El suicidio ha sido un fenómeno que durante décadas se ha considerado únicamente como un problema patológico, pero con el paso de los años se ha hecho visible que es una problemática que abarca muchos factores que van desde el contexto político, económico, religioso, cultural y social que puedan estar viviendo las personas que deciden acabar con su vida. El fenómeno del suicidio es una situación que involucra a todas las sociedades a nivel global y que es atendida principalmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y como organización realiza un llamado para que esta problemática sea abordada desde varias u otras diciplinas que estén fuera del área de salud.
Para el abordaje de este fenómeno de índole global es importante conocer sus precedentes, como los brindado por la Organización Mundial de la Salud:
Los suicidios cobran un costo alto. Más de 800 000 personas mueren cada año por suicidio, y esta es la segunda causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años. Hay indicios de que, por cada adulto que se suicidó, posiblemente más de otros 20 intentaron suicidarse. Los suicidios son prevenibles. Para que las respuestas nacionales sean eficaces, se necesita una estrategia integral multisectorial de prevención. (OMS,2021)
A partir de los datos brindados por la Organización Mundial de la Salud se ve la necesidad de abordar este fenómeno del suicidio desde otras visiones que nos permitan llenar esos vacíos de información en el área económica, social, política, cultural, comunitaria y religiosa, ya que se considera que según el contexto o sociedad en el que se encuentre cada persona, puede ser un factor detonante en el suicidio.
También se tiene como precedente que, aunque las tasas de suicidio no llegan a ser tantas altas en el continente americano en comparación con otros, son los hombres quienes encabezan las tazas de suicidio en América (DW,2020).
Ahora bien, haciendo un enfoque en el caso de la sociedad costarricense se sabe que “ocurren 300 suicidios al año, aproximadamente y las cifras han venido en crecimiento.” (Valerio, 2020, párr.3) también se tiene como precedente que este fenómeno ataca principalmente a la población masculina, ya que según estudios de algunas instituciones tales como la Organización Mundial de la Salud (2021) señalan que, aunque son las mujeres quienes encabezan la tasa de intentos, es el género masculino quien lamentablemente logra llevar a cabo su cometido.
También se tienen como precedentes los datos que brinda el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), que indican que el suicidio en la sociedad costarricense tuvo un gran aumento durante el trascurso del año 2017 y el año 2018, ya que pasó de 7,2% a un 13%; por lo que es visible como esta problemática por poco se dobla a nivel nacional. (Sanabria, par.6,2020)
Estos datos demuestran cómo este fenómeno ha venido en aumento, además visualiza la urgencia de un abordaje que permita conocer, analizar y estudiar aquellos factores sociales que lo componen. Sin duda alguna, es sustancial que en la actualidad las distintitas organizaciones públicas y privadas hablen del suicidio, así como de aquellos determinantes que giran alrededor de este, debido a que, con el paso de los años se ha transformado en una problemática global que ha dejado de ser meramente un tema de salud y ha mutado a un problema social a causa del poco abordaje interdisciplinario y el cual es de relevancia que se brinde el traspaso de conocimiento metodológico-teórico de otras diciplinas para llenar los vacíos de información que existen en este tema desde otra visión más social.

