El hecho de que la Ley de Radio está superlativamente desactualizada, sumado al descontrol en el manejo del espectro radioeléctrico y la inexistencia de medios de comunicación comunitarios son algunas de las carencias del sistema mediático costarricense señaladas por la comunicadora Aleida Calleja.
Además de Máster en Democracia y Derechos Humanos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO- México), Calleja es fundadora y directora de la emisora indigenista XECTZ La Voz de la Sierra Norte, y funge además como coordinadora de Incidencia del Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia (Observacom).
Esa organización se ocupa de políticas públicas y regulación de servicios de información y comunicación en el contexto digital y de convergencia de tecnologías, enfatizando la importancia del acceso, diversidad y pluralismo en los sistemas de medios.
Calleja vino al país para participar en el conversatorio “La realidad latinoamericana y de Costa Rica a la luz del Derecho a la Comunicación”, organizado por la Universidad Estatal a Distancia (UNED), la Red de Medios e Iniciativas de Comunicación Alternativas (RedMICA), el Programa de Libertad de Expresión, Derecho a la Información y Opinión Pública (Proledi) y la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva, ambas de la UCR; así como la Fundación Friedrich Ebert.
Antes de acudir a la actividad, este 20 de abril, la comunicadora y analista ofreció una entrevista a UNIVERSIDAD.
¿A partir de qué parámetros se define desde el Observacom lo que es la “concentración indebida” de medios de comunicación?
Esencialmente tiene que ver con los estándares internacionales que se plantean desde diversos organismos protectores de la libertad de expresión y también respecto de lo que se llama las mejores prácticas internacionales.
Los límites a la concentración se ven de manera mucho más clara en Europa, Canadá y Estados Unidos. Los límites a la concentración por sí solos están bien, pero no son suficientes, se acompañan con medidas afirmativas que tienen que ver con indicadores de pluralismo y diversidad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) hizo un muy buen esfuerzo sobre indicadores de desarrollo mediático.
Es importante el tema de la transparencia en la estructura de la propiedad de los medios. ¿Hasta qué punto sienten que ahí se topa con un muro, por ejemplo en Costa Rica no se puede conocer quiénes son los accionistas de una empresa?
Lo cual habla del nivel de garantía del derecho de acceso a la información, porque en realidad es información pública. En la medida en que ellos operan un bien público -que son las frecuencias del espectro radioeléctrico- hay una obligatoriedad de transparencia. Esa información debiera de ser pública.
En cualquier lugar con un desarrollo democrático más o menos aceptable, todo aquél operador que maneja un bien público tiene la obligación de transparentar todo: su estructura, quiénes participan, cómo participan. Incluso si vamos más allá, cuando se revisa la teoría de competencia económica, no sólo hay que saber quién es el concesionario de la frecuencia, sino cuáles son sus filiales, subsidiarias y alianzas con otro tipo de empresas, porque a la hora de verificar la competencia se ve el grupo de interés económico, no solamente el concesionario.
Desde donde se vea, debiera de haber obligatoriamente un registro público de concesiones, donde no sólo se establezca el concesionario y su estructura accionaria, sino también los grupos de interés a los que pertenece o está ligado.
Se habla de principios como independencia de los medios, libertad de expresión, pluralismo y diversidad, pero en América Latina, independientemente de gobiernos de izquierda o derecha, parece que se camina en la dirección opuesta. ¿Comparte el Observacom ese criterio?
Creo que en algunos países hemos tenido avances. Finalmente toda América Latina hacia finales de los 80 y principios de los 90, al adoptar toda la lógica neoliberal donde el estado se fue reduciendo en su presencia cada vez más, se vio como un estorbo, en el caso de los medios de comunicación lo que se pugnó fue por una presencia del estado cada vez menor, una desregulación. Incluso nació la frase tan desafortunada que dice que no hay mejor ley de medios que la que no existe, precisamente porque se planteaba la lógica que entre menos intervención del estado, mayor protección a la libertad de expresión.
A lo largo de años y décadas se nos ha demostrado muy fehacientemente que ahora quienes violan la libertad de expresión o que tienen vías indirectas de violar la libertad de expresión, no son los estados, sino también las empresas. ¿Qué pasa cuando una empresa decide censurar a un legislador que mete una iniciativa de ley que no le conviene? Es un particular que está censurando.
