País Tensa, intensa y reveladora victoria sobre Figueres

Álvarez Desanti: una noche de revelaciones

El ‘hijo pródigo’ del PLN inauguró candidatura entre la desconfianza y el conflicto. El ‘antifiguerismo’, los hermanos Arias, el dinero yuna imagen de familia ganaron

Hasta que se le hizo. Casi dos décadas de intentos electorales culminaron esa madrugada. Antonio Álvarez Desanti logra, a sus 58 años, convertirse en el candidato presidencial por el Partido Liberación Nacional (PLN) del que se fue y volvió buscando eso que soñó, aunque la forma de triunfar haya resultado incómoda e inesperada.

Porque se suponía que este 2 de abril bastaba para conocer si este empresario millonario y político de carrera podía ganar con su dinero y el apoyo clave del expresidente Óscar Arias. Se suponía que, sin dudas, vencería a José María Figueres, depositario de los genes verdiblancos y de un optimismo inoxidable y a prueba de evidencias, de encuestas y de numerosos adversarios dentro y fuera de PLN.

La noticia del amanecer, sin embargo, fue otra: Álvarez Desanti vivió una madrugada incierta y desestabilizadora al punto de que una amenaza de suspender el conteo de votos le sacó de la boca una palabra demasiado grave para el entorno: fraude.

Con las cámaras de la TV transmitiendo en directo y una colmena de periodistas enfocando celulares y micrófonos, lanzó con gesto de profunda contrariedad una alusión de sospecha de fraude en el Tribunal de Elecciones Internas (TEI) del PLN.

Los resultados le iban dando una ventaja, pero el conteo avanzaba a una velocidad exasperante y nadie pudo celebrar nada en el parqueo Morazán, junto a la escuela Metálica, donde la tendencia de Desanti pensaba bailar desde las 9 p.m.

Figueres, refugiado en un edificio a 25 metros del Balcón Verde, más bien llevaba a extremos su aparente entusiasmo y decía “mañana ganamos”, “descansá, Toño, relajáte”. “Vayamos a dormir, esperemos a que el TEI retome el conteo”.

La reacción en el parqueo Morazán era de desconcierto. Por eso en la reunión del comando de campaña, un circulito por ahí alejado en la parte menos iluminada, estaban el candidato; su esposa Nuria Marín; los exministros de Laura Chinchilla, Roberto Gallardo y Francisco Chacón; el exdiputado arista Mario Álvarez; el expresidente Luis Liberman y Florisabel Rodríguez, asesora a cargo de varias de las encuestas que indicaban que esa incertidumbre -a esas horas- era efectivamente, algo fuera de toda previsión.

Ellos creían genuinamente que ese domingo se definía muy probablemente al gobernante del 2018-2022. La presión era mucha.

Los Arias no estaban en el parqueo pero es impensable que no estuvieran al tanto de la culminación de una precampaña que nació de ellos, en el mismo momento en que el expresidente y Nobel pagó una cadena televisiva para anunciar que no se postularía de nuevo, que dejaba el espacio a nuevas generaciones.

Jugaba de pared con un Desanti que, aunque de novedoso tuviera poco, recogiera el guante de la postulación y helo aquí, cuatro meses después, esperando que los datos le confirmaran el triunfo interno.

Del parqueo salió una comisión -casi a medianoche- para presionar por resultados en el Balcón Verde al Comité Ejecutivo y al mismo TEI, una entidad sesgada a favor del figuerismo, según el comando de Desanti.

Se quedaban junto a Desanti varios partidarios, caras conocidas, exjerarcas de puestos gubernamentales, en una cantidad mayor que en la sede de Figueres. “La noche larga del PLN”, decían en redes sociales muchos opositores al partido verdiblanco, pero igualmente interesados en el desenlace. Otros dormían y al amanecer verían que el candidato todavía no estaba allí.

¿Un fraude?

El exabrupto de Desanti llegó casi a la medianoche. Oía por televisión las palabras casi sarcásticas de Figueres y no podía con ellas. Su semblante controlado y sonriente hasta pocos minutos antes fue remplazado por un gesto adusto de profundo malestar. Se enfureció y admitió que no le inspiraba confianza, que tenía sospechas de un fraude, que le resultaba muy raro que se hubiera escondido de las cámaras por tres horas, que no iba a permitir un embuste electoral en el partido cuyo génesis fue ese precisamente, hace casi 70 años.

Al día siguiente se iba a mostrar mucho más tranquilo e iba a llamar firmeza lo que en esta noche parecía furia por no poder declararse vencedor de una vez por todas.

