País A un año del primer caso confirmado en Costa Rica

COVID-19 mantiene heridas en educación y trabajo del país

Datos de INEC reflejan que más de 151 mil personas vieron reducidos sus ingresos en el 2020, mientras que el MEP estima en 324 mil los estudiantes que no contaron con acceso a Internet para recibir clases durante el año anterior.

El deseo de Mariana Rodríguez para este nuevo curso lectivo es claro: aprender mucho más que el año anterior.

La estudiante de quinto año del Colegio Técnico Santa Lucía, de Paraíso de Cartago, es parte del 1,19 millones de estudiantes que inician el 2021 con los rezagos que el COVID-19 ocasionó en el proceso educativo del 2020, cuando, desde marzo, todas las clases fueron a distancia.

“El año pasado aprendí como la tercera parte de lo que generalmente hubiera aprendido, porque las clases virtuales fueron muy pocas. Era muy poco rato para recibir la explicación y no se evacuaban las dudas”, expresó Rodríguez.

Las dificultades para establecer un proceso educativo sólido, dadas las circunstancias que rodean al país por la pandemia, es solo uno de los indicadores que el Ministerio de Educación Pública (MEP) deberá mejorar para este año.

Según cifras de la cartera, 18.384 estudiantes fueron excluidos de la educación formal durante el 2020. De aquellos que permanecieron en el sistema educativo, 324.616 no contaban con acceso a Internet en el hogar durante el curso lectivo pasado y de 68.799 estudiantes se desconoce su situación en este tema, ya que sus centros educativos no pudieron reportar su situación.

Además, 99.767 estudiantes iniciaron el año en “estrategia de promoción” para conocer si podían pasar al siguiente nivel o debían repetir el curso.

Todos estos elementos hacen prever que el desarrollo de las clases deberán pasar, primero, por un reajuste, con el fin de equiparar los conocimientos e intentar retomar el ritmo que se perdió durante el 2020.

“En algunos ciclos hay preocupación de los docentes por el nivel de preparación de los estudiantes, en temas como la lectura y escritura, por ejemplo. Algunos logran, por el apoyo de la familia, los objetivos que estaban dispuestos, otros no, y ahí requerimos hacer procesos de nivelación y de apoyo que sabíamos desde el año pasado que iban a ser imprescindibles”, expresó la viceministra académica del MEP, Melania Brenes.

Estas brechas también son palpables cuando se compara la educación pública con la privada. Mientras que Bryan Navarro, estudiante del Liceo Mauro Fernández de Tibás, solo recibió guías de estudio que tenía que enviar por correo electrónico y no recibió clases virtuales, Gloriana León Chacón, quien asiste al Colegio Santa María de Guadalupe, en Heredia, está habituada desde el 2019 a las plataformas digitales. Incluso, en sus clases ya no se usaban cuadernos ni libros, sino tabletas, por lo que los contenidos se abarcaron prácticamente igual que en la presencialidad.

“Hemos estado trabajando el plan de estudio completo del año en curso, pero con estrategias específicas de visualizar los objetivos por aprender pendientes del 2020 que se tienen que articular de una manera transversal con estos contenidos. Es una decisión que tomamos para iniciar el curso lectivo, que puede ser transitoria y que se tiene que ir revisando conforme avancemos en el año, porque esto está muy determinado por la manera en la que las personas docentes nos reportan en cómo están pudiendo avanzar sobre sus planes de estudio y su articulación curricular”, explicó Brenes.

Desempleo, suspensión de jornadas y teletrabajo dominan escena laboral

En el campo laboral, la pandemia por COVID-19 mantiene dos escenarios diferentes para una buena parte de la fuerza productiva del país.

En un extremo se encuentran 487.675 personas que terminaron desempleadas el 2020 (20% de tasa de desempleo), según datos del Instituto Costarricense de Estadística y Censos (INEC). Junto a ellas, 165.637 habían sufrido la reducción de jornadas y 82.656 trabajadores experimentaron suspensiones de contratos, según cifras del Ministerio de Trabajo a febrero del 2021

Esta es la situación de Kattia Madrigal, quien tenía 11 años de trabajar para una empresa turística, con sede en Estados Unidos.

“Nos cerraron la oficina, por la pandemia y el cierre de fronteras, lo cual impidió que las personas viajaran. Estamos en esta situación desde el 31 de Marzo del 2020 y nos dijeron que podríamos volver a trabajar, quizás, en junio del 2021”, contó.

La experiencia de Madrigal es similar a la que 151.732 personas vivían hasta finales del trimestre pasado, quienes, según las cifras del INEC, vieron reducidos sus ingresos.

“Este ha sido un año muy duro, no tenemos algún ingreso al día de hoy y hay mucha incertidumbre ya que cualquier variante puede ocurrir. Vivimos exclusivamente de los turistas y hasta que no esté la mayor parte de la población vacunada no va a haber turismo”, lamentó Madrigal.

Para quienes aún conservan su puesto laboral, el teletrabajo se ha convertido en el nuevo modo de realizar sus funciones. Según INEC, hasta diciembre del 2020, 265.932 personas realizaban sus tareas por esta modalidad o exclusivamente por Internet; un aumento de 250.881 trabajadores en comparación con el tercer trimestre del 2019.

“Yo estoy en teletrabajo desde marzo del 2020. Me parece que la organización del trabajo con las y los compañeros es un tema complejo de atender. Ha sido un proceso de ir respondiendo a las situaciones y de adaptación según las necesidades y visión de las direcciones. Se nos comentó, además, que mientras se pueda seguir cumpliendo con los objetivos de manera remota hay una posibilidad de que sigamos de esta forma durante el año”, relató Cinthia Oviedo Rodríguez, quien labora para la Vicerrectoría de Docencia de la UCR.

Según datos del Ministerio de Trabajo, esta forma de laborar ha llegado a 19.520 personas del Gobierno Central y a 44.808 de instituciones descentralizadas.

 

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