País

Candidatura de Óscar Arias, una serenata al sol

Recibió a simpatizantes que le suplicaron postularse por tercera vez. Aún no tiene resueltos los cómo ni los por qué, pero las encuestas lo animan.

Es una lástima que la casa de Óscar Arias no tenga balcón. Habría sido más fácil verlo y escucharle en un discurso tan suyo, describiendo en tercera persona al candidato presidencial que fue hace 30 años: joven, preparado, valiente, con ideas y hasta guapo, sin culpar a las mujeres que, en 1986, lo habrían votado atraídas por sus encantos.

(Este es el acto en que decenas de simpatizantes le suplicaron que vuelva a postularse para la Presidencia de la República, organizado por un grupo de dirigentes juveniles y figuras aristas conocidas y exfuncionarios de sus gobiernos)

Habría sido más fácil verle la sonrisilla de bromista de o de pícaro en ese momento, o la cara de emocionado por tantos piropos y súplicas del grupo de unos 300 simpatizantes políticos que este sábado llegó por la mañana a rogarle que se lance a una tercera candidatura presidencial, que el país lo necesita y que solo él puede ponerle el pecho a los problemas nacionales.

Pero la casa de Arias, que se convertirá algún día en museo de la vida del expresidente y premio Nobel de la Paz, tiene solo una planta y el escenario acabó siento una tarimita de diez pulgadas de alto colocada a la entrada del portón donde tantas veces hemos estado los periodistas esperando que él salga y lance alguna de sus célebres citas y luego diga algo más.

(Falta un año y medio para las elecciones del 2018 y Arias mantiene indecisión pública sobre si postularse o no en un Liberación Nacional (PLN) donde ha perdido terreno y donde abundan los precandidatos; el más notable, el expresidentes José María Figueres)

Lo de hoy era más teatral. Esto fue una serenata sin balcón y al mediodía, cantada por decenas de dirigentes aristas, algunos representantes juveniles del Partido Liberación Nacional (PLN) y algunos ciudadanos invitados que no sabían bien de qué iba la obra; un señor de Coto Brus creía que ya Arias es candidato y que aquí estaban apoyándolo, por ejemplo.

“Queee salga, queee salga”, coreaba el grupo de personas (700, dicen los organizadores) al principio de un acto inédito en la política nacional. Toda una puesta en escena para implorar a un político que por favor se postule a la presidencia de la República. Dentro, todos sabían de qué iba el guión.

(Había calor y color. Una máscara con la cara de mejillas y orejas grandes del exmandatario, una pancarta con la foto él se hizo tomar en un estudio al comenzar el gobierno del 2006. Había también repartición de gallos de chorizo y chistes fáciles).

Comenzaba con la caminata desde un parque cercano, con comparsa y marimbas, continuaría con los discurso generosos de tres jóvenes y acabaría con el saludo que el exmandatario 1986-1990 y 2006-2010 convirtió en un discurso de 30 minutos con sus infaltables menciones a Churchill, Lincoln y al tocayo Wilde, con un par de codazos al legado del gobierno de su examiga Laura Chinchilla y otro par al gobierno de Luis Guillermo Solís.

Después fotos y unos minutos con la prensa para decir cosas como “yo caminando gano una convención en el PLN”, “la lógica indica que vistas las encuestas, otros rivales deberían hacerse a un lado”, sin mencionar el nombre del precandidato y también expresidente José María Figueres, que ayer estaba en Panamá recogiendo un doctorado honoris causa.

(Habrá que buscarle significado al movimiento demoledor de los dedos del exmandatario contra una servilleta mientras hablaba con la prensa, en la cochera frontal de su casa, al lado de su hermano Rodrigo, clave en cualquier decisión que tome)

También dijo que no es ningún mesías, que esta decisión es difícil porque le va a marcar la vida, que está tanteando el clima político, que le alegra sentir un apoyo de la juventud y que claro que es una figura polarizante polariza, como polarizan todos los grandes líderes políticos.

