Opinión

Una universidad en busca de rector

Llama la atención que muchos críticos acérrimos del capitán Jensen hoy se mantienen dóciles y calladitos con el nuevo capitán… ¿Será que ahora sí ven cómo su botecito se hunde al son de un cuarteto de cámara?

La historia relata que Diógenes solía caminar por las calles de la antigua Atenas con su lámpara encendida, mientras las miradas confusas se burlaban del filósofo porque lo hacía a plena luz del día. Sin embargo, Diógenes sostenía que su obsesiva búsqueda se centraba en hallar una persona honesta y justa.

Henning Jensen se retiró de la Universidad semanas antes de que concluyera su segundo periodo en la Rectoría. No solo dejó una institución acéfala amparándose en algún tecnicismo inédito, sino que además anunció que no iba a presentar su informe de labores de forma presencial. Jensen no solo salió por la puerta de atrás, se escabulló por ella.

El optar por un cargo de esta investidura conlleva mantenerse detrás del timón del barco tanto en mareas calmas como en tormentas. Es inaceptable que a un rector se le permita retirarse confortablemente sin rendir cuentas de sus logros y aceptar sus fallas, como si esto no fuera uno de los pilares fundamentales de la democracia universitaria. Este fue un capitán que se subió al único botes salvavidas de su navío –el yate de lujo S.S. Jensen–, mientras el resto de la tripulación bregaba por mantenerlo a flote en un océano de incertidumbre.

Además, este falso capitán dejó a cargo del navío a un Segundo Oficial, con una responsabilidad de maniobrar tan enorme como el iceberg contra el que estamos en gran riesgo de colisionar. Aunado a esto, nombrado a la carrera con la velocidad de un Uber Eats en horas de tránsito restringido.

Asimismo, llama la atención que muchos críticos acérrimos del capitán Jensen hoy se mantienen dóciles y calladitos con el nuevo capitán… ¿Será que ahora sí ven cómo su botecito se hunde al son de un cuarteto de cámara?

Bueno, suficientes metáforas marítimas. Henning Jensen deja la Universidad sin un FEES negociado, sin un presupuesto definido para el 2020, sin una distribución clara del presupuesto y las plazas de apoyo entre las escuelas, las facultades y las sedes, sin una política efectiva para desarrollar una modalidad virtual comprehensiva, con varias denuncias penales abiertas a miembros de la comunidad universitaria y, sobre todo, sin una respuesta solidaria ante la impotencia de estudiantes incapaces de continuar sus estudios. Lo que sí deja es la estadística de una baja de aprobación popular de la UCR, incluso cuando todas las otras instituciones han incrementado su aprobación durante la pandemia.

Eso sí, imposible pensar que Jensen se hubiera atrevido a irse, sin antes haber asegurado que su yate de lujo seguirá navegando por mucho tiempo en los puertos del Magisterio.

Ciertamente, si Diógenes hubiese continuado su búsqueda en nuestros días, habría pasado por la oficina de la Rectoría sin apenas detenerse, sin haber hallado nada de lo que se propuso encontrar (ya sea que hubiera visto a Jensen o tal vez este ya se habría escabullido… en ambos casos, no había nada).

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