Por eso ahora la lógica es al revés; necesitamos a un regulador para evitar que privados violen los derechos de terceros.
Hay una tendencia muy clara en Naciones Unidas: no solamente los estados son violadores de derechos humanos, también los particulares. Se regresa a un proceso de regulación, más que para que el estado regule contenidos, sino cómo el estado evita abusos de los muy poderosos sobre los grupos muy débiles.
El asunto se vuelve cada vez más complejo por los procesos de transición digital y convergencia tecnológica, las empresas son cada vez más grandes y poderosas y entonces necesitas instancias del estado lo suficientemente fuertes para que eviten que esas grandes empresas abusen de su posición.
En este escenario, ¿cómo se explica la importancia de la existencia de medios comunitarios en un país como Costa Rica, en que la radio comunitaria formalmente no se reconoce en nuestra legislación que data de 1954? ¿Cómo califica ese gran bache?
Es un tema que habla de un modelo de comunicación poco plural. Un atributo de la libertad de expresión es precisamente el pluralismo y la diversidad. En la medida en que una sociedad tiene posibilidad de acceder a informaciones diversas, opiniones distintas, debates encontrados, aumenta la calidad democrática. Cuando se dice que para tener buena calidad democrática se requiere pluralismo político, distintos partidos con diferentes posiciones, lo mismo sucede con la información.
Costa Rica es de los pocos países en la actualidad que no reconoce los medios comunitarios. México también lo era y en 2013 los reconoció a nivel constitucional. Me parece que es una de las grandes faltas que tiene el Estado costarricense. No hay un organismo internacional de derechos humanos que no diga que hay que reconocer al menos tres sectores de la radiodifusión: el comercial, el público y el comunitario y social. Eso habla de dos cosas en Costa Rica: que persiste la desigualdad, es decir, cuando se les permite a unos entrar a tener frecuencias pero a otros no, es un ejercicio de desigualdad ¿por qué unos tienen derecho y otros no? También se discrimina a determinados sectores para no acceder a las frecuencias y eso sin duda es discriminatorio de los derechos humanos por donde se vea.
Se está quedando muy atrás Costa Rica, porque ahora la discusión en América Latina es sobre el reconocimiento de las telecomunicaciones comunitarias, es decir, las comunidades se organizan para generar su propia infraestructura, para ofrecer sus servicios de telefonía móvil. En México ya se está dando, les dan espectro para telefonía móvil y acceso a fibra óptica. El asunto avanza muy rápida pero parece que Costa Rica se queda congelada en esa parte.
A todo ello se suma el serio problema de la concentración de medios en este país. Una empresa controla la mayoría de los canales de señal abierta, más una cantidad de emisoras de radio. El espectro radioeléctrico es una fiesta: una concesionaria alquila la frecuencia a otra y sin ningún problema. En este escenario de elementos que funcionan en detrimento de la democracia, ¿qué diagnóstico hace de la realidad costarricense en términos del estado de la democracia desde el ejercicio de los medios de comunicación?
Cada vez hay un convencimiento más fuerte de que la concentración mediática es de las formas contemporáneas que más violan la libertad de expresión, en el sentido de que se genera algo muy parecido a la censura, que es el silencio. Esos medios concentrados imponen una agenda informativa, imponen qué se da a conocer y qué no, invisibiliza determinados temas, determinados actores que le son incómodos. Es un fenómeno muy similar a la censura, por eso es que los privados pueden ser violadores de derechos humanos.
Se vuelve un problema estructural, porque no sólo afecta el asunto de la información plural y diversa, tiene otros impactos en el periodismo independiente, en la situación laboral de los periodistas, como no tienen otras opciones donde trabajar, tienen que aguantarse las condiciones laborales que les imponen, incluso la mayor parte trabaja sin contrato, sin prestaciones sociales, en algunos casos es mucho más dramático en países como Guatemala, Honduras o México, donde sufren violencia sistemática en su trabajo cotidiano.
En fin, lo que termina afectando es el ejercicio de la libertad de expresión, pero también muchos otros derechos políticos, sociales y civiles. En la medida en que no cuento con información que es importante y que me puede afectar, se afecta un derecho. Por ejemplo, si hablamos de acceso a la salud, si no se habla de la corrupción para la compra de medicamentos, termina afectando el derecho a la salud de la población.
