En La Finca La China, ubicada en Sabalito de Coto Brus, 67 indígenas ngöbe buglé, provenientes de Panamá, se encuentran desde ya recolectando café, en una cosecha muy diferente a lo ya acostumbrado, basada en protocolos sanitarios y en “burbujas sociales”.
Esta es la apuesta de los productores cafetaleros del país, quienes, desde el mes de mayo, junto al Instituto del Café de Costa Rica (Icafe), el Gobierno y las municipalidades tuvieron que buscar la manera de organizarse, para así salvaguardar la producción de este año y la salud de los recolectores, y que, de no respetarse, podría ser el traspié de una millonaria cosecha del café.
En esta finca en específico, el primer grupo de indígenas ngöbes buglé ingresó el pasado 26 de agosto, día en que empezaron un período de cuarentena, el cual les permite trabajar en los cafetales, pero les impide salir a las distintas comunidades del cantón de Coto Brus.
Este grupo conformado por 67 indígenas corresponde a una burbuja social, según indicó el administrador de la finca, Marcos Cerdas, quien destacó que, cuando los siguientes recolectores -más de 400- ingresen, no podrán tener contacto con esta burbuja. Esta medida se tomó con el propósito de que, si se llega a dar un eventual contagio, todos los trabajadores de la finca no deban ser aislados o se dé un contagio masivo.
“Ha sido un ingreso de trabajadores un poco estricto por el protocolo que tenemos que llevar a cabo y paulatino. Hemos logrado ingresar cerca de 70 recolectores de la comarca indígena y ha sido bastante difícil, ha habido mucho control sanitario que es el que exige el país”, señaló Cerdas
Para estos indígenas, hombres y mujeres entre los 15 y 45 años de edad, la cosecha de este año ha sido bastante diferente, pues tuvieron que someterse a distintos exámenes de signos vitales, cuarentena y protocolos sanitarios, incluso antes de llegar a Costa Rica.
Protocolo sanitario
El viaje desde Panamá hasta Costa Rica tardó dos días, según cuentan, pues tuvieron que bajar desde las montañas y hasta cruzar ríos en lancha, para así llegar a Casa del Caminante, primer puesto de revisión médica en territorio panameño, donde les tomaron signos vitales.
Al no presentar síntomas de COVID-19, estos trabajadores avanzaron hacia otro puesto de control médico en el distrito de Bugaba, ubicado en la provincia de Chiriquí, lugar donde se les consignó un carné sanitario binacional.
El siguiente paso fue avanzar hacia la frontera con Costa Rica donde, una vez más, fueron sometidos a un nuevo chequeo médico y revisión de maletas. En ese lugar les correspondió informar sobre el sector o finca, y el nombre del productor que los contrató, todo esto con el fin de formalizar su ingreso.
Tras superar estos controles, a los trabajadores se les concedió un permiso temporal de trabajo y se les giró una orden sanitaria de aislamiento por 14 días, la cual deberán cumplir en las fincas cafetaleras en su respectiva burbuja social. Durante este período serán sometidos a chequeos diarios con el fin de descartar un posible contagio.
Burbujas sociales
Para esta cosecha, además, los recolectores se dividirán en cuadrillas en las que compartirán espacios comunes y de trabajo, con el fin de evitar una propagación del virus. Estos lugares y las residencias de los indígenas fueron rotulados con los protocolos de higiene.
“Para ingresar a la finca, a ellos se les da una charla de inducción sobre los cuidados que deben tener. Ellos no pueden salir de la finca. Van a estar en sus casitas, pueden trabajar, no van a estar encerrados. Ellos tienen un brazalete de distinto color que deben usar siempre, el cual nos permite controlarlos y que no se mezclen las burbujas. En el trabajo de campo, trabajan por sectores para no mezclarse. A la hora de hacer el cobro, tienen que guardar la distancia en una fila y cumplir con el lavado de manos. Posterior a eso deben salir a sus casas”, destacó Cerdas.
“Ellos ahora no están corriendo riesgo de mezclarse con otras burbujas. De aquí en adelante seremos muy estrictos porque habrán ocho o diez burbujas. El manejo y la administración de esos grupos es fundamental”, agregó.
Cerdas mencionó también que, para la cosecha de este año, la finca no ha querido que traigan menores de edad; sin embargo, algunos vinieron a acompañar a sus padres. A ellos no se les exige que trabajen, aseguró.
