País

¿A qué se enfrentaría la economía costarricense en 2023?

Factores como el tipo de cambio, la inflación, la reactivación del empleo de calidad  dentro de la formalidad y los indicadores internacionales serán determinantes para ir configurando la recuperación económica.

El 2023 podría ser un año de muchos desafíos económicos para el mundo entero, la amenaza del COVID-19 pareciera diluirse con el paso de los meses, pero sus efectos han sido devastadores, sumado a un panorama internacional corroído por la guerra entre Rusia y Ucrania y una crisis energética que no permite levantar los indicadores.

Organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional e incluso la misma CEPAL han advertido que el crecimiento económico será muy modesto, incluso desacelerado, afectando con intensidad a las economías en desarrollo como la costarricense.

Las estimaciones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para Costa Rica se ubican en el 2,3%, según el más reciente Análisis Trimestral realizado por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica (UCR), una cifra que marca el fin de la recuperación del período postpandemia y que es poco alentadora si se toma en cuenta todas las áreas que requieren de mejora.

El pequeño margen de incremento económico responde a múltiples causas, que definitivamente pasan por una caída en el crecimiento de la economía a nivel mundial, y que probablemente intensificará esa realidad latente de los hogares costarricenses que sienten que los bienes y servicios básicos están cada día más caros, que deben desembolsar más por sus créditos y que ya no alcanzan los recursos para cubrir las necesidades esenciales.

“Tras alcanzar una tasa de crecimiento interanual superior al 10% a lo largo del 2021, este indicador mostró un claro descenso a partir del primer trimestre del 2022 (8,08%), precipitándose hasta el 3,30% para el tercer trimestre del año pasado, ha venido cayendo la tasa de crecimiento interanual del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), la demanda interna del país también sigue decreciendo, lo que proyecta grandes retos para el país este año”, indicó Daniela Córdoba Solano, investigadora del IICE.

Y es que para hacer una proyección de lo que podría enfrentar el país, en materia económica este año, es necesario entender la herencia del pasado reciente, pues en el 2022 dejó como lastre una altísima inflación, una lenta recuperación económica, donde las familias vieron reducir su poder adquisitivo, tuvieron que asumir más impuestos, con un fuerte crecimiento del endeudamiento producto del fenómeno de la pandemia y una recuperación empresarial que no fue pareja para todos los sectores.

Por lo tanto, las familias enfrentarán un 2023 con rezago y frente a este panorama, ¿qué pueden esperar los costarricense en las áreas de mayor impacto económico?. UNIVERSIDAD conversó con tres economistas para acercarse a escenarios posibles que podrían presentarse este nuevo año.

La recuperación económica será mucho más lenta

La ralentización de la economía es un fenómeno internacional, y bajo un contexto de incertidumbre del mercado exterior se espera que todos los países de América Latina y el Caribe tengan crecimientos moderados, muy por debajo de las tasas alcanzadas para el 2021 y el 2022, cuando se dio una reactivación del punto más álgido de la pandemia por COVID-19.

En este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que el crecimiento económico de toda la región alcanzará apenas un 1,3% y aunque un poco superior, las proyecciones para Costa Rica que se acercan al 2,3% para este 2023 siguen siendo poco optimistas e insuficientes para resolver los grandes problemas.

Leiner Vargas, economista y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica, indicó que las expectativas de crecimiento son similares a las alcanzadas en el 2022, pero definitivamente muy por debajo de una recuperación sólida.

“La recuperación en Europa y Estados Unidos será muy lenta, y esto afecta a las exportaciones de países como Costa Rica, debido a la enorme vinculación y dependencia que tenemos con estos mercados”, detalló Vargas.

El tipo de cambio, que ha mostrado en los últimos meses una tendencia a la baja, dependerá en gran medida de factores difíciles de predecir, sin embargo, la proyección de especialistas es que continuará con parámetros estables, debido a la aprobación de los eurobonos y préstamos oficiales, lo que permitirá que circulen más dólares en el mercado.

Por su parte, el economista Luis Paulino Vargas acotó que es complicado pensar en políticas de reactivación por parte del Gobierno, el cual sigue encadenado por las limitaciones que impone la Regla Fiscal y el convenio con el Fondo Monetario Internacional, cuyo diseño “es totalmente inapropiado, pro-cíclico y que tiende a agravar la situación de estancamiento”.

Coincidió con este criterio, Leiner Vargas y acotó que es probable que la ralentización de la economía se acentúe porque la política pública anunciada por la administración actual es “dejar hacer, dejar pasar”, es decir, no hay propuestas para atenuar el ensanchamiento de la brecha social, ni hay proyectos de reactivación que sobrepasen el discurso populista

“Creo que tendremos un 2023 que va a replicar sobre lo mismo, un año más ocupado en la estabilidad que en el crecimiento, en mantener lo que tenemos que en acrecentar la riqueza y todo este panorama económico nos atrasa más”.

Sectores dinamizadores-viñeta

Varios sectores productivos han experimentado mejoras en los últimos meses, como el caso de turismo (aunque no fue igual para todos los empresarios), en el que se integran actividades de alojamiento y venta de alimentos; también, mostraron cifras positivas las empresas de tecnología, transporte y almacenamiento.

Entre las valoraciones que realizaron los especialistas, plantean que es viable que continúe la expansión de las exportaciones de zona franca, aunque no al ritmo que el país venía acostumbrado, pero otros se mueven a niveles cercanos al estancamiento.

