“Los afectos se están colando muy por delante de la actividad física”, afirmó docente.
A las 4 a.m. una mezcla de emoción, ansiedad y temor invadió a Vanessa Blanco Martínez. Esta profesora y psicóloga de 40 años, vecina de Llano Grande de Cartago, se levantó de madrugada para llegar a tiempo al Liceo Luis Dobles Segreda, en La Sabana, uno de los cuatro colegios en donde imparten lecciones de afectividad y sexualidad.
Sus nervios no son injustificados, le toca poner la cara en la clase inaugural de unos programas que son el núcleo de una feroz polémica y la vanguardia de ataque de los grupos ultraconservadores y religiosos.
El nuevo programa, que se imparte desde este año como una asignatura independiente, sin calificación y sin asistencia obligatoria, ya provocó disturbios y el bloqueo de escuelas en San Carlos (donde no se dan clases de sexualidad). Además, se ha desarrollado en medio de una campaña electoral polarizada entre devotos y liberales.
“Desde noviembre vengo practicando las lecciones con mi familia”, dijo Blanco, quien, pese a andar por campo minado por las noticias falsas y la desinformación, lo hace con máxima convicción.
Ese día tocó pasar de la práctica a la vida real, frente a unos 300 estudiantes repletos de mitos y vacíos informativos que, generalmente, son ilustrados únicamente por contenidos pornográficos y conversaciones con amigos de su misma edad y experiencia.
En la lección del pasado viernes 16 de febrero, el auditorio albergó a unos 30 alumnos de la sección 10-3, quienes recibieron su primera clase de afectividad y sexualidad. Esta experiencia también la vivieron otros 62 mil jóvenes de todo el país.
A las 9 a.m. en punto inició la clase, con una curiosa fotografía: las mujeres de un lado, los hombres del otro. No fue orden del director ni de la profesora, fue un acto espontáneo que dibujó una frontera entre muchachos y muchachas.
La profesora inició la clase con una inducción sobre el curso, la división temática y los temas que abordará, no sin antes decirles a sus estudiantes: “si alguno de los contenidos les ofende o incomoda, ustedes pueden solicitar a sus padres una carta para que no participen”.
La clase inició con el tema de la corresponsabilidad y la necesidad de entender que una situación como el cuido de un hijo o las labores domésticas necesitan del trabajo tanto de varones como de mujeres.
“A veces, cuando vemos a los hombres modernos, los admiramos mucho y decimos: “Guau, ¡cómo ayuda ese papá a la mamá con el bebé!” No, no es que ayude, es asumir su cuota de responsabilidad. El bebé es de los dos. Cómo estábamos acostumbrados a que los varones tradicionalmente no cuidaban a los hijos, ahora nos asombramos y aplaudimos”, explicó la profesora.
Luego, introduce el tema del placer, uno de los principales terrores de los grupos ultraconservadores y religiosos.
“¿Por qué creen que ustedes que los adultos tienen sexo?”, preguntó a la clase. -“Diay, por placer”, respondió un estudiante. “¡Pues, porque es rico, claro!”, explicó la profesora, quien alegó que el placer debe estar ligado con el bienestar que provoca una relación gratificante.
“Uno ve a este montón de muchachas lindas llorando porque el novio les dice cosas feas. Yo estoy en una relación porque me hace sentir bien, sino va’ jalando”, agregó Blanco.
Posteriormente, pasó algunas diapositivas en su presentación y aterrizó en el tema de derechos sexuales y reproductivos. Podría pensarse que cada uno de estos temas es controversial para los padres, sin embargo, los estudiantes de la 10-3 ni se inmutaron.
“Yo no vengo aquí a poner a nadie a planificar ni a asustar. La salud sexual no solo implica métodos anticonceptivos”, dijo Blanco.
Además, explicó que el cáncer de mama, cuando le da a los hombres, mata en un 84% de los casos. También abordó el cáncer de próstata, “entre más número de compañeras sexuales, más probabilidades de cáncer de próstata”, advirtió la psicóloga.
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Como parte de la clase inaugural, la profesora reprodujo un anuncio publicitario de un detergente que promueve las nuevas masculinidades, en donde se ve a un hombre hablándole a su hija desde su interior, disculpándose por hacerla jugar a la “casita” y relegarle los trabajos del hogar.
“Nunca te dije que no era solo tu trabajo, sino también el de tu marido (…) Estos años he estado equivocado, pero ya es hora de hacer las cosas bien”, dice el hombre, mientras se le observa sacando ropa de una maleta y, posteriormente, colocándola en una lavadora, mientras su esposa lo ve, incrédula.
La profesora explicó que, con el paso del tiempo, el hombre se está desligando de los patrones tradicionales que le beneficiaban para no participar en las tareas del hogar.
“Los varones jóvenes ahora lavan, cocinan, se van a vivir solos a un apartamento. Vean que ahora los hombres se atreven a hacer cosas distintas”, dijo Blanco.
La clase entera escucha, asiente con la cabeza y responde a las preguntas de la docente. Nadie parece escandalizado por los contenidos. Tampoco se ha escuchado a la profesora promover que los muchachos se toquen, ni que “elijan si quieren ser hombres o mujeres”.
El enfoque de la docente cartaginesa se enfoca en la construcción de autoestima, el rompimiento de los roles de género, y en el bienestar y felicidad de una vida sexual plena.
Aún no se escucha nada de orgías, ni que la docente promueva que los adolescentes tengan relaciones sexuales. Inclusive, la profesora fue enfática en decir que es mejor retrasar su inicio, con el fin de tener la mejor información y a la persona correcta.
En el Liceo Dobles Segreda estudian unos 1.600 estudiantes. De esos, cuatro son adolescentes embarazadas, que actualmente cursan sétimo, octavo, décimo y undécimo año. Sin embargo, en otros tiempos las cifras llegaban a 50 muchachas que esperaban un bebé en un solo año, recordó Luisa Fonseca, orientadora y coordinadora del comité de equidad de género del colegio.
“Los papás no están hablando con los chicos de sexualidad. Una compañera orientadora recibió a una estudiante que le dijo: ‘yo quiero llevar los programas, pero mi mamá no me deja’. Los psicólogos y orientadores estamos dispuestos a hablar con los padres, porque se han satanizado los programas”, dijo Fonseca.
Entre los estudiantes entrevistados por este medio, a quienes se les protegió la identidad por ser menores de edad, existe un consenso: las lecciones no pueden eliminarse.
“Las clases ayudan mucho, porque a veces los papás no nos enseñan. La gente está pensando que nos van a enseñar cosas morbosas o no adecuadas para nosotros. Hay padres que no enseñan precauciones y por eso hay muchos embarazos”, dijo Hilda (nombre ficiticio), estudiante del Liceo.
Por su parte, Héctor, de 16 años, destaca la importancia de aprender sobre la tolerancia a la diversidad.
“Es importante porque debemos respetar a los homosexuales. Hay mucha intolerancia y la clase ayuda a que todos aprendan a respetar, sin importar las preferencias”, comentó Héctor.
“Los estudiantes quedan contentos y tranquilos. Logramos un ambiente de respeto y solidaridad. Los muchachos se dan cuenta que lo que se ha dicho en redes sociales y en los falsos análisis no encierran la verdad. Los afectos se están colocando muy por delante de la actividad física”, argumentó la profesora.