País Entrevista con la ministra de Educación, Sonia Marta Mora

“Brechas de desigualdad siguen siendo un reto en materia educativa”

Actual administración ha impulsado iniciativas para mejorar atención de primera infancia,

Actual administración ha impulsado iniciativas para mejorar atención de primera infancia, cambio de planes curriculares, acceso a comedores y transporte para quienes más lo requieren.

Inició como jerarca ministerial en mayo de 2014 y fue recibida por una huelga de educadores que duró 21 días; fueron tres semanas en las que tuvo que negociar con el gremio del Magisterio, que reclamaba el pago de salarios, un problema heredado por el Gobierno anterior. Sonia Marta Mora, ministra de Educación, supo hacer frente a este conflicto y a partir de ese momento ha demostrado aciertos importantes en su administración.

Resuelto el tema del pago de salarios, bajo un acuerdo entre las partes, empezó el análisis de la situación de la cartera, lo que evidenció una serie de problemas que requerían de acción pronta: gastos superfluos, planes de estudio desactualizados, desorden y deficiencias en materia de infraestructura, falta de formación docentes y muchos otros que urgían cambios para que el sector funcionara adecuadamente.

Sonia Marta Mora es una mujer amable con un hablar pausado y tranquilo, coherente al discutir sobre el avance en algunas áreas y el estancamiento en otras que aún no se ha resuelto. Está segura de que se han logrado cambios positivos en el camino recorrido en materia educativa en los últimos tres años, pero sabe a ciencia cierta que queda trecho por avanzar.

UNIVERSIDAD conversó con la jerarca de Educación sobre los aciertos de la política nacional en esta materia y los desafíos que enfrenta Costa Rica ante una sociedad globalizada, que depende grandemente de ciudadanos formados y educados, que no solo memoricen conceptos y fórmulas, sino que cuenten con habilidades multidisciplinarias, de innovación y emprendimiento.

Para ello ha sido necesario no solo cambiar la forma en que se prepara a los niños y jóvenes en las aulas, con una modificación curricular, sino garantizar los mecanismos para un acceso de equidad entre las poblaciones más necesitadas, defender la inversión en Educación, llevar infraestructura donde se requiere y ampliar las opciones para los que han sido excluidos por el sistema.

La ministra conocía los retos que le tocaría enfrentar al entrar como jerarca del Ministerio de Educación (MEP), como la educación de la temprana infancia, la exclusión escolar, infraestructura, capacitación docente, formación inicial y calidad de la educación superior privada. Lo que no sabía es que otros temas la tomarían por sorpresa, como la necesidad de tomar decisiones en educación para jóvenes y adultos.

A continuación, un extracto de la conversación con la ministra Mora.

En primera instancia, una de las fortalezas de Costa Rica en los años setenta es que éramos un pueblo educado. Ahora que ya usted ha tenido tiempo de tomar a profundidad la cartera, ¿considera que seguimos siendo un pueblo educado para el Siglo XXI?

Yo creo que Costa Rica es un pueblo educado, en el sentido de que reconoce los derechos de las demás personas, visualiza el valor y el poder de la educación. Por ejemplo, una persona que no concluye sus estudios siempre queda con esa aspiración de regresar; aunque en el momento no lo tiene resuelto, su expectativa siempre es terminar sus estudios. En los pueblos se nota el valor simbólico de las escuelas. En ese sentido, Costa Rica es un pueblo educado. En el sentido de que la población costarricense tenga la formación con la calidad, habilidades y destrezas que requiere el mundo actual, ahí tenemos asignaturas pendientes.

Tenemos segmentos de la población que se han educado en carreras altamente demandadas, hay talento humano para visualizar áreas emergentes y oportunidades, pero no tenemos todavía un sistema educativo que haya articulado lo suficiente ese dinamismo, ni hay una oferta educativa para la creación de las habilidades que el país necesita. Sin embargo, creo que una fortaleza es que nos dimos cuenta de ese desfase y estamos trabajando para resolverlo.

En el MEP hemos impulsado, desde el año 2014, una transformación curricular. Construimos una visión educativa e integradora que nos lleva a trabajar prácticamente en la totalidad de los niveles del Ministerio, desde la parte curricular hasta la gestión. Es una transformación curricular muy ambiciosa que nos ha llevado a renovar todos nuestros planes de estudio, de hecho, el Consejo Nacional de Educación aprobó el año pasado una nueva política curricular, dentro de la cual se ubican los nuevos programas organizados, ahora para formar a nuestros jóvenes y niños en habilidades del Siglo XXI.

Esos programas proponen cambios no solamente en los contenidos, sino que se organizan por habilidades o destrezas. Especifican el tipo de mediación pedagógica que se requiere, que implica mucho más trabajo del estudiante en construir su propio proceso de aprendizaje.  Ya no nos interesa únicamente qué contenidos recibe, sino qué puede hacer con las experiencias que tiene en el aula de manera autogestionada, con el uso recursos digitales, generando pensamiento crítico, alejándose de las actividades repetitivas y memorísticas.