Nichos como la construcción, la agricultura, pesca, ganadería tuvieron niveles decrecientes, incidiendo negativamente en áreas que en el pasado generaban mucho empleo.

La recuperación ha sido lenta y en definitiva no ha sido igual para todos los sectores, con pequeños brotes de crecimiento, pero hay muchas compañías, sobre todo pequeñas y medianas que están altamente endeudadas y de no variar indicadores como el tipo de cambio o la inflación, la recuperación será difícil.

Inflación y empleo-viñeta

Pequeños polos productivos no darían abasto para incrementar empleo

En materia de empleo, añadió Rodríguez, el Índice Mensual de Actividad Económica ha mostrado en el último trimestre la desaceleración de actividades económicas importantes, como la construcción, la industria manufacturera y el comercio, que emplean a muchas personas, y si no logran recuperarse, es probable que no se recuperen los trabajos que se requieren o que inclusive, aumente el desempleo.

En este sentido, Leiner Vargas advirtió que la economía costarricense ha desarrollado un modelo económico basado en la producción de empleo para un segmento muy específico y especializado que es el tecnológico y bilingüe, sin beneficiar a toda la población y en un marco de ralentización de la economía es muy probable que —en el mejor de los casos— crezca el empleo informal, temporal y de mala calidad, el cual es insuficiente para dar contenido a largo plazo a las unidades familiares.

“La economía costarricense se bifurcó y el crecimiento económico ya no es sinónimo de oportunidades, sino que es un concentrador de la riqueza y poco dinamizador del empleo, hay sectores que crecen y les va bien, pero no arrastran al resto del ecosistema, ya que son pequeños polos que no distribuyen de forma uniforme los trabajos”, dijo Vargas.

Peor aún, la tendencia es que los jóvenes, las mujeres, las personas con algún nivel de discapacidad y los desempleados de tercera generación (que pierden su trabajo después de los 40 años) se encuentran en una clarísima desventaja para obtener empleos.

La tasa de desempleo de las mujeres es el doble de la tasa de desempleo de los hombres y, si las familias no pueden ajustar el presupuesto aumentando ingresos, lo que probablemente suceda es que disminuya gastos necesarios.

Incógnitas en materia de inflación

Los problemas de la inflación no están resueltos aún, continúan las presiones geopolíticas en el sector energía y no ha cesado la guerra, por lo que el escenario internacional no termina de llegar a la normalidad, acarreando consecuencias para la economía costarricense en términos de inflación y menos oportunidades de generar más empleos de calidad.

En 2022, la inflación fue un factor determinante y el aumento en las tasas de interés globales incidieron directamente en las condiciones de la Bolsa de Valores, afectando las pensiones de los costarricenses —que una buena parte se invirtió en el exterior—.

“Podríamos pensar en que la inflación tendrá un panorama de moderación, pero una recesión o caída del crecimiento global la empujaría hacia abajo, de hecho, ya muchos analistas están advirtiendo sobre la situación de crisis en China, pero aún así esperaríamos que la presión inflacionaria se estabilice un poco, aunque no en los primeros meses del año”, dijo Fernando Rodríguez, economista de la Universidad Nacional.

Pero será necesario tomar en cuenta que con un histórico inflacionario muy fuerte durante todo el año pasado, donde los salarios estuvieron deprimidos, se dejó a las familias costarricenses un marcado hueco en su presupuesto.

Está claro que, si las compras del supermercado valen más, las cuotas de los créditos son más altas y los ingresos son los mismos —o incluso menores— es ineludible una reducción de los gastos.

Esto lleva a las familias a dejar de pagar la educación de los hijos o los sacan antes del sistema escolar para trabajar, disminuyendo así su calidad de vida y las posibilidades de romper el ciclo de la pobreza; reducen la calidad y cantidad de alimentos que consumen y se incrementa la delincuencia.

En resumen, añadió el economista Luis Paulino Vargas, este 2023 será posiblemente un año de tonalidad recesiva, en el que el desempleo, la informalidad laboral y el subempleo seguirán en niveles muy altos, con consecuencias especialmente dañinas para los sectores poblacionales señalados y, en esas condiciones, es improbable que mejoren los salarios o los índices de pobreza.

Estabilidad de tasas de interés tardará en sentirse

De acuerdo con el economista Fernando Rodríguez las tasas de interés establecidas por el Banco Central ya habrían tocado su techo máximo, pero eso no quiere decir que las tasas que las familias pagan en sus créditos dejen de crecer, debido a que existe una brecha entre la tasa política monetaria (fijada por el Banco Central) y la tasa básica pasiva.

No obstante, si se logra una moderación de la inflación, sería posible disminuir las tasas de los créditos que pagan los hogares y las empresas, y eso generaría algún nivel de estabilidad, pero ese fenómeno no se sentiría en los primeros meses del año.

Coincidente con este criterio, Luis Paulino Vargas consideró que la deriva alcista de las tasas de interés no continuará este 2023, sin embargo, como ya están en un nivel muy elevado, continuará impactando a quienes estén endeudados, pero sobre todo afectará negativamente la inversión empresarial de aquellos que estén en el punto de quiebra y el consumo privado, que ya tiene un fuerte arrastre por el deterioro del poder adquisitivo real de los salarios.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido