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17 mujeres denuncian a escritor Warren Ulloa por agresiones sexuales

Acusaciones refieren conductas de acoso sexual, tocamientos y violación. Dos de las denunciantes eran menores de edad cuando se dieron los hechos denunciados. UNIVERSIDAD llamó al escritor, quien dijo que hablaría con su abogado para dar su versión, pero_luego_no_respondió_llamadas ni mensajes.

Un grupo de 17 mujeres, entre las que hay escritoras, comunicadoras, psicólogas, abogadas, ingenieras en sistemas, filólogas, trabajadoras en empresas privadas, una docente, una socióloga, una ingeniera en sistemas y una estudiante de Medicina, señaló al escritor Warren Ulloa Argüello (ganador del premio Premio Aquileo J. Echeverría en el 2011), por agresiones sexuales que van desde el acoso hasta la violación.

Otras tres mujeres narraron episodios de maltratos verbales por parte de Ulloa, quien tiene 37 años de edad.

En total, las 20 mujeres contaron su relato a UNIVERSIDAD con el fin de denunciar de forma colectiva y de manera pública hechos que habrían ocurrido entre los años 2005 y 2016.

Según sus testimonios, dos de las afectadas eran menores de edad cuando ocurrieron las agresiones. El resto de las mujeres tenían edades entre los 18 y 42 años.

Este grupo de mujeres se conformó luego de que una de ellas publicó en su red social de Facebook una situación de acoso sexual que le habría infligido Ulloa.

Como parte de las pruebas de sus denuncias, las mujeres ofrecieron copia de muchas  conversaciones que sostuvieron con el escritor a través de redes sociales o correo electrónico. Algunas de las denunciantes solicitaron reserva completa de su identidad y otras pidieron que se las identifique solo por su nombre.

UNIVERSIDAD contactó el 25 de marzo a Warren Ulloa para pedir su versión sobre estos hechos. Se le explicó que se le atribuían desde actitudes de acoso hasta violación sexual y se le indicó que queríamos conocer su perspectiva de la manera más amplia. El escritor no dio espacio a que se le ofrecieran mayores detalles de las denuncias, no negó los señalamientos, dijo que contactaría a su abogado y pidió que se le llamara nuevamente unas horas más tarde. No obstante, posteriormente no respondió las llamadas ni mensajes de texto enviados a su celular.

Violaciones y relaciones bajo intimidación

“Comenzamos a caminar, mientras hablábamos sobre mi colaboración como correctora de estilo para la página (Literofilia), y en eso entramos a una calle un poco oscura, íbamos por la acera y pasamos junto a un lote baldío cercado con latas. En ese momento él me empujó contra esas latas e inmediatamente metió su mano entre mis piernas y me levantó con una mano, me introdujo los dedos en la vagina y me sostuvo de la vulva, sentándome en su regazo, pues había apoyado la pierna sobre una piedra”.

La que habla es Paola, una abogada y filóloga, quien denuncia que el escritor Warren Ulloa la habría violado en el 2011, en San Antonio de Belén.

De acuerdo con su relato, ella conoció a Ulloa en junio de ese año por medio de una página que él había creado para coordinar la iniciativa de instalar una placa de identificación en la tumba de la escritora Yolanda Oreamuno (1916-1956), quien falleció en México y fue enterrada en Costa Rica en una tumba anónima.

Según narró la abogada, a partir de entonces empezaron a tener conversaciones, hasta que en noviembre de 2011 el tono de Ulloa cambió y comenzó a preguntar de manera insistente y explícita sobre su sexualidad.

“Fue tanta su insistencia con el tema que llegamos a tener una discusión, dado que él me había enviado unas fotografías íntimas suyas y me pedía que le enviara fotos mías de vuelta, a lo cual me negué. De un momento a otro él se convirtió en otra persona, comenzó a decirme lo harto que estaba de que las ticas siempre saliéramos con la misma ‘trama’, que somos unas reprimidas y que él no entiende a las mujeres como yo que, ‘por tener cerrado el corazón no queremos abrir las piernas’”, narró Paola.

La joven recordó que luego de eso Ulloa se disculpó y le pidió verse personalmente para volver a ofrecerle disculpas y conversar sobre una posible colaboración de ella en una página de literatura que él administraba.

El encuentro fue en Belén, zona en la que residía Ulloa. Posteriormente, él la acompañó a la parada de buses y cerca de allí fue donde habría ocurrido la agresión.

“Yo  mido un metro y medio. Él en cambio mide como dos metros, es un hombre bastante corpulento. Yo me paralicé, sentí temor por mi vida, me sentí totalmente impotente, ni siquiera lograba tocar el suelo. En ese momento solo deseaba que todo pasara rápido y que no me hiciera daño”.

“Recuerdo que él comenzó a lamer mi rostro, detalle que hasta el día de hoy me provoca asco y escalofríos recordar. Recuerdo el asqueroso olor a orines viejos que había en ese lugar. Él siguió tocando mi cuerpo y me hizo tocarlo a él, metiendo mi mano dentro de su pantalón. Yo lo único que pude hacer fue hablarle, pedirle que se calmara, que fuéramos con calma”, narró Paola.

Según su relato, luego de agredirla sexualmente, Ulloa se calmó un poco y siguieron caminando hacia la parada de buses, aunque él estaba “eufórico” y gritaba por las rejas de una casa: “¡Señora présteme una cama, por favor, necesito una cama ya!”.

La abogada narró que en esa época ella se encontraba vulnerable por una ruptura amorosa que tuvo y que, tiempo después, Ulloa la amenazaba con contarle a su expareja cosas que supuestamente ella le había confiado.

Un caso similar narró una psicóloga, quien al momento de los hechos denunciados tenía 28 años.

Ella conoció a Ulloa en el 2008, durante un encuentro de escritores que se realizó fuera de San José. Desde que se vieron -según narró- Ulloa empezó a tratar de conocerla, a contarle de sus “inseguridades” y a hablarle de problemas de su personalidad, por ejemplo, de que le costaba aceptar un “no” como respuesta y que era “explosivo”.

“Todas sus revelaciones personales provocaron una especie de lástima en mi, un deseo de ‘sanar’ aquellos dolores que tenía esa persona que acababa de conocer e internamente tomé partido de no lastimarlo (…) esa actitud me hizo vulnerable”, contó la psicóloga.

De acuerdo con su narración, en cierto momento, ella se encaminó hacia la habitación en la que se hospedaría y él se ofreció a acompañarla. Ahí empezó a hacerle insinuaciones de carácter sexual que ella rechazó.

“Él es un hombre muy alto y yo mido metro y medio aproximadamente, él estaba fuera de sí y yo sentí miedo de lo que pudiera hacerme”, expresó la denunciante.

“Le pedí que se fuera, le dije que necesitaba bañarme y cambiarme de ropa. Él me dijo que si yo confiaba en él le permitiera quedarse ahí mientras yo me alistaba y que después nos íbamos a las demás actividades. Yo no podía sacarlo de la habitación por mi fuerza y ante su insistencia le dije que estaba bien”.

“El baño tenía puerta así que pensé solamente en cerrarla. No fue tan sencillo, ya que logró abrirla y entrar mientras yo me bañaba. Yo me asusté y le supliqué que no me hiciera nada y él me dijo que no era ningún abusador, que haría hasta donde yo se lo permitiera, yo le dije que quería que se fuera que por favor saliera. Se me acercó y me dijo ‘vea tranquila tengo ropa’ y me abrazó”, recordó la mujer.

Las siguientes imágenes en su memoria le resultan “perturbadoras”, según manifestó, pues, según su recuerdo, Ulloa la “levantó en vilo” y la llevó a la cama, donde le introdujo los dedos en la vagina.

“Yo recuerdo mi impotencia. Entienda la altura de este hombre. Yo tengo que decir, prácticamente me volví la más dócil y pensé: ‘va a hacer conmigo lo que le da la gana y yo no voy a tener cómo defenderme’. Yo no podía gritar… Entonces lo que intento es manejar la situación lo mejor que puedo de tal manera que él no me haga más daño. Empiezo a tratar de persuadirlo de que no me haga daño”, narró a UNIVERSIDAD.

La denunciante afirma que sintió mucho temor y le dijo a Ulloa que ella no empleaba métodos anticonceptivos, ante lo cual él le respondió que no la penetraría porque no portaba condón.

La denunciante recuerda que cuando Ulloa se retiró, ella se quedó llorando un rato en la habitación.

“Es miedo lo que yo siento, es miedo. Solo el hecho de pensar en encontrármelo a mí me asusta”, expresó la denunciante.

Otro testimonio pertenece a una gestora ambiental, quien conoció a Ulloa en el 2012, poco después de que él recibió el Premio Nacional de novela, y quien habría sostenido un encuentro sexual con el escritor bajo intimidación.

