País Parque Nacional lleva cinco meses cerrado por el incremento de su actividad

Cierre de volcán Poás arroja preguntas sobre finanzas de Áreas de Conservación

Comercios de la zona sufren por merma en turismo. Intensa actividad volcánica inquieta a autoridades científicas.

Desde que el pasado 13 de abril, el Parque Nacional Volcán Poás cerró sus puertas al público, la merma significativa en el turismo de la zona ha afectado no solo los niveles de visitación turística acostumbrados por el comercio de la zona, sino que además produjo una disminución en los ingresos del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

De acuerdo con los datos del año pasado, del Sistema de Evaluación del Mejoramiento Continuo de la Calidad (Semec) del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), en el 2016 el Parque Nacional Volcán Poás recibió más de 402 mil visitantes; fue el segundo más visitado del país, después del Parque Nacional Manuel Antonio, que superó los 437 mil.

El Parque Nacional volcán Poás es de vital importancia para el público y el turismo nacional, el año pasado recibió la visita de 213.990. Solo fue superado en visitas por el Parque Nacional Volcán Irazú.

De manera que el cierre de sus instalaciones, a causa irónicamente de la misma actividad volcánica que lo ha hecho popular dentro y fuera del país, ha significado un duro golpe para la industria turística local.

Leonel Araya, presidente de la Asociación Cámara de Turismo y Comercio de la Región del Volcán Poás, dijo que el sector atraviesa “una crisis económica peor que cuando se dio el terremoto, porque ahorita la mayoría de las empresas les deben a sus proveedores. Deben plata y están viviendo al día”.

Esa asociación agrupa a unos 45 comercios de la zona, los cuales, de acuerdo con Araya, al inicio de la situación de cierre del parque estaban “en estado económico bueno”, pero ahora más bien están “llegando a un de empobrecimiento y deterioro de la empresa”.

Además, Araya reconoció que esto repercute en el bienestar económico de las comunidades, pues “todo es una cadena”.

“Como empresas familiares y turísticas, estamos debiendo plata, apenas pagamos a los bancos, los servicios básicos y manteniendo los empleados que quedan”. Una situación apremiante que amenaza con empeorar, pues la temporada baja en la zona empieza en setiembre y termina en diciembre. “Esto nos tiene alarmados, no sé cuántos negocios pueden aguantar, hay negocios que cierran tres días a la semana porque no llega gente”.

“TIERRA DE MUERTOS”

El problema para el Sinac no es menor. Específicamente, fueron 402.126 personas las que visitaron el volcán en el 2016, de las cuales 213.990 fueron residentes en el país y 188.136 personas extranjeras no residentes.

Por concepto de entrada se cobra ¢1000 a visitantes nacionales y $15 dólares a extranjeros (unos ¢8.635,6 a ¢575,5 el dólar).

A partir de esos datos se podría contabilizar un ingreso de ¢213.990.000 por concepto de visitantes nacionales y ¢1.607.396.041,6 por los extranjeros, para un total de ¢1.821.386.041,6. Sin embargo, es preciso hacer notar que la entrada al parque tiene un precio reducido para personas menores de 12 años, así como para giras educativas. Estas últimas variables no son especificadas en los informes estadísticos del Sinac, por lo cual la cifra de ingresos es menor a este cálculo.

En aras de mayor claridad sobre el golpe financiero que representa para el Sinac el cierre de éste parque nacional, se buscó durante varios días al director del Área de Conservación de la Cordillera Volcánica Central -a la cual pertenece el Parque Nacional Volcán Poás- Rafael Gutiérrez. Sin embargo, no fue posible lograr comunicación con el funcionario.

Desde el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) se difundió el criterio de Ruth Alfaro, jefa de Desarrollo de la institución, quien subrayó que, además del volcán, la zona ofrece “una gran diversidad de cosas por hacer”, pues destacó la operación de fincas agroproductivas de fresa, queso, leche u hortalizas, que pueden ser visitadas por el turismo nacional y extranjero.

Sin embargo, el comerciante Leonel Araya -cuya familia es dueña del restaurante La Casona de Doña Julia- reconoció que si bien las acciones del Gobierno por promocionar la región son bienvenidas, lo que se ocupa son acciones más decididas, como que la Municipalidad suspenda el cobro de patentes, algo que según dijo ya se acordó pero aún no se ha ejecutado.

También, informó que se ha buscado la posibilidad de que el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) hiciera un análisis que determine si es posible el pago de un subsidio, que permita a los negocios en peor situación mantener a sus empleados. “No estamos en condiciones de despedir y pagar liquidaciones, todos los empresarios están igual”, aseguró.

Al respecto añadió que “arriba, lo que es el volcán Poás, después del cruce de Vara Blanca, parece tierra de muertos”.

Dijo que se ocupa ayuda de instituciones como la Dirección General de Tributación o la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).

ZONA RIESGOSA

Las autoridades nacionales tomaron la decisión de cerrar el parque ante la magnitud de las erupciones del volcán, sobre todo el caudal de ceniza.

A inicios de abril, el Instituto de Investigación Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica de la Universidad Nacional (Ovsicori-UNA) llamó la atención del país por el aumento detectado de la actividad sísmica y fumarólica -emanación de gases- en el volcán.

En ese entonces, a través de un comunicado, anunció la observación desde principio de año de “un aumento sustancial” en la actividad sísmica y la emisión de gases. Especificó que se registraron más de 200 eventos sísmicos diarios entre finales de marzo e inicios de abril, así como la reaparición de pequeñas erupciones freáticas desde el 30 de marzo.

Las freáticas son erupciones que se dan cuando el magma llega a entrar en contacto con una superficie que contiene agua, como la laguna del volcán.

En ese momento el Instituto, además, puntualizó que los cambios geoquímicos observados a nivel superficial en el volcán Poás, como el aumento en el flujo de calor y de gases, eran “de firma definitivamente magmática”, y que ello podría generar un calentamiento del domo -la formación rocosa consecuente de la lenta erupción de lava-, una mayor actividad fumarólica o la reactivación súbita de erupciones freáticas.

Consultado al respecto, el Coordinador de Vulcanología del Ovsicori-UNA, Geoffroy Avard recordó que desde el 7 de abril se abrió un foco de emisión de gas cerca del mirador que afectó a la gente que allí se encontraba. El cierre definitivo se dio el 13 de abril, pues durante la noche del 12 al 13 se presentó un evento mayor, que implicó la pérdida de parte del domo -montículo que se forma en la zona de erupción- y que arrojó material fuera del cráter.

Avard dijo que posteriormente se han visto los eventos más energéticos de las últimas décadas, en los que las rocas lanzadas alcanzaron al mirador y más allá. Añadió que la erupción más grande se dio el día 22 de ese mes, cuando el material arrojado, incluso, dañó instalaciones del parque.

Todo cambió a inicios de junio, cuando el día 6 la actividad sísmica cayó súbita y radicalmente. El científico detalló que el volcán aún arroja ceniza, pero no se perciben eventos energéticos, como explosiones.

Detalló que hay una situación de conducto abierto, es decir, lo que tiene que salir encuentra salida sin obstáculo y por esa razón no aumenta la presión y no necesita explosión para salir, lo cual también implica que si viene “algo más fuerte” no se tendrá la posibilidad de percibir lo que los científicos llaman un “precursor”, un cambio en las señales que se monitorean que sirva de indicio.

Al día de hoy, el Poás no solo continúa arrojando ceniza, sino que la emanación de gases es dramáticamente superior a lo que era a inicios de año. Avard subrayó que en ese entonces casi no había gas magmático, específicamente emanaba entre 20 y 30 toneladas de dióxido de azufre (SO2), mientras que ahora ronda las 2.500 toneladas diarias. Detalló que se trata de un gas irritante, uno de los principales contribuidores para prevenir el crecimiento de vegetación.

Tras aclarar que, como científicos, no corresponde al Ovsicori-UNA determinar la apertura del parque, Avard fue enfático en que no es posible de momento determinar cuán peligroso es el volcán, y subrayó que ante la emanación de gas y ceniza, un cambio en la dirección del viento que los arrastre hacia el mirador haría imposible la permanencia de visitantes en el sitio.

Puntualizó que la situación del volcán de momento es “estable, pero de erupción permanente”.

 

 

 

 

 

 

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