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Pasó la discusión sobre un posible referendo, coyunturas de proyectos de ley, campañas políticas y religiosos. Pasaron miles de discursos, marchas y un fuerte lobby de activistas pro derechos humanos. Pasaron leyes favorables en otros países y acontecimientos locales como el matrimonio de dos mujeres gracias a un error registral. Pasan los años y los sucesos, ha pasado de todo, pero en Costa Rica el “no” está enraizado.
La última encuesta de opinión del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) reitera el rechazo firme de la mayoría de costarricenses ante la posibilidad de dar reconocimiento legal a las parejas del mismo sexo. El 58,7% de los encuestados contesta “no”.
Esta cifra no es ninguna noticia en sí misma; es la confirmación en un bloque duro opuesto a dar validez legal a las parejas del mismo sexo, independientemente de si se trata de matrimonio, unión civil o “sociedad de convivencia”, como propone uno de los proyectos de ley discutidos en años recientes.
Costa Rica sigue con el portón cerrado al reconocimiento de parejas homosexuales, a diferencia de otros países del continente que ha ido aprobando legislación. Hasta ahora solo ha habido cambios en reglamentos institucionales, un portillo en la ley de la Persona Joven o el error del Registro divulgado en octubre del 2015 que permitió a Lalay Flórez-Estrada casarse con Jazmín Elizondo.
Las posibilidades de leyes específicas de reconocimiento de parejas del mismo sexo se han empantanado en la Asamblea Legislativa. Diputados evangélicos han liderado una férrea oposición con el apoyo menos elocuente de otros legisladores de diversos partidos.
Parece que estos diputados en serio representan a una parte de la población en este tema, pues solo el 37,4% de los encuestados dice apoyar el reconocimiento legal de estas parejas.
Otras son las cifras de apoyo si empezamos a desglosar las poblaciones, pues otro es el panorama entre los menores de 24 años, los residentes metropolitanos y los de mayor educación formal. Por ejemplo, entre los nacidos después de 1991 y entre los universitarios el apoyo es mayoritario a favor de las parejas del mismo sexo.
Es decir, el hipotético caso de realizarse aquella propuesta de referendo, ganaría el “sí” entre esta población, pero ganaría el “no” en los resultados generales y arrasaría entre los mayores de 50 años y población sin educación secundaria, de acuerdo con la encuesta.
Con estas particularidades de la población juvenil y los mayores de 50 años, cabe preguntarse si en el futuro se mantendrá este rechazo al reconocimiento de parejas del mismo sexo.
