Opinión

Velo ideológico

Toda comunidad se representa a sí misma con prácticas culturales idealizadas, y ya se sabe que el otro(a) es un espejo distorsionado, lejano y sospechoso. Por eso es gratificante ser el primero, no se diga dichoso, que tiene una carga semántica invaluable en el mercado. Ser feliz es prescindir de los actos cotidianos y realizarlos sin ningún rencor: el desempleo, la angustia por el trabajo, por no tener cómo suplir las necesidades básicas son aspectos perturbadores enturbian la felicidad y, en consecuencia, según el lugar común, se debe reír por no llorar. Así, el velo de las causas y condiciones materiales se arropan con el tejido verbal de la prensa para culpar al sector público de la desdicha del país; aunque sea un conflicto coyuntural  para acceder al maná del FMI.

En estas condiciones, el campo ideológico arde o los ideólogos atizan las llamas para distraer, para focalizar la discusión con la ley de empleo público que cercenará, de una vez por todas, las injusticias sociales y hará más democrática la distribución de la riqueza salarial. Basta escuchar el discurso del presidente Alvarado y su satisfacción de alcanzar logros trascendentales en el “campo fiscal sin poner en juego el Estado social de derecho y las instituciones fundamentales” (La Nación 20-03-21).

En todo caso, si usted ha leído teorías sociológicas, históricas, literarias, ha investigado, escuchado conferencias sobre cambios paradigmáticos de la economía y cambios estructurales del sistema que dicen lo contrario, por favor, atribúyalo a esas conspiraciones satánicas que bullen en las redes sociales.

¿Y qué sucede con la evasión fiscal de las empresas nacionales y transnacionales que encuentran, en forma paradójica, sus más acérrimos defensores en las instituciones que velan las armas por el fisco? ¿Dónde está el olfato canino de la prensa comercial para investigar quiénes son los evasores? ¿Por qué desaparecen los expedientes de las empresas deudoras?

Tres interrogantes más: ¿y la elusión se encuentra en los cambios semánticos de las leyes o en las interpretaciones jurídicas de los especialistas en derecho que son verdaderos enigmas para nosotros los profanos? ¿Y qué decir de la mora cuando es común que se condonen las deudas con la CCSS (Caja Costarricense del Seguro Social), con el Ministerio de Hacienda, bananeras, piñeras, arroceras,  fundaciones…? ¿Este beneficio protege al pequeño productor?

Imagínese el esfuerzo de los diputados (as) presidenciables que, sin ningún rubor, en medio año electoral, exigen la cabeza y las extremidades de los miles de empleados públicos, en especial, de las universidades públicas. Eso sí, muy preocupados por la reactivación económica ofrecen a manos llenas beneficios económicos a los rentistas y a esos seres excepcionales llamados nómadas digitales que podrán traer su menaje de casa y autos sin restricción. En todo caso, el cálculo político, de los políticos, no tiene nada de azar: basta estigmatizar al otro con el velo ideológico de la redención.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido