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Cepal presenta un sombrío panorama de la recuperación en América Latina

Los problemas que generó la pandemia “afectaron más que proporcionalmente a las mujeres” y aumentaron la carga de trabajo no remunerado que ya tenían antes del confinamiento por el Covid-19, reafirma.

El rebote económico de América Latina y el Caribe no asegura un crecimiento sostenido, pues los impactos sociales se agudizan y se prolongarán en la reactivación, persiste el deterioro ecológico y retroceden las políticas ambientales.

Así resume la Comisión Económica para América Latina (Cepal), el sombrío panorama de la reactivación económica regional que se está produciendo paulatinamente, tras la contracción iniciada en el año 2020 por la pandemia de Covid-19.

Titulado “La paradoja de la recuperación en América Latina y el Caribe. Crecimiento con persistentes problemas estructurales: desigualdad, pobreza, poca inversión y baja productividad”, el documento, fechado el 8 de julio, plantea que “se agudizan las asimetrías económicas, sociales y ambientales” y que “la pandemia llevó a que la economía de la región experimentara la mayor contracción del PIB desde 1900 (6,8%) y registrara el peor desempeño entre las regiones en desarrollo”.

Anota que se perdieron más de 140 millones de empleos en el nivel mundial, pero la riqueza mundial aumentó un 7,4% en 2020 debido al crecimiento de los mercados bursátiles, la apreciación del sector inmobiliario, las bajas tasas de interés y los ahorros imprevistos como consecuencia del confinamiento. 

Sin embargo, estos efectos colaterales positivos beneficiaron más a los países más ricos.

“Los mayores incrementos se dieron en los Estados Unidos y el Canadá (12,4%), Europa (9,2%) y China (4,4%), mientras que en la India la riqueza se redujo un 4,4% y en América Latina y el Caribe disminuyó un 11,4%, cifra en la que incidió negativamente la evolución de los tipos de cambio. Siguiendo el patrón histórico, el 1% de las personas más ricas concentraron cerca del 50% de la riqueza mundial”, recapitula.

Pero la Cepal también recuerda que la contracción económica y sus efectos negativos estaban presentes desde antes de la pandemia.

“Antes de la crisis, la región estaba prácticamente estancada. El crecimiento promedio fue de solo un 0,3% y el crecimiento por habitante fue negativo en el período 2014-2019. Este sexenio fue uno de los de menor crecimiento desde que hay registro, solo comparable con los que incluyen a la Primera Guerra Mundial o la Gran Depresión”, dice.

De modo que sobre el crecimiento “casi nulo antes de la crisis, la contracción de 2020 y a la debilidad del Estado de bienestar y los sistemas de salud y protección social, se tradujeron en aumentos sin precedentes del desempleo, caídas de los ingresos e incrementos de la pobreza y la desigualdad que exacerbaron los problemas estructurales”. 

“La contracción de 2020 también dio lugar a un gran número de cierres de microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) y a la destrucción de capacidades productivas y humanas. Estos fenómenos afectaron más que proporcionalmente a las mujeres y reforzaron los nudos estructurales de las desigualdades de género”, agrega.

Para el 2021, la Cepal prevé un crecimiento económico del 5,2% para la región, el cual “no será suficiente para recuperar el nivel del producto registrado en 2019”, afirma.

“La dinámica y la persistencia del crecimiento de 2021 hacia adelante están sujetas a las incertidumbres derivadas de los avances desiguales en los procesos de vacunación y la capacidad de los países para revertir los problemas estructurales detrás de la baja trayectoria de crecimiento que exhibían antes de la pandemia”, añade. 

Costa Rica, según la Cepal, registró un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de -4,1 en el 2020 y estima uno de 3,2% en el presente año y de 3,5% en el 2022.

Esto contrasta con las estimaciones del Banco Central de Costa Rica, según la revisión de su Informe de Política Monetaria, en la cual mejoró sus proyecciones de 2,6% a 2,9% para el bienio 2021 y mantuvo en 3,6% el aumento estimado para el año 2022.

La Cepal advierte que los efectos de la crisis por la Covid-19 en el mercado de trabajo “fueron muy importantes”. 

“Las tasas de ocupación y de participación laboral disminuyeron en 2020, mientras que la tasa de desocupación aumentó mucho más que en crisis anteriores”, dice.

Además, resalta que  “el impacto de la crisis fue mayor en el empleo femenino, juvenil e informal”.

Entre 2019 y 2020, el número de ocupados se redujo en 24.827.000 personas, de las cuales casi 13.000.000 eran mujeres. Esto se tradujo en una tasa de desempleo femenino del 11,9%. 

“Durante 2020, las mayores pérdidas de puestos de trabajo se dieron en el empleo en hogares particulares (20,9%), donde trabajaban entre 11 y 13 millones de mujeres en 2019. En Chile, Colombia y Costa Rica, por ejemplo, la caída del empleo en este sector dejó a 4 de cada 10 trabajadoras domésticas sin puesto de trabajo”, afirma la entidad.

La tasa de participación de las mujeres disminuyó del 51,4% en 2019 al 46,9% en 2020 -es decir, a niveles similares a los de 2002-, mientras que la de los hombres pasó del 74,7% al 69,6%.

En siete de ocho países de la región la reducción del empleo durante la pandemia fue mayor entre las personas jóvenes y las personas trabajadoras informales.

Como consecuencia de lo anterior, los ingresos laborales promedio en general cayeron, aunque en algunos países se registró una variación positiva por la propia dinámica de la crisis: al reducirse los empleos de menor ingreso, el salario promedio puede subir por el “efecto composición”. 

Pese al aumento en el número de personas ocupadas, al primer trimestre de 2021 la región solo había recuperado un 58% del total de los empleos que se perdieron durante la crisis, añade. 

En cuanto al 2021, la Cepal estima que la tasa de participación laboral se incrementará 3,4 puntos porcentuales, al pasar del 57,7% en 2020 al 61,1% en 2021. 

Pero, “los hombres recuperarían niveles de participación similares a los que registraban antes de la crisis, mientras las mujeres alcanzarían tasas de participación similares a las de 2006 (49%)”, advierte. 

La tasa de desocupación aumentaría del 10,5% al 11% entre 2020 y 2021, pero igual que en las tasas de participación, las mujeres serían más afectadas, con una tasa de desempleo del 12,7%. 

“Muchas mujeres que perdieron el empleo en 2020 no han vuelto a buscarlo debido a la sobrecarga de las demandas de cuidados en los hogares en un contexto de cierre de establecimientos educativos e importante reducción o carencia de servicios de cuidados”, dice la Cepal. 

“Las mujeres han estado en la primera línea de combate a la pandemia, ya que representan el 73% del total de quienes trabajan en el sector de la salud. Además, las medidas de contención, las cuarentenas, el cierre de escuelas y el aumento de personas enfermas profundizan las presiones sobre las mujeres respecto de los cuidados remunerados y no remunerados, en un contexto en el que las mujeres ya dedicaban tres veces más tiempo que los hombres a tareas de cuidado no remunerado”, resalta.

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