¿El proceso de adhesión a la OCDE que lleva a cabo el país en este momento y los resultados de las pruebas PISA encendieron alarmas en el sistema educativo?

-Sí. Costa Rica presentó su informe ante la OCDE y estamos a la espera de una respuesta formal de la organización en materia de educación. Tanto esa discusión que tuvimos en el Consejo de Educación de la OCDE, como el diálogo que hemos tenido con el equipo de personas expertas que ha llegado al país, nos han permitido visualizar algunos retos muy importantes.

Por otra parte, claramente los resultados que tenemos en las pruebas PISA muestran que tenemos que fortalecer mucho la calidad. El cambio en los programas va en la dirección correcta. Las pruebas PISA se orientan a medir aprendizajes y destrezas, y nosotros no teníamos programas diseñados en ese sentido.

También han encendido las luces en otras áreas que requieren igual atención, que la OCDE lo resalta como un reto permanente para Costa Rica y que como país estamos actuando en esa línea, específicamente en el tema de ampliación de la cobertura de educación en temprana infancia, con una visión política de mayor articulación entre las instituciones relacionadas y el fortalecimiento de la calidad.

Entonces sí, hay alarmas que se encienden, pero lo positivo es que son propuestas que el país ya viene trabajando.

Si vemos el porcentaje del PIB que se destina a educación y se compara con el resto de la región latinoamericana, somos uno de los países que más dinero dedicamos del presupuesto. Sin embargo, eso no se ha traducido necesariamente en calidad. ¿En qué ha fallado el país para hacer efectiva esa inversión?

-Soy una clara defensora y admiradora de esa voluntad nacional unánime. Creo que eso nos enorgullece en el concierto de las naciones. Costa Rica necesita esos recursos adicionales básicamente porque tuvo en la década del ochenta una caída muy fuerte, y eso generó rezagos enormes, de los cuales aún no terminamos de reponernos.

Por ejemplo, el rezago en infraestructura escolar es muy grande e implica inversión. Creo que tenemos un reto enorme en materia de formación docente porque el país no generó una estrategia para asegurar que toda la educación superior que formara docentes estuviera dentro de los estándares internacionales de calidad.

Por ejemplo, los datos del MEP muestran que se ha tenido que capacitar a los docentes, llenando un vacío de formación. Ese es un nivel que tendría que tener el docente al salir de su carrera universitaria.

Tenemos nuevos programas curriculares. ¿En este caso específico, están capacitados los docentes para enseñar esos nuevos programas?

-Ese es sin duda uno de los desafíos más grandes que tenemos, porque los nuevos programas suponen una mediación pedagógica muy creativa, rica y fuerte de los docentes, y no siempre hay un alineamiento con la formación que tuvo. De modo que la tarea nuestra en materia de capacitación es monumental.

Entonces, efectivamente creo que el país ha tenido un período de reposición de ese rezago, y sí creo que no hemos caminado con la velocidad adecuada. La reforma de los planes de estudio integral debió haberse hecho antes. Costa Rica debió haber resuelto antes el tema de calidad de la educación superior privada.

¿Cuánta gente está dispuesta al cambio? ¿Cómo resolverlo sin generar desempleo?

-Nos encontramos docentes con un enorme liderazgo y una enorme voluntad para el cambio, sobretodo las generaciones más jóvenes que saben que el conocimiento cambia muy rápido y hay que estar preparado para un gran dinamismo.

Pero también hay docentes maduros, decanos en su profesión, que tienen esta voluntad de cambio, porque realmente son buenos educadores y sienten una expectativa insatisfecha de nuestros jóvenes, que quieren cosas nuevas, distintas y son sensibles a eso. Muchos de ellos han innovado en nuevas formas de enseñar.

Nos encontramos resistencias al cambio, a los nuevos programas. Hay personas que dicen que de pronto están muy recargadas, que son cambios muy grandes en corto tiempo, pero yo soy mayormente optimista.

En el 2015 usted anunció que realizaría un inventario de centros educativos. ¿Qué resultado arrojó ese inventario? ¿Qué medidas tomaron con esa información?

-Empezamos a realizar el inventario en el 2015 y nos dimos cuenta de que era un reto enorme en materia de información y que habían herramientas internacionales que nos podían ayudar. Entonces se logró un acuerdo con el BID, con apoyo internacional, y ahora estamos aprovechando esa plataforma. En el 2015 arrancamos, pero con muchas dificultades, en el 2016 ya lo hicimos con alianzas internacionales.

El punto es que ese inventario no ha concluido…

-No ha concluido ese inventario, pero con la herramienta internacional que tenemos, Costa Rica ha ganado tiempo para seguir por la ruta que habíamos definido con muy buena voluntad, pero que nos iba a tomar mucho más tiempo. Nos va a llevar al objetivo de que Costa Rica quede con un inventario sólido, riguroso y robusto, para poder planificar en el futuro no solo nuevas construcciones, sino también el mantenimiento de los centros educativos.

Usted al inicio destacaba esa intención que tiene la población costarricense de concluir sus estudios, aunque se salgan del sistema formal. ¿Cómo está atendiendo el MEP esa población para que no se desfase?

