País Virus causante de COVID-19

Asintomáticos aceleraron propagación de coronavirus en China

Estudios científicos, realizados a partir de la situación vivida en el país asiático en enero y febrero, dan pistas para el manejo de la emergencia sanitaria por COVID-19 en otros países, incluido Costa Rica.

Las personas infectadas por COVID-19 pueden presentar síntomas como tos seca, fiebre y dificultad para respirar; pero también pueden ser asintomáticas o los síntomas pueden ser leves, al punto de confundirse con un resfrío común.

Precisamente, estas infecciones no detectadas —debido a que eran asintomáticas o leves— fueron la mitad de contagiosas que los casos documentados en China, país donde inició la cadena de contagio a inicios de año. Asimismo, estos casos no detectados por ser asintomáticos o leves fueron la fuente de dos tercios de los casos documentados.

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Los científicos estiman que cada infectado puede contagiar, en promedio, a otras 2,5 personas.

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Otra forma de ver los números es esta: en las semanas previas al cierre de aeropuertos y la prohibición de viaje (fijados el 23 de enero de 2020), el 86% de las infecciones en China fueron indocumentadas y también fueron la fuente de contagio de 79% de los casos documentados.

En otras palabras, los casos no detectados fueron en gran medida los responsables de la rápida propagación de COVID-19 en China, según los resultados de una investigación publicada en la revista científica Science.

“La explosión de los casos de COVID-19 en China fue impulsada en gran medida por personas con síntomas leves, limitados o inexistentes que no fueron detectados. Dependiendo de su contagio y número, los casos no detectados pueden exponer a una porción mucho mayor de la población al virus de lo que de otra manera ocurriría”, manifestó Jeffrey Shaman, coautor del estudio, en un comunicado de prensa.

El equipo de investigadores llegó a esta conclusión a partir de los datos brindados por un modelo computarizado que se basó en las observaciones de la infección y la propagación que fueron notificadas dentro de China, eso aunado a los datos de movilidad registrados del 10 al 23 de enero y del 24 de enero al 8 de febrero, semanas antes y después del cierre de aeropuertos en la ciudad de Wuhan (lugar donde surgió el COVID-19).

El modelo evidenció que las infecciones contagiosas e indocumentadas facilitaron la propagación geográfica del virus dentro de China, en lo que se podría calificar —según Sharman— como una “transmisión sigilosa” que “vuela bajo el radar”.

Para contener la propagación China recurrió a medidas como restricciones de viaje impuestas entre las principales ciudades y Wuhan; la cuarentena voluntaria y distanciamiento social entre sus habitantes como precaución así como una mayor disponibilidad de pruebas rápidas para la confirmación de casos.

¿Funcionaron las restricciones de viaje?

El cierre de aeropuertos y las restricciones de viajes tuvieron poco impacto para contener la propagación dentro de China, porque para cuando se tomaron las medidas los casos sin detectar ya habían viajado y propagado el virus por el resto del país asiático. Sin embargo, estas medidas sí ayudaron a que el brote se propagara con menos rapidez a nivel internacional.

Lo anterior lo destacó otro estudio publicado en la revista Science. En este los investigadores utilizaron un modelo de transmisión de enfermedades de metapoblación mundial para proyectar el impacto de las limitaciones de los viajes en la propagación de la epidemia.

“Los resultados del modelado también indican que las restricciones sostenidas del 90% de los viajes hacia y desde China continental solo afectan modestamente la trayectoria de la epidemia, a menos que se combinen con una reducción del 50% o más de la transmisión comunitaria”, indican los investigadores en el estudio.

¿Eso qué significa? El éxito de las medidas de cierre de aeropuertos y restricciones de viaje dependen de otras acciones como evitar el contacto entre personas. Ambos estudios estiman que cada infectado puede contagiar, en promedio, a otras 2,5 personas.

“Dado que la mayoría de los casos llegan durante el período de incubación asintomática, nuestros resultados sugieren que es esencial el rastreo rápido de los contactos tanto dentro del epicentro como en los lugares de importación para limitar la transmisión de persona a persona”, señalaron los autores de otro estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para llegar a esta conclusión, utilizaron datos diarios de incidencia de COVID-19 y la conectividad de la red mundial de aeropuertos de China para calcular los riesgos de exportación del brote.

Según los científicos, si bien es poco probable que las medidas de control fronterizo contengan el brote, sí pueden retrasar la importación de nuevos casos en una primera fase de la emergencia, “con lo que se ganaría tiempo para coordinar una respuesta de salud pública adecuada”.

¿Qué está haciendo Costa Rica?

Al igual que China y otros países, desde el miércoles 17 de marzo Costa Rica aplica una restricción al ingreso de turistas. La medida estará vigente hasta el 12 de abril y dicha resolución se dirige tanto a las llegadas por vía aérea, terrestre y marítima.

