Tras años de crecer de forma acelerada, la producción de la acuicultura superó por primera vez a la pesca de captura en el mundo y lo hace de forma más sostenible y resiliente al cambio climático, reveló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en la presentación de su informe 2024 sobre “El estado mundial de la pesca y la acuicultura”.
“Este crecimiento no es porque la pesca esté decayendo. La pesca ha estado muy constante en los últimos 30 años a nivel global, sino que ese crecimiento es porque la acuicultura se ha convertido en la industria alimentaria que crece más rápidamente desde el año 2000: crece de forma global un 5% al año y en América Latina y el Caribe al 8% ” resaltó Manuel Barange, Subdirector General de la FAO y Director de la División de Pesca y Acuicultura de la misma organización.
América Latina es la segunda región de mayor producción esta actividad (3,3% del total), aunque muy detrás de Asia (91% del total), por lo tiene un alto de potencial de crecimiento más allá de los países que concentran la mitad de la producción regional: Chile y Ecuador.
Barange explicó a UNIVERSIDAD que la acuicultura, que cultiva de forma controlada animales acuáticos, puede proveer a la población con alimentos altamente nutritivos sin poner mayor esfuerzo en la pesquería y por lo tanto con menos presión en los océanos, pero que para hacer esto requiere de marcos normativos adecuados que exijan una adecuada gestión del 100% de la vida marina utilizada en la producción.
“Una ventaja fundamental que tiene la acuicultura respecto a la pesca y es que la pesca, sobretodo en el futuro, va a estar más sometida al cambio climático y no puedes cambiar lo que pasa en el océano durante el cambio climático, mientras que en la acuicultura sí que puedes adaptarte, puedes ajustar la temperatura y la precipitación” comentó Barange.
La sostenibilidad de la pesca ha ido cayendo poco a poco y en la actualidad alrededor del 40% no es sostenible, pero al analizar las poblaciones concretas la FAO observó que inversiones económicas a gran escala tuvieron un efecto positivo en poblaciones concretas.
“Los atunes, por ejemplo, pasaron de una sostenibilidad del 40% a nivel global hace una década a un 90% actual, eso solo se consigue con gestión, con medidas fuertes del límite de capacidad pesquera y con una industria que acepta y que entiende porqué hay que tomar estar medidas” mencionó Barange.
La FAO ha observado que estas inversiones requieren del compromiso de las instituciones para mantener un monitoreo constante, así como la construcción de infraestructura e investigación, que puede resultar costoso y que con frecuencia solo pueden manejar pesquerías grandes en la industria privada.
“En la acuicultura todas son ventajas, la única desventaja es que tiene que ser sostenible, tiene que tener un buen marco legal claro que diga a quienes quieran invertir que se puede hacer, pero también es una oportunidad excelente para gobiernos para invertir en comunidades de bajo nivel económico comunidades sin alternativas de sustento” agregó Barange.
La pesca y la acuicultura dan trabajo a 61,8 millones de personas en el mundo y, aunque solo representan el 24% de la fuerza laboral del sector primario, hay una alta representación de las mujeres a lo largo de la cadena de valor y principalmente en el procesamiento de este tipo de alimento que a la fecha sufre de desigualdades salariales y violencia de género.
En el informe la FAO prevé continúe el aumento en la producción de animales acuáticos en un 10% para el 2032 y alza en el consumo aparente de 12%.