El conteo a fin de cuentas prosiguió durante la madrugada y al amanecer del lunes todo parecía más claro.

Figueres ya no se decía ganador, pero no entregaba el botín. El TEI seguía trabajando al paso de los caracoles y la ansiedad era más disimulada, pero era. ‘Toño”, como le dijo una y mil veces, seguía sin poder levantar los brazos, ni los Arias, ni los exministros de Chinchilla, ni el movimiento liderado por el alcalde Johnny Araya, el excandidato vilipendiado que esperaba retornar apenas se conociera la derrota de Figueres.

Esa derrota nadie la dictó. La acabó admitiendo el expresidente casi al mediodía del lunes mientras Desanti daba una conferencia de prensa. Alguien lo interrumpió con la buena nueva y entonces sí, la celebración, los abrazos, los aplausos, el alivio.

Podrán decir los figueristas que sus adversarios festejaron solo cuando el expresidente quiso. La potencia del discurso de “triunfo” de Figueres alcanzaba hasta para hacer dudar a los devotos de la matemática. Claro que había desconfianza.

Así acabó la precampaña. Es una victoria para el hombre que ha hecho cuatro intentos por ser un candidato con opciones reales, una pequeña compensación para el arayismo (la influencia de Johnny Araya en el populoso cantón central es innegable) y una reconfirmación de que Arias sigue vigente como inspiración y como apellido y marca de una estructura partidaria capaz de movilizar gente incluso en estos tiempos de apatías.

El PLN, en términos de peso de partido, es el emperador de la pequeña isla de quienes confiesan su afiliación partidaria en Costa Rica. Y dentro del PLN, Arias es una fuente de poder que en esta ocasión alimentó a Desanti.

Al cierre de la edición, el TEI del PLN seguía registrando resultados con mucha lentitud y aún no se sabía cuánta gente había votado en total, pero la proyección oscilaba entre 400.000 o 450.000 (cercano al 14% del padrón). Este número es inferior al de la convención de 2009 (18% del padrón) pero más de lo que preveía el secretario general, Fernando Zamora y muy cercano al 13% de costarricenses que, según la última encuesta CIEP-UNIVERSIDAD, son simpatizantes verdiblancos y estaban dispuestos a votar en esta convención.

Era una victoria, sí, pero nadie la hubiera querido así, marcada por la hostilidad entre tendencias y una nube de desconfianza sobre la propia estructura central del Partido.

Como mínimo, el TEI era culpable de inoperancia solo comparable con los sistemas de países arruinados, muy lejos de lo que se espera para el partido más experimentado de la democracia más estable de América Latina.

“Parecen de Haití”, decía un exdirigente que no autorizó a ser citado. Otros en el parqueo gritaban “jalá, Figuerillos” y alguno pronunció entre dientes palabras que solo el propio Figueres se atrevió a usar en su publicidad. Si este era el comienzo de la campaña presidencial de Desanti, la impresión es que deberá trabajar mucho.

A su favor tendrá recursos parecidos a los de la precampaña, aunque en adelante se evaluará diferente el padrinazgo de los hermanos Arias, a quienes visitó 15 minutos después del cierre de las urnas este domingo.

Ellos fueron los imprescindibles en la campaña de Desanti, admiten aliados y opositores, pero también jugó a favor la disponibilidad de dinero sin apuros, gracias al voluminoso patrimonio de la familia Álvarez Marín y sin duda al trabajo del banquero Gerardo Corrales, eficaz en la recaudación de donaciones.
Los gastos pudieron llegar a ¢1.600 millones y nada de esto está sometido a compensación estatal mediante deuda política.

¿Juntos o revueltos?

Valió la pena, decían internamente, pero tuvieron todo el sentido cuando al mediodía Figueres aceptó desactivar su chorro de aparente optimismo y dejó celebrar al grupo que representa las ideas más cercanas al neoliberalismo, según repetía el precandidato Sigifredo Aiza.

Este exdiputado pudo recibir el 7% de los votos, frente a 9% del diputado Rolando González, un 38,5% de Figueres y el 45% del ahora candidato, según cifras preliminares (porque ¬¬a la tarde del martes el TEI seguía mostrando cuánta lentitud es posible en el cómputo de resultados en plena era de la informática).

Ganador, con poco o con mucho, con Arias como inspirador y con dirigentes procedentes de tendencias que el exmandatario ha criticado sin empacharse, como la de Laura Chinchilla o Johnny Araya. Ahora van juntos en un mismo tren y podría verse como la confirmación de que en la política no hay olvido pero sí perdón.

