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De Sarchí a Mora: los caminos que dan a partidos tradicionales solo 6 de cada 10 regidores

Agrupaciones locales, los “franquicia” o los nuevos ocupan vacíos dejados por las tres banderas que han gobernado el país en este siglo: PLN, PUSC y PAC. Por primera vez hay cantones sin un solo verdiblanco.

Un método autóctono de medir apoyo político en Costa Rica es contar los carros que participan en una caravana, y así fue como Maikol Porras notó que algo distinto pasaría en las elecciones municipales de su cantón, Sarchí.

Porras, un profesional que ahora se sabe alcalde electo, encabezaba el partido Alianza por Sarchí, y una ventaja de menos de 30 votos le permitió vencer a otra fuerza cantonal, Somos Sarchí, lo cual se evidenciaría también en la papeleta de regidores.

Por primera vez en este cantón el pulso lo protagonizaban dos fuerzas ajenas a los tres partidos que han gobernado este país en las últimas décadas. Al Partido Liberación Nacional (PLN), su rival histórico PUSC y el que rompió la dualidad de ellos, el PAC, solo les quedó mirar una disputa ajena.

Tan ajena resultó, que la composición de las cinco sillas del concejo municipal del 2020-2024 se repartirán así: dos para el partido de Porras, dos para su rival inmediato y una sola para el PUSC, otrora dominante en este cantón del Occidente del Valle Central.

El Partido Acción Ciudadana (PAC) y el Partido Liberación Nacional (PLN) quedaron fuera de la municipalidad sarchiseña, como también en Alajuelita, pero esta es solo una muestra acentuada de la pérdida de terreno que ambas agrupaciones sufrieron en las elecciones municipales del 2 de febrero, de acuerdo con el conteo del politólogo e investigador de la UCR Jesús Guzmán, basado en datos preliminares del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

Maikol Porras es el alcalde electo en Sarchí, donde por primera vez en su historia el PLN se queda sin regidor. Las cinco plazas son de Alianza por Sarchí, Somos Sarchí y una del PUSC. (Foto: APS).

Con base en la cantidad de votos en las papeletas de regidores y en el método de cociente y subcociente que rige para asignar los escaños a cada partido, Guzmán armó el cuadro de los 82 concejos municipales y lo comparte con este semanario, a pocos días de que el TSE oficialice los resultados y a semanas de que los nuevos cargos municipales asuman sus funciones en mayo.

Así se pudo observar que los verdiblancos siguen siendo los dominantes con uno de cada tres escaños de regidor en el país (33,6% de los 508 puestos entre los 82 cantones del país). En el 2016 se dejó el 37%; en el 2010, el 39,6%; en el 2006, el 45%… en 1982, era el 60%. Cada nueva elección municipal implica un deterioro en el apoyo al PLN, pero el problema no es solo suyo.

Entre los tres partidos que han gobernado Costa Rica en las últimas décadas, ocupan ahora el 61% de las curules de regidor, mientras el 39% restante se reparte entre los crecientes partidos cantonales, las banderas que han logrado consolidarse como plataforma al servicio de liderazgos personales y otras fuerzas que acaban de completar el mapa más variopinto de la política, como nunca antes.

Entre PLN, PUSC y PAC ocuparon en 2016 el 70% de los escaños de regidores (355 de 505) y todos los cantones del país tenían al menos un representante de alguna de estas tres fuerzas.

Ahora hay incluso cantones donde todas las curules de regidores las poseen fuerzas ajenas a esos tres partidos, como el caso de Mora, en San José. El Partido Nueva Generación (PNG) sacó dos regidores, otros dos obtuvo Unidos para el Desarrollo (cantonal) y otro se lo dejó el Comunal Unido (provincial). Esto nunca había ocurrido en Costa Rica.

Erosión de los liderazgos tradicionales, facilidad para fundar nuevos partidos o trasladarse a uno de ellos y el surgimiento de nuevas lógicas políticas son factores que inciden en una mayor repartición del poder y, por tanto, en un retroceso del control de los partidos grandes. El PAC, que encadena dos mandatos presidenciales, logra solo 36 regidores (7%), de acuerdo con los cálculos no oficiales.

Esto, además de la diferencia de las dinámicas políticas entre la escala nacional (en Presidencia o como diputados) y la cantonal, como se ha reflejado también con la debilidad de agrupaciones como Frente Amplio, el Movimiento Libertario y ahora las fuerzas de base cristiana, que juntas alcanzan el 5% de las curules de regidores, a pesar de que hace dos años ganó la primera vuelta presidencial su candidato Fabricio Alvarado.

Mejor que ellos en las municipales, y con un volumen muy inferior en las elecciones nacionales, quedan el Partido Integración Nacional (PIN), Nueva Generación (PNG) y el Republicano Social Cristiano (PRSC). Lograron ocho escaños de regidor, 24 y 26 respectivamente. Además, estas últimas dos alcanzaron cuatro y dos alcaldías, respectivamente.

En el cuadro entran también fuerzas nuevas de escala nacional, como Alianza Demócrata Cristiana, liderada por el alcalde electo en Cartago, Mario Redondo, un político procedente de las filas del PUSC. También Unidos Podemos, por el que da la cara Natalia Díaz, que viene del Movimiento Libertario, liderado por Otto Guevara.

