País Renuncia del Ministro de Obras públicas y Transportes

Carlos Segnini tampoco pudo

El MOPT volvió a perder la cabeza. La gestión confrontativa de un político cero kilómetros tampoco era solución. Se va él y queda

El arrojo de Carlos Segnini no fue suficiente o no fue acertado. El ministro de Obras Públicas y Transportes dejará de serlo al acabar enero. No aguantó ni la mitad del gobierno. No pudo mover al sector como hubiese querido y tampoco pudo sostenerse en esa silla inestable como el lomo de los toros que trataba en su juventud, allá en Las Juntas de Abangares.

Veinte meses después de debutar en la política como parte del “gobierno del cambio” a cargo del que, tal vez, sea uno de los ministerios más chúcaros e insatisfactorio, Segnini presentó la renuncia al presidente Luis Guillermo Solís y vuelve a dejar en el aire la idea de que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) es indomable.

No pudieron los antiguos ministros presidenciables de gran colmillo en décadas anteriores, los pasantes del sector privado, los burócratas aguzados y ahora tampoco pudo el egresado de un doctorado en Derecho Administrativo, teóricamente especialista en manejo de la administración pública. Teóricamente.

Pudieron más la realpolitik, la burocracia, los intereses creados por décadas de un contrato tácito que impone un código de “ayudame que yo te ayudo”, la magnitud de los desafíos de uno de los sectores claves para el crecimiento de la economía y la oposición al cambio dentro y fuera del oficialismo.

Segnini se quedó corto con las amarras institucionales y las finezas que exige la política actual. Su carácter de vaquero resuelto lo llevaron a darse de cabezazos contra el muro y hasta chocar contra diputados del Partido Acción Ciudadana (PAC) en el cual llevaba años como miembro de tercera línea.

“Desgaste” fue la palabra que quedó resonando tras la confirmación del presidente Solís de que Segnini renunciaba, este miércoles 13 al mediodía, como tanto se rumoró en los meses recientes. Era imposible que llegara a mitad de gobierno, en mayo, sentado en esa silla. (En 50 años ningún ministro del MOPT ha podido completar un cuatrienio).

Era cierto que Segnini renunciaba. Aduce razones personales y circunstancias propias de su cargo. “Zancadillas” y falta de colaboración de otras instancias fueron dos elementos que mencionó en una entrevista en el programa “Hablando Claro”, en Columbia.

El desafío era mayúsculo y las posibilidades estaban agotadas para el hombre elegido por Solís como jinete de su primer decreto presidencial, aquel N° 38489-MP-MOPT, la medida efectista que ordenaba intervenir de emergencia doce puentes y nueve alcantarillas viales.

Ese primer decreto fue, a todas luces, la apuesta fuerte del primer gobierno del PAC para un sector que tiene hastiada a la población y cuyo símbolo es la triste fotografía del pequeño puente averiado sobre el río Virilla en la autopista General Cañas.

El puente de ‘la platina’ sigue en espera de un arreglo definitivo dentro de una lista de pendientes que abarca grandes obras repletas de discusión política: la ampliación de la ruta 32, la carretera San José-San Ramón, el tramo norte de Circunvalación, la Florencio del Castillo… Y de la modernización del transporte nacional, ni asomos.

Segnini insiste en que sí se ha avanzado, pero en los niveles invisibles del papeleo institucional y no el del cemento de la obra.

Lo dijo en una conferencia de prensa el mismo miércoles antes de acabarla de manera intempestiva, sin aceptar una sola pregunta. Se levantó y dejó vacía la silla ante los reporteros que ya tampoco se sorprendían. No le faltaron los chispazos de hostilidad con la prensa ni con diputados.

Desdeñaba a los políticos quizás porque él no se sentía parte del hábitat político. En una oportunidad cuestionó en el plenario legislativo la capacidad de un legislador de entender un asunto de planos de la ruta 32.

Sus cero kilómetros en tarima, sin cuestionamientos pasados, podían ser vistos como una virtud en la Costa Rica donde lo tradicional se cotiza a la baja, pero acabaron siendo también su flanco débil.

Lo señalaron tres diputados oficialistas en una carta al presidente Solís en octubre.

Lo dejaron por escrito, por si las dudas. Henry Mora, Javier Cambronero y Víctor Hugo Morales Zapata, quienes cuestionaron con dureza y en público la gestión del MOPT desde mayo del 2014, pero el Presidente respondía que apoyaba a Segnini, que no lo sustituiría como en efecto debe hacerlo ahora, cuatro meses después.

Las reflexiones navideñas y de cambio de año fueron definitivas para el ministro. Ahora puede incluir en su currículo los 20 meses como jerarca a cargo de un ministerio aparentemente indomable. Duró más que la media de ministros del MOPT en los últimos años, fijada en 18 meses, según el dato paliativo que argumentaban dentro de gobierno.

¿Apoyo presidencial?

La Presidencia de la República avala el informe de gestión de Segnini, según el cual hay progresos en los procedimientos y será posible iniciar algunas obras importantes en el 2017.

No ha habido mayores declaraciones hasta el anuncio del sustituto, aún pendiente al cierre de esta edición. El sindicato del MOPT también estaba a la espera, con la certeza de que debe ser un nombre con poder desde la Presidencia, algo que el secretario general, Wálter Soto, duda en el caso de Segnini.