Y como el perdonado parece Álvarez Desanti, a quien llamaron oportunista cuando él volvió al PLN que calificó como corrupto en más de una ocasión.

Ahora van juntos e intentarán evitar que esta mezcla de tendencias se convierta en un vagón cargado de pólvora. El riesgo de explotar está, pero los dirigentes insisten en que el PLN ha sabido comportarse unido en otras ocasiones meritorias, y eso también es cierto.

Álvarez Desanti nombró ya a Rolando González como gestor de esa unión, al mismo hombre que ha denunciado la existencia de un canibalismo interno.

No se sabe aún si Aiza tendrá alguna función y sí se sabe ya que Figueres no -ni de cerca- aunque él promete servir siempre al partido que fundó su papá en 1951.

Puede que una parte del figuerismo sí se sume, por conveniencia mutua, pero las probabilidades del exmandatario están más dirigidas a volver a irse del país.

Dijo que no descartaría volverse a postular en futuro, aunque las palabras suenen menos a planes y más a una evocación de “la lucha sin fin”. Un Figueres no se rinde, un Figueres se reinventa, decía el papel que llevaba a una rueda de prensa en noviembre de 2012.

Igual, Álvarez respira aliviado. Lo puede hacer desde que le dijeron que Figueres reconocía el fin de esta batalla. Abrazó a sus colaboradores, a su hija Adriana y le besó con naturalidad el vientre de embarazada. El abuelo Antonio daba otra de las claves de su proyecto electoral: el hombre de familia.

¿Construir una primera dama?

Casado con Nuria Marín, mujer de abolengo e intelecto, Álvarez apostó en la precampaña por dejar ver a su familia en un país donde el valor de la “familia tradicional” se cotiza siempre a la alza.
Frente a un Figueres que tuvo que buscar desconocidos para hacer un anuncio sobre una “tamaleada”, Álvarez se mostró siempre en pareja y a menudo con sus hijas Adriana (del primer matrimonio) y Andrea, quien incluso es asesora suya en las tareas de diputado y presidente del Congreso a las cuales renunciará en mayo.

Se va redondeando la imagen: empresario exitoso, hombre de familia, conservador y dueño de un carácter que puede ser furioso en cámaras, como se vio.

Consciente de la importancia de la mujer en la política y de la sensibilización sobre el tema, la tendencia de Álvarez también propició que Nuria Marín tuviera agenda propia, a pesar de las secuelas del tratamiento contra un cáncer de seno que padeció en 2016 y que por poco neutraliza la postulación de su marido.

Ambos con poder y valores por su lado, pero amorosos en pareja, al estilo de la pareja Obama. No parece casual en una estrategia de imagen con recursos para lo que se necesitara, y sin apegos partidarios, con la presencia de Iván Barrantes, a quien se atribuye buena parte de la imagen de Luis Guillermo Solís en 2014.

También participaba el exministro socialcristiano Rolando Laclé, en una especie de Consejo Asesor, al lado de los hermanos Arias y el empresario de publicidad Alberto Quirós.

El candidato verdiblanco, en paralelo a una cohesión del partido, deberá intentar convocar a electores de otras tribus. Sin ellos las cifras no dan para ganar en 2018.

Esta vez unos 200.000 votaron por él, por Arias o contra Figueres. Unos 450.000 en total por el PLN, que equivalen a menos de 15% del padrón total o a 30% de la población que hace efectivo su voto.

Por eso era importante la imagen que proyectara el PLN en su noche más importante del año.

Alrededor de la isla verdiblanca nada está despejado. Los demás partidos definirán sus candidatos en los tres meses siguientes y podrían aparecer “jugadores sin equipo”.

El Partido Acción Ciudadana (PAC) podría ser protagonista y es blanco de las críticas de los liberacionistas, sobre todo en meses recientes, por la gestión del Gobierno.

El ahora candidato fue quien más dardos lanzó en la precampaña a la gestión de Luis Guillermo Solís, y este martes dijo que debe cambiar el rumbo. Nadie, sin embargo, se atreve a pronosticar cuál será el duelo principal y mucho menos que la competencia acabe en febrero del 2018.

El calendario que tiene el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) dice que el domingo 1° de abril de 2018 sería la segunda ronda de la futura contienda electoral por la presidencia de Costa Rica.

Puede que la larga noche de este domingo, tensa e intensa, haya sido solo una pinta del año electoral que comienza.

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