País Samuel Granados, presidente de la Federación de Tiradores de Costa Rica:

“A alguna gente le excita lanzarse de un paracaídas, a nosotros el tiro”

Samuel Granados y Julio Mata, de la Federación de Tiradores Deportivos de Costa Rica, conversaron con UNIVERSIDAD sobre su afinidad por las armas: una de las perspectivas que surgen en el marco de las regulaciones que promueve el Congreso.
  • Samuel Granados y Julio Mata, de la Federación de Tiradores Deportivos de Costa Rica, conversaron con UNIVERSIDAD sobre su afinidad por las armas: una de las perspectivas que surgen en el marco de las regulaciones que promueve el Congreso.

 

Samuel Granados, presidente de la Federación de Tiradores Deportivos y de la Asociación Deportiva de Rifleros de Costa Rica, defiende su gusto por las armas como la afinidad que sentiría cualquier otra persona por su disciplina deportiva. “A alguna gente le gusta tirarse de paracaídas, a nosotros nos gusta el tiro”, asegura.

Las palabras de Granados llegan en medio de una gran discusión política en el Congreso, donde los diputados definen cómo regular la tenencia de armas y si debe restringirse.

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Granados se hizo acompañar a esta entrevista de Julio Mata, miembro de la asociación de tiradores. Ambos dicen haber visitado a diputados, como parte de un cabildeo que, desde su punto de vista, tiene muchas aristas: las comerciales y las no comerciales.

Los temas: su afinidad por el tiro deportivo, su papel como tenedores, la posición que sostienen en relación con los proyectos de ley que se tramitan actualmente en el Congreso para reformar la Ley de Armas y, por supuesto, ese cabildeo del que han sido partícipes.

Don Samuel y don Julio, ustedes son parte de una muestra bastante grande. Son muchos los intereses que están detrás de la regulación de armas, todos conforman un grupo que busca objetivos similares pero con intenciones muy diversas. ¿Qué posición juega en ese contexto un actor como la Federación de Tiradores?

SG: Nuestro interés es especialmente deportivo pero también somos portadores, por eso defendemos algunas cosas y nos oponemos a algunas otras que se están manejando en la legislación actual de la Ley de Armas.

Nosotros tenemos armas que son dedicadas meramente al deporte, pero también tenemos armas para nuestra defensa.

JM: Y es que cuando hablamos de arma de portación hablamos de un arma diferente a la de deportista, pues la única que uno puede portar es una pistola o un revólver, y una sola a la vez.

SG: La Federación no se centra únicamente en defender la parte deportiva porque hay una afectación civil a los agremiados y es por eso que nos hemos dado a la tarea de hablar con diputados y de trabajar en números muy concretos. Nosotros entendemos que el Gobierno tiene la buena intención de mejorar la seguridad del país pero creemos que se está yendo por la ruta equivocada.

¿Y cuál es la ruta correcta?

SG: Hay cosas que modificarle a la Ley, pero no en el sentido de desarmar al pueblo o de limitar al ciudadano. Eso no tiene injerencia en el tema de la delincuencia. El proyecto actual quiere poner en cintura a una población de portadores legales que ya está demostrado, no son la causa de la delincuencia.

Nosotros estamos de acuerdo en que penalicen con cárcel a las personas que atrapan con armas ilegales, que le den cinco o seis años, o 20 si quieren, estamos totalmente de acuerdo. Lo que no queremos de esto es que la misión del Gobierno hoy sea regular a las personas que han comprado sus armas en el mercado legal, con todos los trámites habidos y por haber.

¿Cómo creen ustedes que debería ser una reforma en materia de armas?

SG: La ley actual tiene algunos vacíos y nosotros lo hemos dicho, pero se le ha dado poca consideración. Por ejemplo, la transacción o la venta de armas entre civiles. Con la ley vigente yo puedo tener un arma inscrita y tener problemas de dinero y si usted quiere un arma, nosotros podemos hacer una carta de venta. Usted me paga lo que yo considero que vale mi arma y usted inmediatamente tiene mi arma en sus mano, incluso si está ‘hasta la coronilla’ de antecedentes penales. Mi única responsabilidad como propietario es sacarle una copia a la carta de venta, que serviría como un descargo para la Dirección de Armas y Explosivos, y así puedo librarme de todo.

¿Qué proponemos nosotros? Que el Ministerio entre a jugar o que lo hagan las armerías. Así pactamos las ventas y hacemos las transacciones con intermediación. Usted me paga y Armas y Explosivos, o las armerías, regulan y toman custodia de las armas mientras se comprueba que usted tiene los requisitos.  Ese es un control que hoy lamentablemente no existe y que no quisieron meter.

Otra cosa que no se penaliza es al empleado del Gobierno por fallar en la custodia. Hoy un empleado de Gobierno podría tomar todo el arsenal nacional y entregárselo a los narcos y no pasa absolutamente nada. Hoy vemos que armas se pierden y no pasa nada.