(En el repertorio estaba también la canción del cumpleaños, con un leve adelanto de un mes. Este 13 de setiembre cumple 76 años y asegura sentirse joven, con energías para, en caso de ser necesario, afrontar una convención, una elección y una segunda ronda).

Pero no dijo si se postulará o no, como querían sus visitantes de ocasión. No tiene claro si buscará un tercer gobierno o no, si intentará emular a Pepe Figueres y a Ricardo Jiménez o no; no está seguro de los cómo ni de los para qué. La decisión pasa por la viabilidad electoral en el actual descalabro del tablero partidario y por el fondo, de qué proyecto político llevar ahora como llevó en 1986 el plan de paz centroamericano o en 2006 los proyectos ligados al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.

(Después su hermano Rodrigo repetirá que apoya la decisión que él tome, pero que hay que pensar muy bien los para qué, como reformas en lo fiscal, en infraestructura, en empleo público o una apertura del sector eléctrico, que les quedó pendiente en 2010)

“El gobierno de Laura Chinchilla se acobardó, le tuvo miedo a los sindicatos”, dijo Arias en referencia al proyecto de apertura eléctrica, contra el gobierno que él impulsó con un afán continuista. “Y este gobierno se opone por ideología”, añadió antes de reiterar su crítica sobre las pérdidas de tiempo que, por indecisión, comete el país en asuntos, por ejemplo, como la incorporación a la Alianza del Pacífico.

Antes había citado a Voltaire, a Óscar Wilde y a sí mismo. Había recordado el ímpetu de 1986 cuando disintió de Estados Unidos y de Rusia sobre el abordaje de las guerras centroamericanas, y en la opinión pública de Costa Rica solo tuvo el apoyo de semanario Universidad. “Aunque después me ha adversado en casi todo”.

(“¡Qué barbaro, qué sabiduría!”, decía con aparente franqueza un joven a mi lado. Otros lo filmaban con el celular. Otros intentaban el selfie con el expresidentes de fondo. Otros se hidrataban porque venían, o los trajeron, desde temprano. El sol castigaba)

Eso fue todo este sábado; en eso que acabaron llamando “la romería”. Fue un masaje de pueblo, una calentadita al ego y un empujoncito a la tentación de volver a la política electoral.

Un ejercicio de lealtades de dirigentes y una que otra apuesta por un empleo a futuro. Un encuentro de viejos amigos, de exdiputados (Federico Tinoco, Óscar Núñez, Víctor Hugo Víquez…), exdiplomáticos de confianza (Carlos Láscarez, José Torres), expresidentes ejecutivos (Jorge Sánchez, Yalile Esna) y excolaboradores de imagen, sus escultores.

Y gente nueva también, claro. Por eso el discurso de una colegiala de Desamparados llamada Aldana (“apelamos a su sentido de responsabilidad patriótica, don Óscar), del universitario Daniel Cordero (usted, don Óscar, es la única persona que nos puede conducir por el rumbo necesario) y de la alcaldesa de Oreamuno, Catalina Coghi, la más joven electa en los comicios municipales de febrero, que acabó su discurso así: “le pedimos que una vez más conduzca a la grey”.

(Hacia la 1 p. m. ya casi nadie quedaba en la calle. La parrilla había convertido 260 kilos de salchichón y chorizo en 1.600 gallos, financiados por un sector de dirigentes cooperativos. Solo quedaba un humo que parecía incienso pero olía a embutido.

Las busetas retornaron a sus sitios (Ciudad Neily, Los Guido, Limón, Desamparados…) y se llevaban por ejemplo al niño Abraham, de 10 años, que vino sin sus papas, con un dirigente de Finca San Juan de Pavas llamado David. “Vine a pedir que me dé una casa o unos tacos para jugar futbol”, explicaba antes sin vergüenzas después de decirle a uno de los organizadores Miguel Guillén, que por favor lo dejara entrar a la casa del expresidentes, que lo dejara pasar el portón, que quería conocer., que quería agua.

No ponía atención al exmandatario, que seguía en su discurso con frases para entrecomillar. Por ejemplo, la del historiador británico Arnold J. Toynbee, esa que dice así: “El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan por ella”.

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