Ella tenía entonces 29 años y se conocieron por coincidir en el ámbito de la literatura. Salieron en un par de ocasiones a tomar café o comer.

Después, el escritor empezó a hacerle proposiciones de carácter sexual que a ella la hacían sentir incómoda. Además, según su narración, se burlaba de ella por vivir en una zona del sur de San José a la que calificó de “precario” o calificaba despectivamente su manera de vestir.

Durante un tiempo ella tomó distancia de Ulloa pero luego él la invitó a ir por un café y ella accedió.

“Aunque ahora me reprocho esas cosas, no sé por qué en ese momento no lo paraba. Creo que me hacía sentir que no importaba lo que yo hiciera, eso no lo haría detenerse. Nos vimos en San José y comenzamos a buscar adónde ir por ese café, él empezó a caminar hacia el sur por el Banco Popular y me fue llevando a la entrada de un hotel que queda cerca de ahí. Cuando estábamos en la entrada me asusté bastante y no sabía qué hacer, él me dijo que entráramos y entré”.

“Yo me sentía como en una película de terror: un hotel de mala muerte, todo sucio, feo y viejo y el abrazándome y abarcándome con su gigante cuerpo hasta que entramos en una habitación. Él trató de ser cordial porque me percibía asustada y obviamente quería tener sexo conmigo. Empezó a besarme, yo intenté evitarlo y se empezó a molestar, a decirme que ya estábamos ahí, que aprovecháramos, y yo pensé que igual no podría hacer nada contra él y que entre más rápido saliera de eso, mejor. Tenía miedo de que me lastimara si oponía resistencia. No se me ocurrió salir de ahí, mi cerebro estaba congelado de miedo”.

En ese estado de miedo, la gestora ambiental indicó que tuvieron sexo y que Ulloa le habría pedido hacer cosas poco agradables durante el acto sexual.

“Al hacerlo me sentí demasiado mal, demasiado baja, sucia, asquerosa. Él terminó, me fui a bañar y me fui de ahí. Él quería quedarse más tiempo, pero yo me alisté y salimos”, relató la denunciante.

Asegura que, posteriormente, Ulloa le escribía y enviaba fotografías con contenido sexual, pero ella no le respondía, por lo que él “se puso agresivo, dijo que si yo no accedía me iba a ir a buscar al trabajo”.

“Hasta que me armé de valor y lo bloqueé de todo lado: del Facebook, del Messenger de Hotmail y del WhatsApp”, contó.

Contacto con menores

Dos mujeres, de las 20 denunciantes, aseguran que eran menores de edad cuando Ulloa las abordó.

Jimena tenía 14 años en el 2005 y cursaba octavo año en un colegio privado en Belén. Un día de ese año, se organizó en su centro educativo un evento sobre literatura al que estaba invitado Warren Ulloa, según recordó.

Ella asegura que en ese momento Ulloa les comentó sobre un taller literario que iba a impartir  en una biblioteca y que luego supo que algunos de sus compañeros de clase asistieron.

“A los días me llegó una invitación de Messenger (chat virtual de Hotmail que se usaba en aquella época) e inmediatamente noté que el correo y nombre de la persona se me hacían conocidos, “Warren Ulloa”. Lo acepté con un cierto remordimiento pues yo creía que exponerme a hombres mayores era pecado, pero también pensé que era inofensivo pues esta era la persona que mi colegio cristiano había elegido como invitado, y me sentí halagada de que me recordara”.

“Le pregunté a uno de estos compañeros que había asistido al taller si él sabía como Warren había obtenido mi correo electrónico pues yo no se lo había dado en ningún momento. Mi amigo inocentemente me dijo que Warren se lo había pedido”, contó.

Jimena narra que comenzó a tener conversaciones cotidianas con Ulloa en las que él incluso le compartió el borrador de un futuro libro suyo y que también llegó a participar en uno de sus talleres.

“Supongo que Warren creyó tener mi confianza y se dejó decir (por chat) que ‘quería tocar mi cuerpo y chupar mi culo’. Esta fue la primera insinuación sexual explícita que un hombre me hacía y siendo una niña que no sabía cómo manejar el acoso. Me asusté, bloqueé su contacto y borré las conversaciones por miedo a que mis papás se dieran cuenta de que todo eso había pasado”.