En el caso de los costarricenses que regresan a suelo nacional, podrán ingresar pero deberán pasar 14 días en aislamiento. En cuanto a los extranjeros residentes, a partir del 24 de marzo, si estas personas abandonan el territorio perderán automáticamente su estatus migratorio.

Como complemento a estas medidas, las autoridades del Gobierno emitieron una directriz para que las instituciones públicas realicen teletrabajo e instaron a la empresa privada a hacerlo también.

También se suspendieron clases, se cancelaron eventos masivos, se estableció un aforo de 50% para restaurantes, bares, casinos y discotecas; se cerraron parques urbanos, playas y parques nacionales, así como iglesias y otros lugares de culto. Asimismo, se impuso una restricción sanitaria a la circulación de vehículos particulares de 10 p.m. a 5 a.m.

Todas estas medidas lo que buscan es propiciar el distanciamiento social para evitar más contagios y así evitar el colapso de los servicios de salud. En este sentido, se procura “aplanar” la curva; es decir, ralentizar la propagación del virus de modo que el número de casos confirmados se distribuya a lo largo del tiempo para que los servicios de salud puedan atenderlos adecuadamente, en lugar de experimentar un fuerte aumento al principio de la emergencia que derivaría en el colapso de los hospitales, tal como le está ocurriendo a Italia y España.

De allí se deriva la insistencia de las autoridades para que las personas se queden en casa y salgan lo menos posible; también para que acaten medidas como lavado de manos y protocolo de estornudo.

“Jamás podemos bajar la guardia, hay que intensificar el cuidado, mantener el aislamiento y todos mantenernos en la casa. Deberíamos intensificar todas las acciones, porque las proyecciones nos hablan de muchos casos y hay que intensificar las medidas para bajar la curva”, dijo Rodrigo Marín, director de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud.

País Virus causante de COVID-19

Asintomáticos aceleraron propagación de coronavirus en China

Dos estudios emplearon modelos matemáticos para analizar el rol que desempeñaron las personas sin síntomas o con síntomas leves en la propagación del virus causante de la pandemia que hoy aqueja al mundo.

Al 23 de marzo de 2020, los números de la pandemia causada por COVID-19 ascendían a 353.692 casos confirmados en 167 países, siendo los más afectados China (con 81.496 sujetos infectadas) e Italia (con 59.138 individuos). De ese total, murieron 15.430 personas y se recuperaron 100.443, el resto aún sigue lidiando con la enfermedad respiratoria.

COVID-19 es causada por el virus SARS-CoV2. Las personas infectadas por este pueden presentar síntomas como tos seca, fiebre y dificultad para respirar, pero también pueden ser asintomáticas (no presentar síntomas) o los síntomas pueden ser leves, al punto de confundirse con un resfrío común.

Precisamente, estas infecciones no detectadas -debido a que eran asintomáticas o leves- fueron la mitad de contagiosas que los casos documentados en China, país donde inició la cadena de contagio y se convirtió en el epicentro de la pandemia a inicios de año.

Asimismo, estos casos no detectados por ser asintomáticos o leves fueron la fuente de dos tercios de los casos documentados.

Otra forma de ver los números es esta: en las semanas previas al cierre de aeropuertos y la prohibición de viaje (fijados el 23 de enero de 2020), el 86% de las infecciones en China fueron indocumentadas y también fueron la fuente de contagio de 79% de los casos documentados.

En otras palabras, los casos no detectados fueron en gran medida los responsables de la rápida propagación de COVID-19 en China, según los resultados de una investigación conjunta del Imperial College London (Inglaterra), Universidad de Columbia y Universidad de  California (Estados Unidos), Universidad de Hong Kong y Universidad Tsinghua (China), la cual fue publicada en la revista científica Science.

“La explosión de los casos de COVID-19 en China fue impulsada en gran medida por personas con síntomas leves, limitados o inexistentes que no fueron detectados. Dependiendo de su contagio y número, los casos no detectados pueden exponer a una porción mucho mayor de la población al virus de lo que de otra manera ocurriría”, manifestó Jeffrey Shaman, coautor del estudio y profesor de ciencias de salud ambiental en la Universidad de Columbia.

El equipo de investigadores llegó a esta conclusión a partir de los datos brindados por un modelo computarizado que se basó en las observaciones de la infección y la propagación que fueron notificadas dentro de China, eso aunado a los datos de movilidad registrados del 10 al 23 de enero y del 24 de enero al 8 de febrero, semanas antes y después del cierre de aeropuertos en la ciudad de Wuhan (lugar donde inició COVID-19).

“Encontramos que sin la transmisión de casos indocumentados, las infecciones reportadas durante el 10-23 de enero se reducen en un 78,8% en toda China y en un 66,1% en Wuhan”, se lee en el estudio.