En la finca La China, de 85 hectáreas, los indígenas ngöbe buglé ya se encuentran recolectando la granea del café (los primeros frutos de la cosecha). Cada cajuela de granea tiene un valor de ₡2.000; mientras que la de café maduro, ₡1.100.
Los protocolos sanitarios de entrada al país también fueron superados por otros 20 indígenas ngöbe buglé, quienes ingresaron al país el pasado 21 de agosto, y ahora residen en la finca El Indio Dormido, ubicada en San Vito de Coto Brus.
En esa finca, al igual que en la anterior, el ingreso de los recolectores se dará de manera paulatina. Ellos también se encuentran divididos por burbujas sociales, así lo pudo constatar un equipo de UNIVERSIDAD a finales del mes de agosto, cuando visitó la finca y observó la revisión diaria que se realiza a los trabajadores en cuarentena antes de que se movilicen a los cafetales.
A esta revisión matutina, los indígenas asisten con su respectiva careta o mascarilla. En esta finca, una de sus trabajadoras les toma la temperatura y les pregunta si han tenido síntomas de COVID-19, datos que va apuntando en un registro.
En la Finca El Indio Dormido, de 65 hectáreas, la mayoría de los indígenas ngöbe buglé se encuentran chapeando, mientras madura la cosecha. En la última semana de agosto, solo tres de los trabajadores (una mujer y dos de sus hijos) se encontraban recolectando la granea del café.
“Una pequeña parte de la finca está para ‘chapiar’ y por eso tenemos a algunos trabajando en eso, puede ser que en las siguientes semanas ya empiecen a recolectar café. Esperamos recibir para este año unos 160 indígenas”, señaló la administradora de la finca, Yoselyn Sánchez
En esta finca la cajuela de granea se paga a ₡1.800; mientras que la de café maduro a ₡1.200.
Proyecciones en Coto Brus
El gerente general de Coopesabalito R.L., Warner Quesada, destacó que, para este año, se tiene la proyección de recibir en Coto Brus unos 7.500 recolectores de café.
Quesada comentó que, en la producción del año pasado, el 90% de los recolectores fueron indígenas ngöbe buglé y que la cantidad de costarricenses era realmente “poca”; sin embargo, considera que este año las cifras podrían cambiar.
“Yo sí creo que este año van a haber en los cafetales más costarricenses que en los últimos 20 años. Los mismos finqueros están tratando de llamar a sus familiares a ver si vendrían a coger café”, señaló Quesada.
El gerente mencionó que para este año se tiene la proyección de invertir ₡3.000 millones solo en recolección de café. Además, se proyecta que el valor total bruto de la cosecha sea $17 millones.
Indígenas vienen a Costa Rica en busca de mejorar sus ingresos
Mejorar sus ingresos económicos es la principal motivación de los indígenas ngöbe buglé, quienes llegaron a Coto Brus en el mes de agosto para trabajar en la recolección del café.
Ese es el caso de Yessica Morales, de 32 años de edad, trabajadora de la Finca El Indio Dormido, ubicada en San Vito de Coto Brus, quien llegó al país con el objetivo de ganar dinero, pues en la comarca en la que vive “es difícil hacer plata”.
“Todos los que venimos a la cosecha es porque en la comarca es difícil hacer plata. Venimos a hacer plata para luego trabajar en la comarca. Yo me dedico a coser ropa en Panamá”, señaló.
Yessica es madre soltera y cuenta que vino al país acompañada por sus tres hijos de 13, 15 y 17 años de edad, quienes también se encuentran recolectando la granea en la finca
Aseguró, también, que el camino para llegar a Costa Rica fue difícil y largo, debido a los rigurosos controles que se deben superar para así ingresar al país.
En la misma finca se encuentra el indígena Omar Palacio, de 24 años, quien asegura que decidió venir al país, pues en la comarca ngöbe buglé no hay recursos económicos.
Omar señaló que en la comarca se dedica a la ganadería; no obstante, el dinero se gana más rápido en la recolección del café.
A ellos se suma Sipriano Montezuma, de 39 años, quien se encuentra actualmente trabajando en Finca La China, y llegó al país por primera vez a finales del mes de agosto.
Sipriano vino a Costa Rica acompañado por su hijo de 14 años, motivado por conocidos, quienes le dijeron que en el país había bastante café. “Si uno aquí rinde uno gana, sino no”.
El cantón de Coto Brus espera emplear este año a 7.500 recolectores de café. Algunos de ellos se dirigirán en el mes de enero a trabajar en la cosecha de la zona de Los Santos.