En las leyes que se están promoviendo no están intentando castigar al empleado público que extravíe, venda, regale o done las armas por negligencia, pero sí se está intentando castigar muy fuertemente a una persona que pierde su arma. Claramente ese no es el problema, el problema es que están dejando por fuera a un grupo muy grande con grandes custodias de armas. Sólo el MOPT ha perdido más de 200 de un sólo golpe y dígame usted cuál civil ha hecho esa portación o ha perdido esa cantidad en una sola sentada.

Ahora, las armas generan mucho morbo, gustan o no gustan, no suele haber un punto medio cuando se habla de ellas. ¿Ustedes cómo exponen que sea “un gusto”?, desde el deporte y desde la portación.

JM: Pues sí, aquí hay dos cosas: la práctica deportiva y la portación.

En lo deportivo, la gente se cuestiona qué puede haber de deportivo en las armas, al estar tan satanizado el tema y tan matizado, pero es una disciplina olímpica y la práctica requiere de eso: disciplina. Tenés que tener concentración, seguir una serie de pasos, una serie de cálculos matemáticos, ajustar miras y aplicar trigonometría. Eso es lo que a nosotros nos gusta.

¿Ven disparar como meter un gol?

SG: Nosotros decimos que “cuando el fútbol se inventó yo estaba en un polígono”, eso quiere decir que cada persona tiene su disciplina. Hay gente que se tira de paracaídas y otra cosa más excitante que eso, y en el caso de nosotros eso es el tiro.

Nosotros tenemos tiradores olímpicos, un campeón iberoamericano en tiro al platillo, Carlos Ventura, y eso no se menciona; entonces la gente se pregunta cómo se puede usar un arma deportivamente, pero cuando usted menciona olimpiadas el concepto cambia totalmente.

Ahora, ¿sobre la portación?

JM: Aquí hay un principio desde el punto de vista psicosocial: toda persona reacciona distinto ante los mismos estímulos. ¿Por qué alguien porta un arma? pueden ser muchas las razones, pero las legítimas son dos: para defensa de su persona y de su familia, o de sus bienes. Nosotros consideramos que uno debe ser proactivo. Yo no puedo dejar mi seguridad personal, la de mi familia y la de mis bienes solo esperando a que otro se encargue de ello, no tengo los recursos ni soy tan importante para tener un guardaespaldas.

SG: En realidad el uso de las armas en legítima defensa sólo tiene un par de aplicaciones: la primera es divina y la segunda es legal. A vos nadie te puede devolver la vida y lo primero que podés salvar es la vida tuya, de personas queridas o la de terceros. En cuanto a los bienes, aunque sea un delincuente, es la vida de un ser humano.

En medio de la discusión por nuevas regulaciones se habla de cabildeo y ustedes son parte del mismo. De hecho a don Julio lo conozco por su presencia en la Asamblea Legislativa, ¿Ustedes qué piensan de esa presencia?

SG: A mí, en lo personal, me da mucha risa porque sí hay algunas agrupaciones que están defendiendo temas comerciales, pero a mí, personalmente, las armerías más bien me representan un gasto.

Ustedes ven dos tipos de cabildeo: el que es económico y el que no.

SG: Sí, aunque la causa final viene siendo la misma.

JM: Sí, y todos tienen derecho a defender su plato de comida y sus intereses, pero no es el caso de nosotros.

SG: Yo ahora le comentaba a Julio que el problema de los comerciantes es que van y defienden una causa, con argumentos tan buenos como los nuestros, pero el problema es que ellos también son comerciantes y cuando usted hace una revisión se da cuenta de que a ellos les conviene defender esa causa; mientras que cuando llegan Julio y Samuel más bien pueden investigar y las armerías sólo nos sacan plata, aunque ambos vamos con los mismos argumentos.

Sí hay dos tipos de cabildeo; están los polígonos, las armerías y las empresas de seguridad privada que defienden su parte comercial y su plato de comida, nosotros defendemos nuestro derecho a gastar plata en munición.

Volviendo a la discusión de los proyectos de ley en la Asamblea, ustedes descartan que exista una conexión entre el número de armas permitidas y las muertes en Costa Rica, ¿entonces qué harían?

SG: Pensamos que no necesariamente el tema de más o menos armas en manos de civiles significa más o menos criminalidad, cada país tiene su propia situación.

En Costa Rica, los gobiernos siempre hablan de sacar al país de la pobreza, pero lo que hacen es que crezca la pobreza y cuando tenés pobreza tenés delincuencia. Además, Costa Rica está sembrada en una parte en donde somos y seremos siempre puente de droga, de cocaína, de modo que bandas se organizan y se arman con el mercado negro y alguna que otra arma del mercado legal, precisamente por esos huecos que la ley les deja (las ventas entre particulares).

Ustedes ven en esto una discusión ideológica…

SG: Sin duda. Ellos quieren desarmar y al final vamos a terminar en una relación de tigre suelto contra burro amarrado.

* Esta entrevista fue producida y publicada en conjunto con Interferencia, el noticiero de las Radios UCR.

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