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Crédito en moneda extranjera es la mitad del total bancario, a pesar de leve descenso

En la banca privada casi se alcanza el 70% de sus créditos, mientras que en la banca pública es un 25%.

El crédito en el sistema bancario costarricense está virtualmente partido por la mitad: una porción apenas mayoritaria, un 54,6%, es en moneda nacional, y la otra, muy similar, un 45,3%, está en moneda extranjera.

Según los registros del Banco Central de Costa Rica para el mes de abril, el crédito reportado en moneda nacional tanto por bancos públicos como privados fue de ₡9.597.435 millones, mientras el crédito otorgado en moneda extranjera alcanzó la cifra de ₡7.957.104,9 millones.

Se trata de un panorama financiero que representa riesgos tanto para los clientes, como para el sistema bancario. “Hay un riesgo que va en dos vías, el deudor, que asume todo el riesgo cambiario, en especial si no genera ingresos en dólares. Si aumenta el tipo de cambio, eso reduce su capacidad adquisitiva y la posibilidad de cubrir la cuota y, para los bancos, si los deudores pierden esa capacidad de pago, pueden enfrentar elevados niveles de morosidad y de impagos”, comentó el economista Fernando Rodríguez.

Aunque ha sido una alerta constante de misiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de agencias calificadoras de riesgo durante las últimas dos décadas, como recordó Rodríguez, no se trata de una situación de larga trayectoria: de hecho, los datos del Banco Central revelan que, para 1992, apenas era un dato incipiente (ver gráfico), que empezó a crecer en ese año de manera sostenida, y ya para el 2002 se instaló como un riesgo latente para la economía nacional.

Sin embargo, en los últimos años este crédito en moneda extranjera ha presentado un leve retroceso, luego de que incluso llegara a superar a los préstamos en moneda nacional. De hecho, en los últimos seis años, muestra una retirada consistente, aunque mantiene su fuerte presencia en el sistema financiero costarricense (ver gráfico).

Las dos caras del crédito

En esta materia, el comportamiento de la banca privada luce inverso al de la pública: mientras en las empresas predomina el crédito en moneda extranjera, en la entidad pública son mayoritarios los préstamos en colones.

Los bancos privados tenían créditos en moneda extranjera por ₡5.651.363,9 millones, lo que equivalía a un 67,6% de la totalidad de su crédito.

Por el contrario, los bancos públicos consignaban ₡2.305.741 millones, lo que correspondía a un 25% del crédito total que tenían.

Es decir, los bancos privados son el principal sostén del crédito en moneda extranjera, aunque su tamaño relativo se redujo de un 78% en el 2013, al 67% de la actualidad.

En los bancos públicos también se presentó esa reducción del tamaño relativo: los créditos en moneda extranjera pasaron de representar un 31% del total en el 2013, al 25% de la actualidad (ver gráfico).

Quiere decir que tanto públicos como privados están reduciendo el tamaño relativo de sus créditos en moneda extranjera. Pero el crecimiento de la banca privada en la porción de crédito que tiene del mercado permite que se mantenga su fuerte presencia (ver nota aparte).

¿Por qué esa tendencia mayoritaria del crédito en moneda foránea en la banca privada? El economista Daniel Vartanián consideró que los entes privados saben que, a largo plazo, son más beneficiados por estos créditos, que se actualizan permanentemente con el tipo de cambio.

“Sin embargo, pareciera que los entes financieros no están considerando adecuadamente la capacidad de pago de las personas, hay gente con problemas para enfrentar el endeudamiento, lo evidencia que haya alrededor de 800 mil demandas judiciales porque no pueden pagar. Y el negocio de los entes financieros tampoco es cargarse de activos”, comentó Vartanián.

Rodríguez, por su parte, mencionó que se debe considerar que el crédito en colones se mantiene en altos niveles en el país, lo que incentiva a las personas a buscar alternativas.

Asimismo, María Isabel Cortés, directora ejecutiva de la Asociación Bancaria Costarricense, considera que estos endeudamientos no afectan al sistema financiero nacional. “En Costa Rica los créditos se otorgan en colones y en dólares porque los hogares y las empresas, en Costa Rica, ahorran en colones y en dólares. El crédito en dólares existe porque hay ahorro en esa moneda”, manifestó.

Valorando el riesgo

Rodríguez recalcó que el riesgo no está en asumir estos préstamos, sino en que se reduzca la capacidad de enfrentar las cuotas de muchos deudores, por no tener ingresos en monedas extranjeras. De hecho, en los últimos meses se han presentado alzas tanto en el tipo de cambio, como en la inflación, que han aumentado la presión sobre quienes no ganan en dólares (ver recuadro “Tormenta perfecta”).