Hay una interrelación entre los derechos, que no han podido entender muchos políticos. Por desgracia tenemos en muchos países una clase política temerosa del poder de los medios.
Cuando nace Internet casi de inmediato se aprecia como un gran espacio democrático para romper cercos informativos. A la vuelta de unos años encontramos que no se puede confiar en el público para que maneje información tan libremente, porque circulan muchas mentiras…
No puede sustituir al periodismo
Por otro lado, si bien la red es muy importante para difundir información, encontramos iniciativas no sólo para monitorear lo que se hace desde una dirección IP, sino para eliminar la neutralidad de la red y la introducción del cobro por descarga.
Hay amenazas en varios sentidos. La primera es que en realidad hay muy poca conectividad en América Latina. La brecha digital sigue siendo un problema grave, más de la mitad de la población no está conectada, incide no sólo en el asunto de la información, sino también el trabajo, la salud, muchas cosas.
El segundo punto es los procesos convergentes. Si nos quejamos de la concentración mediática en radiodifusión, cuando vemos el proceso de convergencia tecnológica, esa concentración en radiodifusión palidece frente a los grandes procesos de concentración que vemos en Internet.
Ahora los operadores de telecomunicaciones dan servicios de audiovisuales, los que daban servicios de audiovisuales son operadores de telecomunicaciones.
Se da concentración en muchas cosas de Internet, desde los buscadores, los productores de software, los productores de hardware. Hasta te hacen rehén de determinado tipo de tecnologías o aplicaciones. Se van acaparando aplicaciones, mercados, y peor aún, son empresas transaccionales que además no respetan las leyes nacionales. Facebook, por ejemplo, ¿qué hace para la protección de datos personales? Europa ya le dijo que los datos personales de los ciudadanos europeos no se los puede llevar a Estados Unidos, ¿qué hace América Latina?
Los procesos de concentración que vivimos tradicionales con el modelo análogo, si no se toman medidas a tiempo después con los procesos de convergencia la cosa se vuelve mucho más complicada. Por eso es necesario fortalecer las instituciones del estado precisamente para empezar a poner límites a estos poderes que pueden pasar muy por encima de las naciones y los propios estados.
Además del tema de la poca conectividad, está el de la alfabetización digital, que hace la brecha aún mayor.
Somos en América Latina muy inocentes para el uso de Internet y es hora de perder la inocencia. Subimos nuestras fotos, mandamos nuestros datos personales con una facilidad… sin saber el gran valor que tienen.
Recientemente la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) Christine Lagarde, dijo que en unos años el oro en el mundo no va a ser el petróleo, sino la información. Con todo lo que opera este gran mundo de Internet es con nuestra información.
También se facilitan muchas cosas como el crimen organizado, la trata de personas, es decir, hace falta una alfabetización digital muy fuerte porque la gente utiliza Internet de manera muy inocente, como ve la televisión y escucha la radio de manera muy inocente, como si la televisión no tuviera un dueño y ese dueño no tuviera intereses y por lo tanto maneja la información de una determinada manera. Hay decisiones editoriales, pero la gente que no sabe eso, escucha una información y cree que es cierto porque salió en la tele. Así como nos hizo falta alfabetización audiovisual, nos hace falta la alfabetización mediática.
En términos de tener un universo de medios de comunicación verdaderamente democrático, ¿quién en América Latina saca buena nota?
Me parece que tenemos un problema. Hay quienes están menos concertados que otros. Modelos muy concentrados: Brasil, México hasta ahora, aunque hay que decir que la reforma constitucional que tuvo en materia de telecomunicaciones y radiodifusión abrió sobre todo la entrada a nuevos jugadores con la televisión digital. La transición a la televisión digital después del apagón analógico -el 31 de diciembre del 2015- ha abierto la licitación de muchísimas frecuencias de televisión digital, han entrado nuevos competidores en televisión. Pero sin duda tiene una gran concentración en telecomunicaciones con América Móvil, con el señor Slim, que además tiene prohibido ofrecer televisión.
Argentina es muy concentrado, sobre todo ahora que Clarín se ha convertido en el consorcio consentido del presidente Macri. Chile es muy concentrado y de ahí hay grados de concentración. Pero en la práctica en América Latina todos los sistemas están muy concentrados.