Esta conclusión indica que las infecciones contagiosas e indocumentadas facilitaron la propagación geográfica del SARS-CoV2 dentro de China, en lo que se podría calificar, según Shaman, como una “transmisión sigilosa” que “vuela bajo el radar”.

Para contener la propagación, China recurrió a medidas como restricciones de viaje impuestas entre las principales ciudades y Wuhan; la cuarentena voluntaria y distanciamiento social entre sus habitantes como precaución así como una mayor disponibilidad de pruebas rápidas para la confirmación de casos.

¿Funcionaron las restricciones de viaje?

El cierre de aeropuertos y las restricciones de viajes tuvieron poco impacto para contener la propagación dentro de China, porque -para cuando se tomaron las medidas- los casos sin detectar ya habían viajado y propagado el virus por el resto del país asiático. Pero, estas medidas sí ayudaron a que el brote se propagara con menos rapidez a nivel internacional.

Así lo destacó un estudio publicado en la revista Science y realizado por investigadores de la Universidad Fudan (China), Universidad de Northeastern, el Centro Internacional Fogarty, el Centro de Investigación en Cáncer Fred Hutchinson, la Universidad de Washington y la Universidad de Florida (Estados Unidos), así como las fundaciones Bruno Kessler e ISI (Italia).

Los investigadores utilizaron un modelo de transmisión de enfermedades de metapoblación mundial para proyectar el impacto de las limitaciones de los viajes en la propagación nacional e internacional de la epidemia.

El modelo se calibró sobre la base de los casos notificados internacionalmente y muestra que al comienzo de la prohibición de viajar desde Wuhan, la mayoría de las ciudades chinas ya habían recibido a muchos viajeros infectados.

“La cuarentena de viaje de Wuhan retrasó la progresión general de la epidemia en solo tres a cinco días en China continental, pero tuvo un efecto más marcado a escala internacional, donde las importaciones de casos se redujeron en casi un 80% hasta mediados de febrero”, se lee en el estudio.

A inicios de febrero, unas 59 compañías aéreas suspendieron o limitaron sus vuelos a China y varios países como Estados Unidos, Rusia, Australia e Italia también impusieron restricciones a los viajeros.

“Los resultados del modelado también indican que las restricciones sostenidas del 90% de los viajes hacia y desde China continental solo afectan modestamente a la trayectoria de la epidemia, a menos que se combinen con una reducción del 50% o más de la transmisión comunitaria”, indican los investigadores en el estudio.

¿Eso que quiere decir? El éxito de las medidas de cierre de aeropuertos y las restricciones de viaje dependen de tomar otras acciones como evitar el contacto entre personas y la cuarentena voluntaria para así evitar la propagación.

Ambos estudios publicados en Science estiman que cada infectado puede contagiar, en promedio, a otras 2,5 personas.

“Las restricciones en los viajes por sí solas no hacen mucho más que retrasar la difusión de la enfermedad. La clave está en reducir la transmisión mediante medidas como la detección temprana, el aislamiento de los casos, distanciamiento social, cambios en el comportamiento y concienciación sobre el problema”, explicó la investigadora de la Universidad de Washington y coautora del estudio, Elizabeth Halloran, a la Agencia Sinc.

Por su parte, Ira Longini -investigador de la Universidad de Florida y también coautor del estudio- manifestó que ese “retraso” permite “comprar tiempo”. “Comprar tiempo para conseguir tratamientos para los casos graves es importante, aunque solo la vacuna podrá controlar la epidemia, al reducir la susceptibilidad de los vacunados y la transmisión a otros”, dijo Longini a Agencia Sinc.

Los investigadores de otro estudio reciente, publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, concuerdan con Halloran y sus colegas.

“Nuestros resultados muestran que estas medidas probablemente redujeron la tasa de exportación de China continental a otros países, pero son insuficientes para contener la propagación mundial de COVID-19. Dado que la mayoría de los casos llegan durante el período de incubación asintomática, nuestros resultados sugieren que es esencial el rastreo rápido de los contactos tanto dentro del epicentro como en los lugares de importación para limitar la transmisión de persona a persona fuera de la China”, señalaron en el estudio.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad de Yale, Universidad de Florida y Universidad de Texas (Estados Unidos) así como de la Universidad de York (Canadá) y la Academia de las Ciencias de China utilizaron datos diarios de incidencia de COVID-19 y la conectividad de la red mundial de aeropuertos de China para calcular los riesgos de exportación del brote.

En este sentido, los resultados muestran que el riesgo diario de exportar al menos un solo caso de CoV-2 del SARS desde China a través de un viaje internacional superó el 95% el 13 de enero de 2020. Para el 15 de febrero de 2020, sin ninguna restricción fronteriza o de viaje, se halló que 779 casos se habrían exportado y que los cierres de viaje aplicados por el gobierno chino evitaron el 70,5% de estos casos.