Cortés, empero, aseguró que hay una valoración adecuada ante todo este panorama. “Los bancos realizan la tarea de administrar el riesgo cambiario al otorgar crédito en dólares a deudores que no generan dólares; simulan cuál es la capacidad de pago del deudor, en momentos de aumentos del tipo de cambio, para no otorgar crédito a hogares o empresas que no tienen capacidad de pago ante una devaluación”, dijo.

Adicionalmente, Cortés recordó que el riesgo no se limita a los préstamos en dólares: “En los créditos en colones, se hace una simulación de aumentos de tasas de interés para determinar la capacidad de pago de los deudores ante aumentos de esas tasas. Es decir, no se está en una situación en donde los créditos en dólares tengan riesgos y los otorgados en colones no; en ambos casos existe riesgo, la diferencia radica en su naturaleza: en uno es la variación del tipo de cambio y en el otro es la volatilidad en las tasas de interés en colones”.

Y es que, de alguna manera, en este punto no hay decisiones que no impliquen riesgos. Rodríguez comentó que las autoridades financieras internacionales solo han insistido en que se reduzca la dolarización del crédito, sin establecer niveles. “La clave pareciera evitar que se pueda salir de control”, dijo.

Por su parte, Vartanián enfatizó en que se debe considerar las posibilidades de un fuerte deterioro social, ante expectativas de obtener activos que no son sostenibles y que no solo endeudan a las personas, sino que les restringen seriamente su capacidad de adquisición.

En tanto Cortés considera que se está ante una situación que no depende de regulaciones, sino del mismo comportamiento del mercado: “El éxito regulatorio de disminuir los créditos en dólares depende de los ahorrantes; sí estos ahorran solo en colones, los bancos tendrían únicamente depósitos en colones, por lo que los créditos serían solo en esa moneda; en caso contrario los créditos, en ambas monedas, seguirán existiendo”.

Tormenta perfecta para deudores

Los deudores de créditos en dólares que no tienen ingresos en esa moneda enfrentan dos variables que afectan la porción de los recursos que deben apartar para cumplir con sus obligaciones.

Por un lado, la devaluación de la moneda nacional, esto es, el aumento de precios que origina que, con el paso del tiempo, un determinado ingreso no será suficiente para adquirir los mismos productos.

El otro elemento es el tipo de cambio, la cantidad de colones que se requieren para adquirir un dólar.

Ambas variables presentaron en los últimos años un comportamiento relativamente estable: el índice de precios al consumidor (IPC) reportó en estos diez años crecimientos de alrededor de un 2% (ver gráfico).

También el tipo de cambio mantuvo una relativa estabilidad, con alzas y descensos en la cantidad de colones que se requerían para adquirir la moneda extranjera: después de un ajuste en el 2014, presentó movimientos de alzas y bajas (ver gráfico; datos tomados al 30 de abril de cada año, para efectos de comparación).

Sin embargo, esa relativa estabilidad presentó variaciones en los últimos meses: el tipo de cambio presentó una tendencia al crecimiento que superó el comportamiento de meses anteriores. De manera similar, la inflación mostró un repunte en los últimos meses que duplicó los aumentos anteriores.

Se trata de una tormenta perfecta para los deudores en dólares, sin ingresos en esa divisa: las dos variables dejaron su comportamiento tranquilo, para moverse hacia el alza y reducir los recursos disponibles que pueden destinar al pago de sus cuotas.

“El panorama se ha complicado más”

Hace 18 años, Rosaura (nombre ficticio) financió la compra de su vivienda con un crédito en dólares. En ese momento, su grupo familiar no lo consideró un riesgo muy alto: ella tenía ingresos en dólares y la cuota se presentaba manejable y menor de lo que habría representado un préstamo en colones.

Sin embargo, las condiciones variaron. Rosaura cambió de empleo y pasó a tener ingresos en colones.

Su cuota de $1.000 empezó a convertirse en un peso diferente. Previsora, organizó sus finanzas y realizó una amortización importante, que dejó la cuota en $500. “Aun así, he sentido un aumento importante, más fuerte en los últimos cuatro meses. Imagino que habría pasado si no hago la amortización”, comentó.

Durante este período, en dos ocasiones, hace tres y siete años, pensó en la posibilidad de pasar la deuda de dólares a colones, pero luego de valorar las condiciones, concluyó que no le resultaría posible. “El panorama era manejable, pero se ha complicado más, en particular desde que dejé de tener ingresos en dólares. Con la devaluación y los recientes aumentos del tipo de cambio, no hay respiro por ninguna parte”, explicó.

Ahora, Rosaura sigue con atención las informaciones sobre este tema y la posibilidad de que se concreten alternativas para colonizar las deudas. “Quisiera ver las condiciones, porque no es tan sencillo como pasarse. Las deudas en colones podrían ser más estables, pero los intereses suben mucho”, comentó.

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