Otra de las denunciantes relata que entre el 2007 y 2008 tenía a Ulloa en sus redes sociales y él empezó a hacerle preguntas alegando que se trataba de una investigación para su novela Bajo la lluvia Dios no existe, la cual tiene como personajes a unos adolescentes.

“Las entrevistas o conversaciones giraron rápidamente a un contenido que me hacía sentir incómoda. Warren pasó de preguntar generalidades de mi vida estudiantil hasta preguntarme detalles íntimos de mi relación sexual con mi pareja de ese momento. Si me masturbaba y cómo lo hacía, si depilaba o no mi pubis, y plantearme escenarios explícitamente sexuales que sin duda me hacían sentir incómoda. Yo evadía responder esas cosas, aún pensando que eso era parte de la entrevista, y rápidamente corté esas conversaciones”, narró.

Acoso sexual

Otras 12 mujeres aseguran haber sufrido episodios de acoso sexual por parte de Ulloa, los cuales incluyen proposiciones sexuales, tocamientos, lenguaje soez y envío de imágenes obscenas.

Una de ellas es una psicóloga de nombre Viviana, quien afirma que entre el 2008 y 2009 conoció a Ulloa por medio de Internet y que acordaron salir a una exposición en El Farolito (Barrio Escalante).

En ese encuentro, él intentó acercamientos físicos que ella rechazó. “Él reaccionó como un poco burlista, quitándole la importancia del caso”, explicó Viviana a este medio.

Otras cuatro denuncias se refieren a hechos que se habrían dado durante el 2011. Entre estas denunciantes está una ingeniera en sistemas quien asegura que, en esa época, cuando tenía 21 años, contactó a Ulloa por redes sociales para hacerle una consulta sobre el libro que él acababa de publicar y tuvieron algunas conversaciones amistosas. Sin embargo, afirma que luego el tono de esos intercambios fue diferente.

“Recuerdo que la primera pregunta que me hizo fue acerca de mi virginidad, específicamente: ‘¿vos ya volaste culo?’ Sus preguntas y propuestas me sexualizaban, me hacían sentir

sucia, sin siquiera haber dejado que me tocara, o viera, en persona”, manifestó.

Una situación similar relató una comunicadora de nombre Nancy quien afirma que, también en el 2011, Ulloa la contactó por Facebook. “Él insistía en hacerme preguntas más y más íntimas, por ejemplo: ‘¿vos te regás así super mojada, en squirting?’, ‘¿lubricás bien?’, ‘¿te gustaría coger conmigo? Porque yo te llevo unas ganas’, etc.”, describió.

Nancy asegura que Ulloa incluso le envió fotografías de su ano.

En ese periodo Ulloa también habría enviado mensajes inapropiados a una escritora y empresaria.

“Me preguntaba cuál fue la parte que más me excitó de su libro. Y cuando yo le dije que ‘sin comentarios’ me dijo que varias amigas de él se habían masturbado leyendo algunos pasajes”, recordó.

También una mujer quien en ese año accedió a salir en algunas ocasiones con él, hasta que él empezó a hacerle preguntas sobre su sexualidad y a indicarle que quería tener sexo con ella, hasta que ella se alejó.

Otras cinco denunciantes afirman haber sido agredidas sexualmente durante el 2012.

Entre ellas está  Margarita (la primera mujer que hizo público su caso en redes sociales), quien afirmó que, cuando ella tenía 32 años, se unió al grupo de Facebook de Literofilia y que Ulloa empezó a hacerle preguntas sobre su interés en la literatura y posteriormente a hacerle insinuaciones hasta que directamente le ofreció tener sexo.

Margarita recuerda que, ante su negativa, Ulloa reaccionó de manera agresiva.

“Terminaste de quitar el poco encanto sexual cuando vi que sos un grano más de maíz en la masa. Hablemos de literatura, eso es. No es mal ride, es que tu comportamiento, que vos misma criticaste, es igual que al resto de ticas promedio. Las maes, creen, oh ellas, como si fueran todas modelos de televisa, que los maes las queremos coger”, se lee en uno de los mensajes enviados por Ulloa a Margarita.

En ese año Ulloa  también habría acosado a una psicóloga de nombre Ana, quien tenía 19 años cuando, según su relato, Ulloa le pidió tener relaciones sexuales. “Yo le dije que yo no iba a tener sexo con él y me contestó que entonces yo para qué le iba a servir a él. Yo de forma ingenua le contesté que podía ofrecerle una amistad y me contestó riéndose, me dijo que yo como mujer solo le podía servir para dos cosas, darle dinero para patrocinar el libro o darle sexo”.

