País Representante de Naciones Unidas en Costa Rica

“Costa Rica todavía tiene brechas estructurales muy fuertes”

Naciones Unidas no reconoce “ideología de género” y expresa preocupación por corrientes que impulsan idea de que los “derechos humanos se pueden escoger”.

Con verbo veloz y marcado por su natal italiano, Alice Harding Shackelford analizó con UNIVERSIDAD los problemas de desigualdad que atraviesa el país, los riesgos de la politización de la religión y la importancia de defender el principio de igualdad y no discriminación.

Harding llegó a Costa Rica como representante residente del sistema de Naciones Unidas luego de haber ocupado, entre otros puestos, el de representante de la agencia ONU Mujer en el país africano Malaui.

La cooperación de la ONU en Costa Rica alcanzó ¢37 mil millones en los últimos cinco años, incluyendo a la Unops en el campo de la obra pública. ¿Cómo se escogen los proyectos en los que se coloca el dinero?

-Hay una presencia bastante grande del sistema de Naciones Unidas, coordinado a través del Marco de Asistencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Manud).

La cooperación se desarrolla a través de alianzas y colaboraciones con instituciones del país. Los proyectos se escogen a través de las colaboraciones que tenemos con las instituciones de Gobierno, también del Poder Judicial, el Legislativo y con organizaciones de la sociedad civil. El trabajo es siempre en apoyo a las que son definidas como prioridades del plan nacional de desarrollo.

El desafío que tenemos en Costa Rica es que es un país de renta media alta en proceso de adhesión de la OCDE. Cuando se accede a la OCDE, se considera un país de renta alta y cambia toda la dinámica. Pero el cambio ya se hizo en el momento en que Costa Rica logró ser un país de renta media alta, porque la lógica, muy controversial y muy discutida en esta región, es que al serlo sale de las condiciones necesarias para tener más apoyo directo de parte del sistema de Naciones Unidas.

Esta lógica es muy errada, porque no toma en consideración que la región de América Latina y el Caribe es la más desigual del mundo. Es exactamente lo que estamos diciendo también de Costa Rica: es un país que ha logrado mucho, pero que todavía tiene muy fuertes brechas estructurales que se tienen que cerrar, si se quiere verdaderamente lograr un desarrollo económico mucho más inclusivo, porque en este momento no está funcionando.

¿Cuáles son esas brechas estructurales?

-Hicimos estudios para construir el nuevo Manud, hay uno que hizo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que identifica brechas estructurales como la pobreza, estancada hace 20 años, ahora ya se empieza a ver una disminución pero hay desigualdades.

Otra brecha estructural es la desigualdad de género, esto es muy, muy preocupante, impacta directamente la economía: un 46% de las mujeres están trabajando en la informalidad con una brecha salarial que puede llegar hasta el 27% entre hombres y mujeres.

En la educación, asegurar que quienes entran al sistema educativo, especialmente en secundaria, terminen, porque tenemos mucha deserción.

La otra brecha es infraestructura y no podemos dejar de mencionar el tema fiscal, hay una reforma pendiente hace muchos años, la deuda pública sigue subiendo y se tiene que pensar cuál es la nueva financiación del Gobierno, especialmente cómo es que el país va a lograr los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030, como la erradicación de la pobreza.

Añado también la fragilidad de la dimensión ambiental. Con el impacto del huracán (Otto) y de la tormenta (Nate) hemos visto cómo la fragilidad de todo el sistema del ordenamiento territorial es una realidad. Más que hablar solo de cambio climático, tenemos que hablar de adaptación al cambio climático y de la capacidad de la comunidad de construir resiliencia, a través del ordenamiento territorial.

También está el tema alrededor de la sostenibilidad de monocultivos en el país, de hacer verdaderamente un esfuerzo para fortalecer mecanismos y modalidades de monocultivos en una manera mucho más sostenible y respetuosa del ambiente y de las comunidades.

¿Qué es la ideología de género?

-La ideología de género no existe, no la reconozco. Lo que reconozco, como Naciones Unidas, es la igualdad de género, el principio de igualdad y no discriminación, que es uno de los principios clave de los derechos humanos. Lo que Naciones Unidas siempre promueve es la no discriminación por razones de sexo, etnia, orientación sexual, religión y otros.

