Carmen vive en Goicoechea, en una casa de esas financiadas por el INVU en los años 70. Ella trabaja en una escuela y el salario le alcanza. Tiene 30 años de vivir ahí y la casa está pagada, pero tiene daños que no ha logrado resolver. Hay que cambiar el techo y arreglar la instalación eléctrica.
Ella es una de las más de 287.000 mujeres, jefas de familia, cuyas viviendas se encuentran en malas o regulares condiciones, de acuerdo con el Informe de Situación de la Vivienda y Desarrollo Urbano en Costa Rica, presentado este miércoles 19 por la Fundación ProVivienda (Fuprovi).
El texto concluye que de los casi 650.000 hogares costarricenses, que tienen una mujer al frente, más del 44% habita una vivienda que no cuenta con buenas condiciones (9,7% están en mal estado y 34,6% en condiciones regulares). De esta manera, lo que los investigadores a cargo del estudio llaman “déficit habitacional cualitativo” afecta más a las familias lideradas por una mujer.
Así, aunque los bonos familiares de vivienda cada vez más quedan en manos femeninas, estos atienden mayormente la falta de vivienda, es decir el “déficit habitacional” y no ese déficit cualitativo que se obtiene a partir del análisis de las condiciones de residencias.
Estadística invisible
Franklin Solano, investigador de Fuprovi, indicó que este es uno de los mayores hallazgos, pues las autoridades solo contabilizan dentro del déficit habitacional a una vivienda mala o regular si está en hacinamiento, mientras que la fundación considera deficitaria cada vivienda que no tenga condiciones óptimas. Así, la diferencia entre el dato oficial y este, es de unas 500 a 600 mil residencias.
Mientras Carmen y su familia buscan cómo mejorar las condiciones de su casa, sus hijos, todos hombres, ahora viven de manera independiente. Los tres viven en casas, propias o alquiladas, que se encuentran en buenas condiciones. En oposición a la situación de su mamá, ellos se suman a las más de 545.000 familias costarricenses que tienen a un hombre al frente y cuyas viviendas están en estado óptimo.
El estudio de Fuprovi abordó la situación de la vivienda a partir del sexo de la jefatura de hogar, extraído de los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho). Según explicó Franklin Solano, líder de la investigación, esta “jefatura” se define tradicionalmente por quien tenga mayores ingresos, aunque en ocasiones la familia la designa según sus propios criterios o indican una jefatura compartida, casos que no se contemplaron.
Irene Campos, ministra de Vivienda y Asentamientos Humanos, comentó que, para analizar esta diferencia, es necesario caracterizar que muchas familias que reconocen jefatura masculina son familias biparentales, lo que en muchas ocasiones representa doble ingreso, mientras que la mayoría de las jefeadas por mujeres, se refieren a mujeres sin pareja, con un único ingreso.
Y es que efectivamente, las estadísticas indican que las familias con jefatura femenina tienden a ser más pobres. Los datos de la Enaho sobre ingresos familiares y jefatura de hogar están directamente relacionados: si se analizan los hogares por quintil, se determina que a mayores ingresos, menos hogares liderados por mujeres y viceversa.
Campos indicó que su cartera reconoce estas diferencias y que por eso han acatado políticas públicas planteadas, especialmente, por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) para atender especialmente a estas familias.
La jerarca explicó que ambas instituciones en conjunto están elaborando un estudio sobre brechas de género en el acceso y la calidad de la vivienda en Costa Rica, con el fin de identificar los problemas y resolverlos.
Menos préstamos y más pequeños
Otro obstáculo al que se enfrentan las mujeres, que identificó el estudio, es el acceso a préstamos de vivienda y los bajos montos que se prestan en comparación a los que se ofrecen a varones.
Por ejemplo, Marta. Ella es una mujer divorciada y tiene un hijo adolescente. Es profesional y tiene un salario que considera bueno y su hijo recibe pensión del papá. No obstante, tiene más de diez años de alquilar casa en Heredia, pues sus ingresos no son suficientes para costear un préstamo de vivienda y sostener los gastos del hogar. Su exesposo, poco después de la separación, adquirió una vivienda nueva.
De acuerdo con un estudio publicado en 2019 por Banca para el Desarrollo, Sugef y el Inamu, citado por Fuprovi, durante el 2018, un 57% de los préstamos otorgados para vivienda fueron a hombres y sólo un 43% a mujeres.
Cuando se analizan los montos, la brecha es aún mayor. En ese mismo año los hombres se beneficiaron con el 61.6% de la cartera de crédito para vivienda, es decir, con ₡3.56 billones, mientras las mujeres en total obtuvieron ₡2.22 billones.
Franklin Solano apuntó que a este dato se le suma que, cuando se analizan las formas de tenencia de las viviendas, hay una mayor cantidad de familias jefeadas por hombres que viven en una casa “propia, pagando a plazos”. Así, dijo, es posible concluir que el sistema financiero está beneficiando mayormente a los hombres a través del crédito.
Campos, ministra del ramo, insistió en que las familias con jefatura masculina muchas veces cuentan con otra persona adulta que genera dinero, por lo que es normal que los montos sean mayores. También, dijo, se podría conjeturar que las diferencias salariales afectan en el acceso a préstamos, pero que esto requiere más análisis.
Si bien el otorgamiento de créditos está a cargo de la banca pública y privada, que está fuera del rango de acción del Mivah, Campos indicó que se han emprendido iniciativas para paliar este desequilibrio.
Su ministerio en conjunto con el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (Invu), dijo, han lanzado la iniciativa “Crece Mujer” dirigida principalmente a mujeres de clase media, independientemente de su estado civil.
El mecanismo permite acceder a préstamos de vivienda con plazos de cancelación de 20 años a una tasa de 8%. Así, dijo, se pretende facilitar el acceso a mejores condiciones de vivienda a las familias con jefaturas femeninas, que siguen aumentando en el país.