El partido de Redondo colocó diez regidores, tres de ellos en Cartago y otros dispersos en otras tres provincias. “Tenemos una propuesta más conectada con las personas. El PLN no ha sabido leer bien la voluntad popular”, comentó el nuevo alcalde del cantón que los verdiblancos consideraban un bastión.

Escena de votaciones en Cieneguita de Limón. En este cantón el concejo tiene nueve escaños, pero en el período 2020-2024 alojará a representantes de ocho partidos; dos para el Auténtico Limonense y una para cada una de ocho agrupaciones.

Sin embargo, no todo depende de la bandera. Cada cantón tiene sus dirigentes que se presentaron con los partidos de siempre o con otras banderas, y en algunos casos les resultó exitoso, tanto en los puestos de alcalde como de regidor o de síndico.

Como se esperaba, la fragmentación política se consolida en los concejos municipales, y para ello también hay ejemplos extremos. Es el caso de Oreamuno, donde las cinco sillas las ganaron distintos partidos políticos.

También esa fragmentación se refleja en Limón y en Liberia, donde el partido que ganó la alcaldía tiene dos escaños y los restantes siete se reparten todos entre fuerzas diferentes. Asimismo ocurrió en Montes de Oca, que solo cuenta con dos para la coalición oficialista Gente Montes de Oca, al lado de cinco partidos con una curul.

Grecia tiene una situación parecida, con la particularidad de que el PUSC ganó la alcaldía y solo tiene un escaño de siete posibles. Dos tiene el PLN y uno cada uno de otros partidos, entre los que hay de escala nacional (PNG), dos cantonales y la agrupación de Fabricio Alvarado.

También hay casos de partidos que estuvieron cerca de hacer “mesa gallega”, sobre todo en cantones pequeños. Eso le sucedió a los vecinos de Sarchí: Naranjo. Aquí el PUSC ganó la alcaldía y cuatro de los cinco escaños de regidor; el restante, para el PLN. Lo mismo ocurre en Acosta, donde el alcalde del PAC se reeligió y tiene cuatro regidores, frente a solo uno del PLN.

En León Cortés fue el PLN el que casi obtiene la totalidad del concejo y la alcaldía, mientras y en esa misma situación queda el partido provincial Comunal Unido en el cantón de Turrubares.

Este cantón de San José, pequeño y rural, será gobernado por el mismo alcalde, aunque con una bandera diferente, lo que ejemplifica la preponderancia que en el terreno tienen las personas por encima de los partidos, sobre todo cuando ya están en un sitio de poder.

Algo parecido ocurrió en Escazú, aunque aquí el alcalde (PNG) solo tendrá tres de los siete regidores; los restantes cuatro se reparten entre tres agrupaciones, dos de ellas de escala cantonal.

Para Jesús Guzmán, la fragmentación es un elemento que los alcaldes electos deberán aprender a administrar. “Es relevante la manera en que se fragmentan los concejos; ya el alcalde no tiene margen de acción propia y mucho dependerá de las negociaciones por encima de cada bandera, lo cual tampoco es extraño en la realidad local”, advirtió el politólogo.

Su colega Ronald Alfaro, también del CIEP de la UCR, coincidió en la tónica de la fragmentación, pero con una alta presencia de fuerzas de distinta naturaleza, con abundantes grupos de carácter cantonal cohabitando en el concejo. “Aprovechan vacíos que dejan partidos como el PAC, que no logró arraigo local, y del PLN, que ha retrocedido”, señaló, antes de advertir que los cantonales ni siquiera necesitaron la reforma de la ley para eliminar el obstáculo que significa el subcociente.

¿Y cuál es el problema de la fragmentación? “Es un desafío para la gobernabilidad local, pero tampoco es algo nuevo y ahora lo que vemos es una consolidación de ese fenómeno, que también refleja una nueva realidad de las conductas de la población y su cultura política, como se ha reflejado también en la Asamblea Legislativa”, agregó.


Partidos confesionales: más ruido que votos

El Partido Restauración Nacional (PRN), de donde Fabricio Alvarado salió para fundar Nueva República (PNR) no llegó ni a 10 curules. Mientras, la nueva divisa de base cristiana tampoco llegó ni a 20, a pesar de tener entre ambos un total de 14 diputados y una alta presencia en medios de comunicación.

Juntos no llegan ni al 5% del total de escaños de regidores ubicados en los 82 cantones del país, donde el 2 de febrero se celebraron comicios por primera vez desde el “shock religioso” en las elecciones generales del 2018.

Ahora PRN y PNR competían por una misma base electoral en casi todos los cantones, ambos con un discurso conservador como el que han reiterado por meses los diputados de estas agrupaciones, en torno a la familia, al rechazo a cualquier forma de aborto y contra el matrimonio igualitario.

Al final, el resultado del pulso entre PRN y PNR es casi una metáfora salomónica: el niño por la mitad, además de diminuto. En los concejos donde quedó algún regidor fabricista, no quedó ninguno de Restauración, y donde este partido logró dejarse una curul no hay ni rastro de un representante fabricista, salvo en Golfito y Pococí.

“Todo indica que entre ellos no solo no multiplicaron el poder del voto conservador, sino que se anularon”, comentó el politólogo Jesús Guzmán.


 

 

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