Además, durante las primeras tres semanas y media de aplicación de la medida, las restricciones de viaje redujeron la tasa diaria de exportación en un 81,3%, en promedio.

Esto tomando en cuenta que el período medio de incubación de la enfermedad es de 5,2 días en promedio, pero puede extenderse a más de 12 días en algunos individuos.

“Utilizando simulaciones de Monte Carlo, estimamos que alrededor del 64% de los casos exportados se encontraban en el período de incubación presintomático a la llegada, lo que indica que es poco probable que la detección en los aeropuertos impida la importación de la enfermedad por sí sola.

Según los investigadores, si bien es poco probable que las medidas de control fronterizo contengan el brote, sí pueden retrasar la importación de nuevos casos de COVID-19 en una primera fase de la epidemia.

“La reducción de la tasa de exportación podría retrasar la importación de casos a las ciudades no afectadas por el brote de COVID-19, con lo que se ganaría tiempo para coordinar una respuesta de salud pública adecuada”, destacaron los autores en el estudio.

¿Qué está haciendo Costa Rica?

Al igual que China y otros países, desde el miércoles 17 de marzo, Costa Rica aplica una restricción al ingreso al país de turistas para evitar la propagación del virus causante de COVID-19. La medida aplicará hasta el 12 de abril y dicha resolución se dirige tanto a las llegadas por vía aérea como terrestres y marítimas.

En el caso de los costarricenses que regresan al país, estos podrán ingresar al territorio nacional pero deberán pasar 14 días en aislamiento.

En cuanto a los extranjeros residentes o con estatus regular, a partir del 24 de marzo, si estas personas abandonan el territorio nacional perderán automáticamente su estatus migratorio.

Como complemento a estas medidas, las autoridades de gobierno emitieron una directriz para que las instituciones públicas realizaran teletrabajo e instó a la empresa privada a replicar esa medida.

También se suspendieron clases en los centros educativos, se cancelaron eventos masivos como conciertos y partidos de fútbol, se estableció un aforo de 50% para restaurantes, bares, casinos, discotecas y establecimientos similares, se suspendieron las visitas a centros penitenciarios y se pospusieron juicios y audiencias judiciales.

Se cerraron parques urbanos, playas y parques nacionales así como iglesias y otros lugares de culto de distintas denominaciones religiosas.

Asimismo, se impuso una restricción sanitaria a la circulación de vehículos particulares de 10 p.m. a 5 a.m. Mientras que los autobuses, aparte de seguir con los lineamientos del 50% de aforo, reforzaron sus medidas de higiene.

Todas estas medidas lo que buscan es propiciar el distanciamiento social para evitar más contagios y, con ello, evitar el colapso de los servicios de salud. En este sentido, se procura “aplanar” la curva, es decir, ralentizar la propagación del virus de modo que el número de casos confirmados se distribuya a lo largo del tiempo para que los servicios de salud puedan atenderlos adecuadamente, en lugar de experimentar un fuerte aumento al principio de la emergencia sanitaria que derivaría en el colapso de los hospitales, tal como le está ocurriendo a Italia y España.

A pesar de tener 158 casos confirmados de COVID-19, distribuidos en 30 cantones de las siete provincias, Costa Rica aún no evidencia transmisión comunitaria del virus. La transmisión comunitaria ocurre cuando el virus ya circula en la población y se transmite de persona a persona por medio del contacto directo o a través de superficies (aunque es menos eficiente), esto sin haber viajado al extranjero y sin guardar relación con alguno de los casos importados.

A la fecha, y según lo informó el ministro de Salud -Daniel Salas- en conferencia de prensa, los casos confirmados aún se mantienen en seis conglomerados o clusters que son grupos de pacientes cuya infección se relaciona una con otra a partir de un mismo origen, es decir, son personas cuyo contagio vino de un individuo que se infectó en el extranjero.

En este sentido, y por el momento, la enfermedad está contenida y la consigna para Salas es evitar transmisiones masivas que provoquen que la mayoría de las personas enfermen al mismo tiempo y, con ello, se desborden los servicios de salud. Actualmente, solo nueve personas se mantienen hospitalizadas por COVID-19, de las cuales tres están en cuidados intensivos y solo han habido dos personas fallecidas.

“Jamás podemos bajar la guardia, hay que intensificar el cuidado, mantener el aislamiento y todos mantenernos en la casa. Deberíamos intensificar todas las acciones, porque las proyecciones nos hablan de muchos casos y hay que intensificar las medidas para bajar la curva”, dijo Rodrigo Marín, director de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud, en la conferencia de prensa del fin de semana.

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