País

Crímenes sexuales acechan a las turistas en las costas ticas

Las víctimas no siempre denuncian por miedo a ser juzgadas y porque asumen que los casos quedarán impunes.

Lea es alemana y ha venido a Costa Rica en varias ocasiones. La primera vez, en 2014 hizo un voluntariado de un año y visitó varias playas con su grupo de amigos. En el 2018, regresó sola a hacer una pasantía por tres meses y, según dice, sintió que el país no era el mismo.

Un fin de semana, con una colega, decidieron irse a Sámara. Semanas antes en Santa Teresa de Cóbano, dos hombres atacaron y asesinaron a la mexicana María Trinidad Mathus (Mar) y en Tortuguero, la española Arantxa Gutiérrez fue asesinada por resistir un ataque sexual.

Lea cuenta que desde que tomó el bus en San José rumbo a Guanacaste, iba nerviosa pues calculó que iban a llegar de noche. A las 9 p.m. ella y su compañera (otra alemana), se bajaron del bus en medio pueblo y no consiguieron taxi. La única solución parecía ser caminar al hotel por la playa oscura. La joven pensó que sufriría el mismo destino que encontraron las turistas que aparecían a diario en las noticias. 

Finalmente tocó en una casa y una familia la puso en contacto con un taxi local. Llegaron al hotel sanas y salvas, pero aterradas, dice. Su fin de semana fue tenso, tuvieron miedo de ir a comer al centro de noche y de ir a bailar, porque ellas eran solo dos y varias veces se toparon con hombres que las abordaban preguntando “porqué andaban tan solas”. El resto del tiempo que estuvo en Costa Rica, Lea no volvió a la playa, hasta que su novio se le unió en el país y, entonces, se atrevió a volver a las costas.

Ahora muchas extranjeras que visitan el país e, incluso, muchas locales que acostumbran pasear solas, se sienten amenazadas por el aparente aumento en los ataques sexuales, asesinatos o desapariciones de turistas en las playas costarricenses.

La impunidad suma temores

Las manifestantes reclaman mejor tratamiento de los casos, atención oportuna a las víctimas y condenas a los agresores. (Foto: Sororidad Montezuma)

En 2017, a “Mariela” la intentaron violar en Playa Chiquita de Limón, fue a la policía y le dijeron “si sabe que es bonita para qué anda sola tan tarde”. En el 2018, además de los asesinatos de Mar y Arantxa, una argentina reportó ser privada de libertad y violada en Sámara. En 2019, a María José Montero la atacaron en la playa en Puerto Viejo, dejándola golpeada y rasguñada. Este año, en junio, una mujer fue atacada por tres sujetos en una casa en Limón. El 4 de julio pasado, el cuerpo inerte de la alemana Karin Holzapfel apareció en Isla Herradura y aún se desconoce la causa de su muerte. El 20 del mismo mes, María Cedeño fue asesinada en un conocido hotel en Manuel Antonio, Quepos.

El caso de Cedeño generó tres arrestos. El asesino de Arantxa fue condenado y uno de los atacantes de Mathus se declaró culpable, pero el principal sospechoso fue absuelto por los tribunales el pasado 12 de agosto, pues las pruebas eran “insuficientes”. Esta sentencia generó protestas de grupos de mujeres que se manifestaron en las calles de San José, Cóbano y San Carlos así como en Playa Carmen el pasado fin de semana para exigir seguridad y justicia.

La impunidad, según mujeres activistas en zonas costeras, es uno de los principales temores y una de las razones por las que las víctimas no denuncian, sumado a que si son extranjeras, no quieren quedarse ni un día más en el país donde fueron agredidas esperando a una justicia que, quizá, nunca llegue.

Toni Pastor, de Unidas Talamanca, comentó que en la región suceden muchos más ataques sexuales de los que se registran, pero que las mujeres no denuncian por miedo al juicio de las autoridades y porque no esperan resoluciones reales. “Estos tipos saben, están organizados”, dijo, “atacan chicas extranjeras que lo que van a querer es recoger sus cosas e irse, que no se va a quedar para enfrentar todo el proceso”.

Una joven extranjera a la que llamaremos “Vanessa” relató a UNIVERSIDAD que el año pasado, en Tamarindo de Guanacaste, ella fue drogada y abusada por un hombre que conoció la misma noche del ataque. Despertó sola y sin ropa en una habitación de hotel que no era la suya, sabiendo lo que le había pasado, pero con memorias turbias.

Se vistió y al salir preguntó al recepcionista del hotel de quién era la habitación, para considerar poner la denuncia, pues la habían abusado. El hombre le dijo que no denunciara pues “se veía bien contenta cuando llegaron” y no le brindó la información. Volvió a su hotel y cambió la fecha de su tiquete de avión para el día siguiente. Vanessa regresó a su país sin ganas de volver nunca más a Costa Rica, que antes era su destino favorito.

Vicky Vargas, de la Red Sororarias de Cóbano, indicó que la incidencia es mayor a lo que reflejan las estadísticas y explicó que hay un aumento aparente en los casos, que puede deberse a que más mujeres alzan la voz o a que, efectivamente, cada vez hay más ataques. “Muchas veces cuando hay avances en temas de género se genera una reacción”, comentó.

“Es evidente que cada vez más mujeres transgreden esos espacios tradicionalmente masculinos. Aquí en la zona, por ejemplo, las surfistas, cada vez son más. Una las ve pasar con su tabla y descalzas, además de que generalmente viajan solas. Eso, en la mente de un machista, es una invasión de su espacio y, muchas veces, por eso es que atacan”, indicó.

Pastor relató que otro obstáculo para mujeres que intentan denunciar ataques o abusos sexuales es la policía local, que es donde generalmente se acercan a poner la denuncia y donde muchas veces se enfrentan a interrogatorios o comentarios de juicio que las desmotivan a denunciar.

“Ana”, una activista puntarenense que pidió no ser identificada, comentó que es indignante que después de todos los casos que se han dado, no se hayan tomado medidas por parte de las cámaras de turismo o las autoridades competentes, para reforzar la seguridad para las mujeres. “Si no nos van a proteger por ser humanas, que lo hagan por ser consumidoras”, dijo con indignación. “Somos el 50% de su clientela ¿cómo van a protegernos?”

UNIVERSIDAD intentó conversar con las autoridades del Instituto Costarricense de Turismo sobre cómo los delitos sexuales y la impunidad afectan a las mujeres turistas y al sector, así como sobre las medidas que se están tomando, si es que se está tomando alguna, para resolver el problema. 

En principio, el departamento de prensa nos pidió comunicarnos con el Organismo de Investigación Judicial, pero al querer abordar el tema de afectación sobre turismo, insistimos y se nos indicó que no se referirían al asunto.

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