Aunque la crisis de desempleo, desigualdad y pobreza causada por la pandemia de COVID-19 afectó desproporcionadamente a mujeres, jóvenes y personas de menores calificaciones en América Latina y el Caribe, las mujeres costarricenses que laboran informalmente sufrieron aún más.
Este dato se extrae de la nota técnica de la Organización Internacional del Trabajo titulada “Empleo e informalidad en AméricaLatina y el Caribe: una recuperación insuficiente y desigual”, difundida este miércoles.
El estudio analizó los cambios detectados en los mercados laborales, en los ingresos y en la desigualdad durante los últimos meses, abordando tanto los impactos de la crisis como la recuperación de puestos de trabajo registrada a medida que se recuperaban algunas actividades económicas.
El documento destaca que las afectaciones fueron más graves en trabajadores informales que en quienes trabajan de manera formal y destaca que las mujeres, los jóvenes y las personas con menores calificaciones fueron desproporcionadamente afectadas por la contracción del empleo y los ingresos, por lo que sufrieron más desigualdad y pobreza.
Adicionalmente, detalla el estudio, la afectación sobre las mujeres costarricenses que trabajan en la informalidad fue aún peor que en otros países. Por ejemplo, en México el número de ocupadas informales se redujo en 40%, mientras que el número de hombres en las mismas condiciones se redujo en 30% y en Perú, cerca de la mitad de las mujeres perdieron su trabajo informal mientras el empleo informal masculino se contrajo 14% menos.
“Una brecha aún mayor, del orden de los 20 puntos porcentuales, en el impacto en las mujeres informales en relación a los hombres informales se verificó en Costa Rica durante ese período. La fuerte contracción del empleo en ciertos sectores altamente golpeados por la crisis (turismo, servicio doméstico) –donde se combinan elevada tasa de informalidad y feminización de las ocupaciones– da cuenta, al menos parcialmente, de esta regularidad”, explica el texto.
El impacto más intenso entre las mujeres en la región, indica el texto, se debe a la mayor presencia femenina en los sectores económicos más afectados por la crisis como hotelería y restaurantes; y a la mayor incidencia de la informalidad entre las mujeres. Por ejemplo, en sectores económicos altamente feminizados como el trabajo doméstico, la tasa de informalidad supera el 80%.
La autora del documento, Roxana Maurizio, destacó que “en el caso de las mujeres, se produjo un retroceso en la participación laboral después de décadas durante las cuales se había registrado un aumento en su incorporación a la fuerza de trabajo. Hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”.
Empleos perdidos siguen sin recuperarse
De acuerdo con el estudio, la relativa recuperación económica, tras el peor momento de la crisis causada por el COVID-19, no se ha logrado compensar por completo la pérdida de empleos del 2020, pues cerca del 30% de los trabajos perdidos aún no se han recuperado, al tiempo que el 70% de los empleos que se han generado recientemente son informales.
La reducción de la ocupación entre el primer y segundo trimestre de 2020 superó los 43 millones de empleos, mientras que la recuperación desde ese momento hasta el primer trimestre de 2021 ha sido de apenas 29 millones.
La nota detalla también que cerca de un 70% de los puestos de trabajo generados en los últimos meses son en condiciones de informalidad, por lo que la organización hace un llamado a la acción para enfrentar el impacto desigual de la crisis con más y mejores empleos.
El Director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, dijo al presentar el estudio que en la actualidad “son las ocupaciones informales las que están liderando la recuperación parcial del empleo”. El problema con este tipo de trabajo es que generalmente se trata de puestos inestables, con bajos salarios, sin protección social, ni derechos laborales, añadió.
De acuerdo con los datos para el primer trimestre de 2021, cerca del 76% de los trabajadores independientes y un poco más de un tercio de las personas asalariadas estaban en condiciones informales. Por ende y aunque señala que “es prematuro para afirmar que se está observando un proceso de informalización de las ocupaciones previamente formales”, la organización señala que considerando experiencias de crisis previas, ese es un riesgo latente.
El documento además destaca un “comportamiento atípico” en las dinámicas de la informalidad, pues a diferencia de lo que ha sucedido en otras crisis, los trabajos informales no aumentaron ni ofrecieron refugio para quienes perdieron sus empleos formales. Más bien, señala, se dio una fuerte destrucción de ocupaciones informales y una masiva pérdida de ingresos de quienes trabajaban en estas condiciones.
No obstante, como la recuperación está teniendo un impacto que favorece las posiciones informales, “es posible que en muchos países la tasa de informalidad sea similar, o incluso superior a la observada antes de la pandemia, cuando afectaba a alrededor de 51 por ciento de los ocupados”, alerta la organización.
Frente a este panorama donde la reactivación no ha tenido suficiente impacto en el empleo, la OIT urgió a los países a “adoptar una agenda de políticas integrales, consensuadas y de gran alcance, centrada en las personas, que apuntale la creación de más puestos de trabajo formales”.