-Yo siempre señalo que -en general- los retos del Ministerio yo los conocía antes de llegar. Conocía el reto que íbamos a tener en temprana infancia, exclusión escolar, infraestructura, capacitación docente, formación inicial y calidad de la educación superior privada. Sin embargo, un área que no conocía y en la que nos movimos ya para tomar decisiones es educación de jóvenes y adultos.

En ese sentido, el Consejo Superior de Educación nos apoyó para el financiamiento de una investigación para tomar decisiones que permitan transformar la educación de jóvenes y adultos.

Es un sector de la educación que crece precisamente por esas personas que no pueden seguir en la educación formal por razones económicas u otras, y quieren volver al sistema, pero al hacerlo, Costa Rica no les está dando lo que realmente necesitan para tener éxito.

De ahí que hay esfuerzos como “Bachillerato a tu medida”, mediante el cual separamos en dos partes el examen de bachillerato, porque la realidad nos ha dicho que preparar todos los contenidos para una sola prueba, genera mucha presión en estas personas. Es una transformación de la educación de jóvenes y adultos.

¿Cómo se vigila y se controla la calidad en los centros privados de bachillerato por madurez?

-Toda institución educativa privada tiene diferentes niveles de supervisión en el Ministerio. Probablemente no se hacen esfuerzos suficientes porque usted encuentra todavía estudiantes que se quejan del tipo de formación que recibieron. Acá a lo que tenemos que caminar es a una claridad total de parte del estudiante de cómo tiene que prepararse, a un acceso público más amplio, a materiales educativos, a aulas virtuales para que sean más autónomos los estudiantes.

El MEP tiene una propuesta que se llama “Proyectos Públicos” que es una oferta en centros educativos que estamos aprovechando para “Bachillerato a tu medida”, para que las personas vayan al Ministerio y busquen alternativas para la preparación de sus exámenes. Por ejemplo, para prepararse en bachillerato ahora estamos utilizando los MOOC (Massive Open Online Courses por sus siglas en inglés) donde un estudiante puede prepararse con clases en línea inscribiéndose al servicio en la página del MEP.

Una de las brechas más odiosas en educación es el tema de la calidad entre la educación urbana y la rural. ¿Cómo calificaría usted esa brecha? ¿Qué están haciendo para achicar?

-Efectivamente el sistema educativo reproduce brechas de desigualdad. Está muy claro que ese sigue siendo un reto y que es la educación la que podría nivelar las condiciones. Más bien en las zonas de mayor vulnerabilidad, hacer todos los esfuerzos para que los chicos tengan en la escuela ese apoyo que por razones económicas no tienen en sus hogares.

Nosotros creemos que una estrategia muy importante de este Gobierno ha sido los mapas sociales, el establecimiento de distritos prioritarios, para saber dónde están las zonas en las que más hay que invertir, acercarnos y establecer estrategias diferenciadas.

Los hemos utilizado con la estrategia “Yo me apunto con la educación” (contra la exclusión escolar), igualmente hemos orientado la inversión en conectividad a partir de esas regiones.

El programa de comedores abiertos en vacaciones es otra muestra, ahí hay una priorización con un criterio de prevalencia de estudiantes en estado de pobreza. No es un trabajo generalizado, sino que se orienta a las zonas que más lo requieren.

Ampliamos el servicio de comedor y transporte en los colegios nocturnos, donde hay una población vulnerable.

También se empezó a dar transporte en casos necesarios, y cuido nocturno de los hijos de estudiantes en un acuerdo con los CEN-Cinai. Ese cuido nocturno se da con la condición de que el estudiante se mantenga estudiando.

 

¿Qué pasó con el programa Pitágoras? ¿Porqué se perdió tanto dinero?

-Efectivamente es un expediente que nos generó enorme preocupación una vez que lo conocimos. Inmediatamente, luego de que lo conocimos, iniciamos una comisión, instruimos una investigación preliminar y les abrimos un expediente disciplinario a tres funcionarios para realmente indagar a fondo qué fue lo que sucedió.

En este momento hay un equipo técnico valorando el producto de Pitágoras y a partir de la evaluación de ese producto, se hará un inventario de sus necesidades. A partir de ese análisis técnico que lo realizan ingenieros en informática, ya podemos tener un balance más detenido sobre el producto final.

Por ahora yo no dudé en inmediatamente tomar decisiones en la investigación y en los procesos disciplinarios; eso no podía esperar. Ya sobre el producto final y su utilización, ahí vamos a tener un criterio técnico riguroso muy pronto.

Cuando firmamos la adenda, como ministra entrante, yo no tenía ninguna información alrededor de dificultades en el proyecto. Este proyecto comenzó en el MEP antes de nuestra llegada, en el 2013, y venía con todos los requisitos, hasta tenía el refrendo interno. Es hasta un tiempo después que aparecen problemas en el proyecto.
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Efectivamente el ‘‘sistema educativo reproduce brechas de desigualdad. Está muy claro
que ese sigue siendo un reto y que es la educación la que podría nivelar las condiciones”.

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