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Cuando el COVID-19 se lleva al sostén económico de una familia

Un grupo de profesionales, liderado por la reconocida neumóloga del San Juan de Dios, Wing Ching Chan Cheng, se reunió para ayudar a aquellas personas que perdieron a quien lideraba un hogar y carecen del sustento económico y emocional para enfrentar la dolorosa pérdida que deja el nuevo coronavirus.

El pasado 12 de mayo, Lucía Marín Loría, vecina de Tres Ríos, sufrió el fallecimiento de su esposo, por causas relacionadas con la COVID-19. En medio de un embarazo de seis meses y sin trabajo, al dolor de perder a un ser querido se le sumó la incertidumbre de no contar con el sostén económico del hogar.

“Ha sido difícil porque hay muchas cosas que pagar. Además del dolor de perder a mi ser querido me pongo a pensar en cómo voy a hacer, porque ahorita no trabajo y estoy embarazada. Gracias a Dios la casa es propia, pero hay que pagar la luz, el agua y todo eso se me vino encima”, contó Lucía.

Como ella, en el país hay muchas familias que dependían del aporte salarial de al menos una de las más de cuatro mil personas fallecidas por COVID-19, cuya situación empeoró con su partida.

“Todos los días vemos que mueren y se contagian más personas, es mucha zozobra y es importante activar la conciencia social, que los que tienen la posibilidad ayuden, porque de esta pandemia debemos salir mejor de lo que entramos”, Wing Ching Chan Cheng.

Esta es la realidad que un grupo de profesionales, que también experimentaron la pérdida de un ser querido por el nuevo coronavirus, quiere cambiar. Se trata de la Asociación Pro Ayuda Post COVID (APAP-COVID), liderada por la neumóloga Wing Ching Chan Cheng

Esta especialista, que labora en el hospital San Juan de Dios, perdió a su esposo, el experimentado médico intensivista, Jaime Solís, a causa de esta misma enfermedad. La labor del médico, quien también trabajó en el San Juan de Dios, fue reconocida por la Presidencia de Costa Rica, que le entregó la Medalla al Mérito en la Paz y la Democracia de forma póstuma. Este es un galardón que se otorga a las personas por un quehacer ejemplar  de compromiso con ambos valores.

“Muchos de nosotros tenemos la gran ventaja de continuar con el trabajo, de poder sobrevivir, lo que no está pasando con muchas familias, especialmente con la gran dificultad que hay de encontrar trabajo”, explicó la especialista.

La tasa de desempleo en el país es de 18,5%, a abril de este año, luego de estar en 21,9% entre agosto y octubre de 2020, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, los cuales la ubican entre las más altas recientemente.

Un dolor muy hondo

Para Lucía, enfrentar el fallecimiento de su pareja la hace vivir con un presente “muy doloroso” y lleno de carencia, ya que su esposo, quien trabajaba en enderezado y pintura de vehículos, era el sostén de la familia.

“Mi esposo falleció el 12 de mayo. Él primero estuvo 15 días internado por una crisis de asma; salió del hospital un martes y el viernes de esa misma semana lo tuvimos que llevar a internar de nuevo, sin saber que tenía COVID-19. En la noche nos llamó para contarnos que le hicieron la prueba y que resultó positiva. El sábado me llamó y en la misma noche lo tuvieron que entubar. Al día siguiente falleció”, contó.

La neumóloga Wing Ching Chan Cheng, quien lidera el grupo APAP-COVID, recibió la Medalla al Mérito en la Paz y la Democracia en nombre de su esposo, el intensivista Jaime Solís, quien falleció a causa de la COVID-19 (Foto: Casa Presidencial).

El proceso durante la enfermedad fue especialmente difícil, desde el punto de vista emocional, porque ella se encuentra con seis meses de embarazo, lo cual la hizo preocuparse por la salud de su bebé.

“Yo me asusté mucho porque estoy embarazada, entonces me aislé también. Aunque no me hice prueba, por nexo estuve con la enfermedad. Salí del aislamiento el 11 de mayo y mi esposo falleció el 12. Fue un dolor muy grande, pero agradezco que él falleció cuando yo ya salí, porque hubiese sido más duro”, dijo.

Le ha costado sobrellevar la ausencia de su pareja y más su rutina diaria sin los recursos para sostenerse económicamente.

“Quedé muy asustada, mis papás son adultos mayores y yo les pido que se cuiden mucho, les digo que no quiero perder a otra persona por la enfermedad. Quedé como muy traumada y no quería salir de mi casa; mis suegros viven a la par y me estuve quedando con ellos, pero es un duelo muy grande, porque no puedo dormir en mi casa, donde vivía con mi esposo. Voy, pero solo a limpiar y acompañada, pero quedarme a dormir no. Él trabajaba en la misma casa entonces pasábamos acompañándonos, desayunábamos y almorzábamos juntos, entonces es un dolor muy grande”, narró.

Ella cuenta como sus padres y suegros le han ayudado con alimentos y algunos gastos, “pero ha sido muy complicado porque he tenido que ver de dónde saco plata para sobrevivir y pagar algunas cosas que se debían”.

Por eso cuando recibió la llamada de la  la fundación APAP-COVID se sintió aliviada. “El comité local de emergencia me contactó después de que mi marido falleció, me contaron que había una fundación y que si les podía dar mis datos para que me ayudaran. Me llamaron y me dijeron que es una fundación de personas que habían perdido seres queridos por la enfermedad, llegaron a la casa y me dieron unas ayudas”, afirmó.

“Debemos salir mejor de lo que entramos a la pandemia”

Esta condición de Lucía es la que un grupo de profesionales, que perdieron a parientes por causa de la COVID-19, quiere apoyar con víveres y psicológicamente porque también han vivido el duelo por sus familiares.

“Somos un grupo que tenemos en común que hemos perdido un familiar por COVID-19, dos de nosotros somos médicos, otros son familiares, abogados, administradores que tenemos en común eso. Todos los días vemos que mueren y se contagian más personas. Es mucha la zozobra y es importante activar la conciencia social, que los que tienen la posibilidad ayuden, porque de esta pandemia debemos salir mejor de lo que entramos”,  explicó la neumóloga.

“La penuria de vivir el dolor del duelo ante la muerte de un familiar por COVID-19 es mucho más dolorosa que un duelo normal. A veces el familiar va al hospital y muere, y por el aislamiento o porque los otros miembros de la familia también lo están, no se pueden visitar, la comunicación es escueta y en la mayoría de casos no hay despedida, porque a veces se entuba y fallecen pronto”, dice esta neumóloga quien enumera las muchas historias de despedidas de familiares, sin un funeral o “una vela”, rituales que “uno necesita”.

Aunque la asociación aún no está formalmente inscrita, la médica señaló que el grupo quiso empezar a trabajar lo más pronto posible a la espera de la conformación legal de APAP-COVID.

“Hemos organizado víveres y dado el apoyo psicológico a las personas que quieran para poder salir, para recordar sin dolor con el tiempo, y con amor. Tenemos voluntarios psicólogos y trabajadores sociales que nos ayudan a captar a los pacientes y que se les puedan dar sesiones individuales a quienes acepten y lo requieran, así como terapias grupales para el duelo”, dijo.

En una segunda etapa, el grupo espera consolidar la coordinación con instituciones para ofrecer becas, que permitan a las personas prepararse y tener un sustento económico, porque “la idea es no solo darles el pez, sino enseñarles a pescar”.

 

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