En el caso de una comunicadora de nombre Andrea, ella asegura que en ese periodo, cuando tenía 18 años, Ulloa empezó a acosarla sexualmente al punto de enviarle mensajes como: “Quisiera estar un hotel con vos, dándote durísimo por el culo”. Afirma que él se molestaba porque ella no le correspondía.

Otra denunciante, quien es docente, afirma que lo contactó en ese año para comprarle una camiseta que vendía en su página Literofilia. Tiempo después -según su narración- él empezó a enviarle mensajes preguntándole reiteradamente si quería tener sexo con él.

Una situación similar narró una socióloga, quien afirma que en el 2012, cuando ella tenía 18 años, Ulloa le escribía por Facebook y le proponía tener relaciones sexuales. Según su relato, debido a que ella se negó, Ulloa la insultó.

“Lo peor es que usó el discurso feminista en mi contra, diciéndome que yo era una mojigata y que debía sacarme los rosarios de mis ovarios”, manifestó.

Ulloa también habría acosado a otra filóloga de nombre Paola durante el 2013. La denunciante recordó que para ese entonces ella tenía algún conocimiento sobre el escritor por su libro Bajo la lluvia Dios no existe. Afirma que Ulloa la contactó por Facebook y la invitó a tomar un café.

Durante el encuentro -según narró Paola- Ulloa le dijo que las ticas eran todas unas mojigatas y que qué quería ella, mientras le colocaba una mano sobre la pierna.

Después se despidieron y entonces él le envió unos mensajes que indicaban: “Voy demasiado excitado por imaginarme su culo debajo de ese vestido”. “Me excita la idea de poder cogérmela de pie, ud es muy alta”, afirmó esta mujer.

Ella relata que, al rechazarlo, él se molestó. “Págueme los dos rojos del hijueputa café, me dijo por último” -recuerda Paola- quien después bloqueó a Ulloa de sus redes sociales.

Otra denunciante, quien labora en una empresa privada, aseveró que en el 2014 ella hizo en redes sociales una publicación sobre política y él empezó a escribirle; no obstante, en cierto momento Ulloa solo hablaba “de sexo”, afirma esta mujer.

“Cuándo empezó a escribirme literalmente todos los días y a toda hora, empecé a ignorarlo y a evitarlo a toda costa. Fue cuando le dije que no me interesaba en lo absoluto salir con él y de ahí los insultos”, recordó.

A la denuncia colectiva se unieron Laura (filóloga y escritora), Rebeca (empresaria) y una mujer que pidió reservar su identidad por maltratos verbales que habrían sufrido por parte de Ulloa.

A la primera de ellas, Ulloa le habría dicho en el 2011 que para ser amiga suya no podía hablarle a otras personas que ella había etiquetado en una publicación en Facebook. “Decía cosas como: ‘traidora, te vas a arrepentir de estar con esos maes, si no estás conmigo sos mi Enemiga’. Cuando ya por fin le corté, lo último que me dijo es: ‘El lunes, cuando se anuncie que soy el Premio Aquileo Echeverria, te vas a arrepentir de lo que estás haciendo’.

Con Rebeca, quien es empresaria, tuvo unos intercambios en el 2016 en los que le hizo insinuaciones, la trató de “idiota” y de tener “precaria inteligencia”, según contó esta mujer.

Mientras que a otra joven la habría agredido verbalmente porque ella se ofreció a dar una donación de ¢18.000 para que se publicara un libro de Ulloa, a cambio de ser nombrada en los agradecimientos, pero luego no pudo hacer el depósito. “Me dijo que yo era una mocosa que no entendía la importancia de su literatura”, recordó.

En días recientes, Ulloa envió mensajes de texto idénticos a dos de las denunciantes para disculparse por haber sido “un machista hostil” y por sus “errores de crianza patriarcal”.

Aunque UNIVERSIDAD ha insistido en hablar con él sobre estas denuncias, no ha contestado a los mensajes.


Especialista del Inamu caracteriza la actitud descrita por las denunciantes como depredatoria

Acoso, abuso y violación sexual como patrón repetitivo parten de una actitud que ve a las mujeres como presas sexuales.

