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Carolina Hidalgo: una de tres en la historia legislativa

La actual presidenta del Congreso es apenas la tercera mujer en su puesto, un cargo con 195 años de historia.

Solo tres mujeres han ocupado la Presidencia de la Asamblea Legislativa desde 1824. Una de ellas es Carolina Hidalgo Herrera, la actual jerarca del Primer Poder de la República.

Antes de ella habían ocupado ese cargo la socialcristiana Rina Contreras (2000) y la libracionista Rosmery Karspinsky (1986). La primera cuando Hidalgo apenas concluía sus estudios de secundaria en el Colegio Patriarca de San Ramón, y la segunda cuando la actual presidenta ni siquiera había dado sus primeros pasos en el sistema educativo.

Aparte de ellas, pasaron por el puesto 129 hombres, casi 20 de ellos por más de un periodo.

Carolina Hidalgo es una de tres en la historia legislativa (o una de 132, según se mire).

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La presidenta de la Asamblea Legislativa llegó a su cargo el primero de mayo de 2018, en parte por la tradición de que una figura del oficialismo ocupe la silla presidencial del Congreso durante el primer año de cada cuatrienio y, en otra, como una señal de un cambio que quiso dar la mayoría de los diputados.

Colocar a una mujer, y especialmente a una mujer joven (de 36 años) como ella, era todo un mensaje.    

Así lo apuntó desde el inicio de sus gestiones la propia diputada, cuando dijo —justo después de ser electa— que no podía dejar de recordar “los muchos esfuerzos gestados por mujeres a lo largo de la historia” para que alguien como ella pudiera llegar a ese puesto.

Mencionó a las sufragistas, al movimiento feminista y cada mujer antes de ella que abrió una puerta distinta, incluida la Presidencia legislativa. 

Hidalgo llegó a la Asamblea con el cartel de conciliadora, como una mediadora certificada del Ministerio de Justicia y Paz, donde trabajó como directora en Resolución de Conflictos, entre 2014 y 2017, hasta que llegó el momento de la campaña legislativa.

En ese entonces renunció a su trabajo, gastó todos sus ahorros e inició un camino del que no tenía mayores certezas.

De hecho, recuerda que estuvo a punto de perder la postulación como diputada en la contienda interna de su partido, un boleto que ganó por un solo voto.

“Así de efímero era todo. Si una persona hubiese cambiado de criterio yo no hubiera tenido esta super oportunidad. Yo no tenía claridad de si iba a quedar o no, pero sí tenía la intuición y el deseo de que existieran más mujeres en el Congreso de las cuales yo pudiera sentirme representada, por eso pensé que podía aportar algo”, señaló.

Antes de trabajar en el Ministerio de Justicia, Hidalgo además había sido asesora legislativa entre 2010 y 2014, un antecedente que también le sirvió para colocarse como una opción verdadera a la Presidencia de la Asamblea.

La alajuelense no solo era la carta mediadora en un Congreso repleto de divisiones (con siete fracciones y un diputado independiente), sino que además conocía perfectamente el teje y maneje del siempre complicado Congreso.

Sus estudios los había realizado primero en la Sede Occidente de la Universidad de Costa Rica (UCR), donde se graduó con honores de la carrera de Derecho. Más tarde, se especializó en Ordenamiento y Gestión del Desarrollo Territorial y Local, en Sevilla, y regresó a Costa Rica para cerrar su maestría en Derecho Público.

Así fue como la abogada y deportista —porque  también es ciclista y nadadora— llegó a su puesto en 2018. El cargo más importante del Directorio legislativo, donde ahora espera ver a otra mujer en 2019.

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Los focos y la atención mediática han estado puestos desde el inicio de sus gestiones sobre la presidenta legislativa.

En parte —asegura ella misma— es por la suerte de haber coincidido con un grupo de legisladores que entró de lleno y con apetito de transformaciones.

Este Congreso, liderado por Hidalgo, ha sorteado grandes retos, incluidas las tan postergadas reformas de corte fiscal y al reglamento legislativo, dos temas que había mencionado como sus prioridades desde el inicio.

Todo esto, dice, ha tenido impactos internos y externos.

Con sus compañeros diputados, asegura, ha podido llevar “un liderazgo colaborativo, donde las cosas no le pertenecen a una persona sino a un equipo”; mientras que, hacia fuera del Congreso, ha logrado visibilizar un liderazgo que no excluye a las mujeres.

Al respecto, dice y repite que solo es una más en la historia, como muchas otras que han sido referentes para mujeres como ella.

Son muchas y ejemplos sobran, desde los más recientes hasta la mujer cuyo retrato cuelga en su oficina presidencial: Francisca “Pancha” Carrasco. Esa mujer fue declarada heroína nacional apenas en 2012 por el Congreso, momento desde el que se nombró con su nombre al despacho de la Presidencia Legislativa.

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La presidenta legislativa, sin embargo, también ha recibido descréditos en distintos momentos. Esa actitud no sólo es común en política sino que además se potencia a través de un machismo que no acostumbra dar poder político a las mujeres.

Sin embargo, el cambio prometido llega de a poco.

“Las mujeres nos enfrentamos todavía a una realidad que nos pide siempre dar una milla extra”, lamenta la presidenta.

No obsatante, Hidalgo asegura que “en el tanto se tengan mayores oportunidades de liderar, todo puede ir cambiando”.

Por eso, dice que le gustaría ver a otra mujer presidir el Congreso a partir de mayo próximo, cuando dejará su puesto tras completar sus 365 días en funciones.

“Hace falta que cada vez más compañeros reconozcan que tienen un privilegio y que renuncien a ello para abrir paso, pero también hace falta que nosotras asumamos el rol y nos empoderemos”.

“Esa es mi aspiración y mi sueño, y sólo va a ser posible si asumimos ese rol y si ellos comparten y respetan el liderazgo que nosotras mostremos”.

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