“Él vegetó y se rodeó de un círculo que no le ayudó. No sé si podía o no, pero creemos que no tenía un apoyo claro de Luis Guillermo Solís como sí lo tuvieron con sus presidentes el ministro Rodolfo Méndez Mata o Karla González. Ojalá nombre a alguien que reactive al MOPT; ahora tenemos 3.500 funcionarios prácticamente parados en los planteles en todo el país”, dijo el vocero de la Unión Nacional de Trabajadores del Obras Públicas y Transportes (Unatropyt).

El gobierno decidió bajar el volumen al tema mientras se elige a un nuevo ministro y se define el modelo de jerarquía política para el sector, pues algunos diputados como Cambronero y Morales Zapata abogan por designar también un “zar” de la infraestructura pública en la Presidencia que ayude al nuevo jerarca con la relación frente a otras entidades vinculadas.

Unos y otros reconocen que el ministro, sea quien sea, tiene pocas opciones de salir airoso en el pantano en que está convertido el MOPT. “Pueden nombrar a Superman, pero ahí le recetan kriptonita”, decía entre bromista y serio un diputado opositor en una conversación de pasillo tras conocer la dimisión de Segnini.

Con él coincide el diputado oficialista Morales Zapata, quien propone crear un “centro de gobierno” para el tema de infraestructura dado el rezago, el entrabamiento y el alto valor de este sector para la reactivación económica.

Lo dice sin dejar de criticar a Segnini, quien en su opinión “no llegó a comprender a la política ni los políticos”.

“Por eso creó un océano de distancia con actores clave. Así se sabía que iba a salir mal. Para llevar adelante esto no hay que saber del tema, sino saber conjuntar ideas”, comentó el legislador, quien recuerda a Segnini trabajando en la campaña presidencial a cargo de organización electoral.

Llegó al ministerio por el llamado del entonces jefe de campaña y posterior ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, con quien tuvo mala relación en el primer año de gobierno, contó Segnini.

Segnini fue asesor legal en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) con el rector Eugenio Trejos, después de participar activamente en la campaña del “No” al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Fue asesor en materia de innovación en la Universidad de Costa Rica (UCR) y abogado litigante en derecho administrativo, además de consultor en temas diversos, dice su currículo. También fue coordinador de la Defensoría de los Habitantes en su provincia, Guanacaste. Ahora podrá incorporar a su hoja de vida los 20 meses como ministro del MOPT, como única experiencia política, más allá de sus resultados.

El MOPT es, en su estructura, el mismo que cuando Solís y Segnini prometieron cambiarlo.

Es poco más que el despacho ministerial con una serie de departamentos de pocas potestades, con consejos adscritos en donde se concentra el poder y con una alta dependencia de los trabajos que se contratan por montos multimillonarios a unas pocas empresas privadas.

El ministro se va el 31 de enero y deja en papel la propuesta de crear un Instituto Nacional de la Infraestructura (INI) y cerrar órganos como el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) o el de Concesiones (CNC).

El poder de los “mandos medios” del MOPT sigue intacto.

“Segnini fue un ministro íntegro enfrentado a un laberinto burocrático que carece de patriotismo. Y él, de poca experiencia, tuvo poca respuesta contra ese laberinto”, resume Ottón Solís, en un atisbo de coincidencia con la opinión de Morales Zapata.

Segnini quiso evitar jugar internamente a favor del viento y acabó agotado y extraviado, sin espacios políticos para operar y sin un apoyo sólido del oficialismo. Para algunos, se había tardado en renunciar.

“No debe de ser fácil llevar ese puesto y saber que desde tu misma fracción (legislativa) te están torpedeando”, dijo el legislador liberacionista Rolando González.

“Quiso marcar la cancha y trató de no doblarse, pero eso afecta la atención de la clientela política. Lo evidente es más bien la ausencia de las grandes obras. Vamos a la mitad de este gobierno y esto está como al principio”, añadió el diputado verdiblanco.

El vaquero Carlos Segnini sale de la escena, pero el western continúa y la finca sigue tan ‘encharralada’, como la describió Solís al principio de su mandato.

Carlos Segnini:“Pueden pasar diez ministros más…”

Acta de la comparencia de Carlos Segnini el 1 de octubre del 2015 en la comisión legislativa de control de ingreso y gasto público:

“Aquí hay un sistema complejo. El problema es que el costarricense desconfía uno del otro. Nos echamos la culpa. Nos pasamos reprochando y no hay confianza absoluta en nadie. Lo que pasamos es bajándonos el piso y tratando de pedir que quiten y venga el de turno.

Pueden pasar diez ministros más, que va a seguir pasando lo mismo, si no generamos confianzas, si no buscamos agilidad y nuevas formas de hacer las cosas.

Tenemos que buscar nuevos financiamientos. Tenemos que buscar fideicomisos. Tenemos que buscar otra manera, para que los resultados sean diferentes. Pero, de momento, se trabaja con lo que hay. Y sepan que este Ministro está comprometido con eso y que ustedes lo saben, porque han estado en la política muchos, que un ministro no es el responsable del rezago de infraestructura que tiene este país, de tantísimos años.

Y estamos entrabados, porque hay una normativa que a nosotros no nos deja trabajar; tenemos un régimen de empleo que no me permite movilizar a gente que no está sirviendo. Cuando queremos empujar las cosas, a veces, se caen y vienen apelaciones por aquí, apelaciones por allá y no lo logramos”.

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