados se les notificó que ante la renuncia de Aguilar González no es posible continuar el proceso. “Esto es compadre hablado”, opinó una de las exfuncionarias.

Al mismo tiempo, se convocó a las denunciantes contra Aguilar Alfaro a una audiencia en la que participarán ambas partes y sus testigos, a pesar del anuncio del cierre técnico de la Fundación.

“Estamos hablando de más de una década de vulgaridades.”

 

 

 

 

“Renuncié porque me di cuenta que ese señor ya no tenía respeto por mí.”

 

 

 

 

 

“Ya no podía hacer nada, tenía a ambos jerarcas en mi contra.”

 

 

 

 

 

“Menospreciaba mi trabajo, me decía inútil y me gritaba, se oía por toda la oficina.”

 

 

 

 

 

“Decía que no necesitaba una muñequita de porcelana, que necesitaba a alguien con carácter.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Una respuesta a muchas preguntas

Con el fin de conocer la postura de la Junta Administrativa de la Fundación Neotrópica, este semanario remitió a su presidente, Juan Carlos Crespo, una serie de preguntas sobre los procesos que se siguieron tras las denuncias, las normativas que se aplicaron, los aplazamientos de las audiencias y las notificaciones al MTSS.

También consultamos la composición de género de la comisión investigadora actual y el criterio de selección para la sustitución de Ana Gabriel Zúñiga, así como sobre el cierre del proceso contra Aguilar González y las expectativas de completar el proceso contra Aguilar Alfaro.

Finalmente, preguntamos sobre la denuncias del 2016 y, en general, sobre el impacto de estas denuncias en la actual situación de la organización así como las medidas que planean tomar para evitar estas situaciones en el futuro.

Como respuesta a todas estas interrogantes e indicando que no se tenía conocimiento de la denuncia del 2016, Crespo declaró:

“La Junta Administrativa de la Fundación Neotrópica tiene una política de cero tolerancia hacia el hostigamiento en el trabajo. Existe una comisión formal para investigar cualquier denuncia de acoso que se reciba. La comisión está integrada de acuerdo con la Ley 7476, “Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la Docencia”, con representación de ambos sexos. Toda investigación debe seguir un debido proceso. Dependiendo de la naturaleza de la denuncia, se debe ajustar al Código de Trabajo, o bien a la Ley 7476 y a la política interna de la Fundación contra el acoso sexual. Por ley, las denuncias e investigaciones son confidenciales, por lo que la Fundación no puede referirse a ningún caso concreto. Con el cierre técnico se pretende estabilizar financieramente a la Fundación para que retome, con más fuerza, su importante labor en la protección del ambiente y el desarrollo sostenible. La Fundación seguirá manteniendo, naturalmente, su compromiso con el bienestar y la dignidad de todo su personal”.


 

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