País

Agricultor afectado por altos costos: “En mi pueblo he contado con los dedos de la mano y me sobran los agricultores que ahorita siguen ahí”

Los aumentos en los costos para sembrar junto con la caída en el consumo desincentivan la producción y amenazan la existencia del campesinado.

El aumento en los precios de los combustibles y los insumos para la siembra, sumados a la caída en el consumo local y las exportaciones ha disminuido los ingresos de las familias agricultoras, al punto que muchas han tenido que dejar de producir porque no pueden costear la inversión.

Familias pasando apuros mientras sus parcelas están desocupadas son parte del retrato que pintan agricultores consultados por UNIVERSIDAD y que reclaman acciones de parte del Gobierno, no solo para subsistir, sino para poder seguir produciendo la comida de toda la nación.

“Yo soy agricultor, tengo 38 años de vender en la Feria del agricultor de Tibás y 37 de vender en la Feria del Agricultor de Hatillo, por primera vez en 37 años tengo cinco domingos de no vender en Hatillo porque no tengo producción, se me pusieron tan caros los insumos que tuve que reestructurar”, cuenta Omar Melda, agricultor de San Antonio de Escazú.

“De los hijos míos solo me quedaba uno que es agricultor y también está ya con ganas de retirarse”, Omar Melda.

Melda cuenta que los abonos, incluso los orgánicos y los fungicidas, ahora cuestan hasta tres veces lo que costaban hace unos meses, por lo que tuvo que tomar la decisión de sembrar solo una de las tres hectáreas de su finca, deshacerse del personal que le trabajaba y quedarse solo con la mano de obra familiar.

Igualmente, tuvo que dejar de producir algunas de las hortalizas y legumbres que antes sacaba de la finca, porque tuvo que subir los precios y ya no se le vendían.

Su oficio, dice Omar, se siente en peligro, pues cada vez dan más ganas de retirarse. “De los hijos míos solo me quedaba uno que es agricultor y también está ya con ganas de retirarse, está buscando otras fuentes para ganarse el dinero”, cuenta.

Para los próximos meses, dice Melda, el panorama es peor, pues la incorporación a la Alianza del Pacífico tendrá impactos negativos.

“Este presidente ha hecho cosas buenas, yo lo reconozco, pero también ha hecho muchas cosas que no, como quitar los aranceles del arroz. Prácticamente le dijo a los arroceros que se fueran a hacer otra cosa porque vamos a seguir trayendo y que sale más barato, pero nunca pensó en la soberanía alimentaria”, dice y augura que la paulatina desaparición de los agricultores solamente generará que la comida, al ser importada, sea más cara y menos personas tengan acceso.

Melvin Franco, productor de Upala, comentó por su parte que tanto las ventas para consumo local como las exportaciones han bajado y relató que también tuvo que bajar la producción al 50% de la finca.

Franco siembra mayormente plantas ornamentales, pero también tiene agricultura de subsistencia, granos y tubérculos que vende en la zona.

En la zona, dice, lo que más se da son cultivos de frijol y maíz, pero poco a poco y a causa de los costos de los insumos para producir y vender, los cultivos han ido desapareciendo.

“Nosotros estamos parando de producir tubérculos, porque ya no hay una relación beneficiosa a la hora de vender y le castigan a uno la cosecha. En mi pueblo he contado con los dedos de la mano y me sobran los agricultores que ahorita siguen ahí”, dice.

Según dice, él está “salvado”, pues produce mayormente para exportación, aunque asegura que esta también ha bajado y que siguen produciendo “para que los vean”, pero no por las ganancias.

Los granos básicos que produce ya no se están vendiendo y, por eso, bajó la producción, ahora solamente saca lo que su familia necesita para subsistir.

Cuenta que actualmente sacó un préstamo para invertir en ganado, con el fin de no tener ocioso el terreno que no está sembrando y que “espera en Dios”, que la crisis pase pronto.

Franco dice que hacen falta políticas públicas que protejan a los productores, ayudas no solamente para producir, sino también para distribuir y para colocar el producto. “El Gobierno tiene una capacidad de consumo, que podría beneficiar a los productores nacionales, pero en lugar de hacerlo, más bien se han ido quitando esos apoyos”, indica.

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