Ana Beatriz Fernández González

[email protected]

Ante la casi veintena de denuncias hechas por mujeres por ofensas sexuales en contra del escritor cos- tarricense Warren Ulloa-Argüello, la Coordinadora del área de prevención de la violencia del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), Ana Hidalgo, explicó que la violencia sexual es, sobre todo, un ejercicio de poder, y que, en este caso, “pareciera ser una conducta repetitiva e instalada de parte de este sujeto depredador”.

“Aquí estamos hablando de una actitud depredatoria hacia los cuerpos de las mujeres, en que lo más importante de destacar es que no es un hecho aislado, sino que son hechos que relatan muchas víctimas”, agregó Hidalgo. En días pasados, un grupo de mujeres contactó a UNIVERSIDAD para hacer públicos sus testimonios sobre el abuso, acoso, maltrato y violencia sexual, así como maltrato y agresión verbal, que habrían sufrido por parte de Ulloa Argüello.

Algunas de ellas relatan incluso, episodios de violación sexual. Al respecto, Hidalgo señaló que lo importante de esta acción es que “muchas hagan la denuncia aunque no tenga una viabilidad penal, porque permite identificar un modus operandi, y refuerza los casos de las que sí lo van a presentar por la vía penal”.

Los testimonio contenidos en las denuncias a las que tuvo acceso UNIVERSIDAD tienen en común un tipo de conducta de un sujeto que, cada vez que se enfrenta a una mujer, la ve como una presa sexual, “de la cual se cree con el derecho de abordar y de tomar lo que quiera”, puntualizó Hidalgo.

En criterio de Hidalgo, las denuncias se hacen porque las ofensas no fueron consentidas, o sí lo fueron en un primer momento pero después dejaron de serlo. “Es entonces cuando esta persona toma con violencia el cuerpo de las mujeres”, continuó la funcionaria del Inamu. En el modo de operar hay un patrón que la hace tocarla, por ejemplo, sin tener ningún tipo de consideración sobre los límites de la víctima.

“No reconoce a la otra persona como una sujeta a la cual hay que pedir permiso para acceder. Todo esto en un esquema machista, en que se cree tener derecho a eso y se actúa de una manera impulsiva, porque es una manera de apropiarse de ellas, porque le da la gana, lo desea, y de esa manera demuestra el control”, añadió Hidalgo.

Al explicar hechos como los denunciados, Hidalgo indicó que las ofensas sexuales se dan en el con- texto general de la violencia contra las mujeres, puesto que el sujeto se aprovecha de las condiciones de vulnerabilidad de una o varias mujeres que las hace más susceptibles. Tales son los casos de menores de edad y de mujeres con menos herramientas para identificar los límites entre un abuso y un aparente cortejo.

En los relatos de las mujeres que denunciaron a Ulloa Argüello, el tema de la culpa se hace patente, ya que, según la mayoría de denunciantes, ellas no confrontaron o detuvieron al sujeto que las violentó.

Para Hidalgo, el tema de la culpa sentida por las mujeres es naturalizado por la sociedad. “Siempre nos sen- timos culpables de todo y la sociedad nos hace más culpables, incluso en aquellas circunstancias de violencia sexual”, señaló Hidalgo. Al respecto es vital deconstruir esa culpabilidad, “decir ‘no es no’, aun cuando al inicio de una situación la mujer acceda y luego no quiera más. Tenés todo el derecho a que te respeten”, expresó Hidalgo.

Nada hace culpable o responsable a las mujeres de un abuso, ya que el abusador es la persona quien se aprovecha de las circunstancias para cometer un acto de violencia, subrayó Hidalgo. Para enfrentar acciones como las descritas por las mujeres mencionadas, Hidalgo recomendó que aquellas víctimas de violencia sexual consulten a especialistas sobre las situaciones que viven.

En relación con los pasos a seguir por violación sexual, en todos los casos las personas deben interponer la denuncia al Ministerio Público o acercarse a hospitales, que en la actualidad tienen el protocolo de las 72 horas, compuesto por atención médica, psicológica y recepción de la denuncia.

“Lo mejor es que llamen al 911 en cualquier momento, o lleguen a las oficinas del Inamu. Muchas veces hay miedo e inseguridad y, muchas veces, las personas necesitan mucha contención emocional, antes, incluso, de atreverse a poner una denuncia”.

Hidalgo enfatizó en que lo importante es buscar ayuda para conversar sobre lo sucedido con una profesional en psicología del Inamu, con el fin de darle la contención y asesoramiento legal.


 

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