Entonces, lo que Naciones Unidas sigue proponiendo es la importancia de integrar la igualdad de género en todo trabajo que hacemos, porque como mencioné, los datos nos indican claramente que mujeres y hombres no tienen el mismo acceso a las oportunidades y a los derechos en Costa Rica. El femicidio está creciendo, tenemos muchos casos de violencia doméstica, de abuso de la niñez, el embarazo adolescente todavía es muy alto, alrededor del 16% de los embarazos se dan en mujeres jóvenes menores de 18 años.

Nos preocupa el hecho de que se está presentando la opción de que los derechos humanos se pueden escoger. Los derechos humanos son universales, interdependientes e indivisibles.

Tengo mucha preocupación porque se está creando un discurso de divisiones y polarización, y no un discurso y espacio de diálogo y de encuentro, de acuerdos y entendimiento, especialmente en una coyuntura electoral.

 

¿Qué riesgos implica el matrimonio de política con religión?

-La posición de Naciones Unidas es que no hay ninguna cultura o religión que pueda justificar discriminación y violencia. Hay una preocupación muy grande cuando temas de la esfera más personal de elecciones alrededor de una religión o de una orientación u otros, se ligan con temas políticos y con temas de división, me preocupa mucho que varios actores políticos aprovechan este tema para dividir, más que encontrar puntos de unión.

La sociedad costarricense es diversa, tiene diferentes grupos, credos y creencias, esa es la riqueza del país; pero en el espacio político de toma de decisiones se tiene que encontrar un espacio más neutral, donde se piense en el bien del país a largo plazo.

Estamos en una fase política global donde hay más desconfianza entre la ciudadanía y el sistema político, donde hay entrada de diferentes actores, no solo los tradicionales políticos. Hay una veta muy populista, de derecha o izquierda. Costa Rica refleja todo lo que pasa a nivel global y en la región misma. Estamos mirando mucho del impacto de este tipo de populismo, pero la tradición histórica y democrática de Costa Rica nos tiene que ayudar a fortalecer una visión de país donde diferentes grupos pueden tener su espacio.

Una situación que ha desembocado en violencia es el de la posesión de la tierra en territorios indígenas. ¿Cómo ve la evolución de este problema?

-Naciones Unidas apoya al Gobierno en el proceso de establecer un mecanismo de consulta. Costa Rica firmó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace 24 años y nunca ha tenido un mecanismo de consulta con pueblos indígenas, esta es una deuda histórica importante.

El otro tema crítico es el registro del padrón electoral, quién es indígena y quién no, quién define qué es ser indígena. Entramos en una problemática muy grande: la gobernanza del tema indígena en el país y las preocupaciones alrededor de las asociaciones de desarrollo integral (ADI), de su capacidad de ser  actores neutrales y efectivos en los territorios. En varios de ellos hay conflicto entre la ADI y otro grupo que no la reconoce, como por ejemplo el consejo de mayores.

Las poblaciones indígenas son de las más excluidas en el país, solo el 13% de los indígenas terminan el colegio, el acceso a trabajo, a salud y educación son todavía limitados.

El hecho de que ya se haga base de datos del padrón en varios territorios es muy importante, tengo que felicitar el trabajo del TSE, del Ministerio de Justicia, de la Defensoría y de la Viceministra de la Presidencia. Pero se tienen que fortalecer estos mecanismos, reconociendo el liderazgo de los pueblos indígenas mismos.

El Alto Comisionado para los Refugiados avaló el trabajo que hace Costa Rica, sin embargo el principal problema radica en las causas del fenómeno. Hay un problema cada vez más dramático en El Salvador. ¿Funciona aún ver lo que el Gobierno de ese país es capaz de hacer y atajar el problema en otros países, o es hora de una intervención más fuerte?

-Los movimientos humanos son la realidad histórica del mundo. Tenemos una serie de problemáticas alrededor de nuevas formas de conflictos y situaciones de violencia que se viven en algunos países de la subregión centroamericana, es muy preocupante y nos ayuda a ver que todo está conectado, que no puedo ver solamente un país.

Nunca se ha visto un momento histórico más importante que ahora para fortalecer el multilateralismo, en Naciones Unidas hay discusiones por el concepto de la solidaridad, los países se tienen que ayudar. Se tiene que reconocer que Costa Rica hace un buen trabajo en recibir, pero alguien tiene que ayudar a Costa Rica.

No le voy a decir una solución alrededor de un país específico, pero el trabajo al interno del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) se tiene que fortalecer, que verdaderamente sea un mecanismo mucho más efectivo y empoderado.

Entonces, hay que fortalecer el estado de derecho a lo interno de un país, pero también fortalecer procesos multilaterales que permitan encontrar soluciones.

 

 

 

 

 

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