Opinión

Una decisión para toda la vida

Durante la edad de los 16 a los 18 años los adolescentes se encuentran ante unos de sus principales retos, en donde la sociedad acostumbra a plantear diversos cuestionamientos sobre el futuro; sin embargo, en la mayoría de los casos no se recibe un apoyo, una guía o un acompañamiento. Por ende, ¿cómo se pretende que, a tan corta edad, se tenga claro qué hacer para toda la vida?

Durante este periodo, los adolescentes no solo se enfrentan a el cuestionamiento de cuál carrera elegir, si van a tener el tan mencionado año sabático o si prefieren buscar un empleo, se enfrentan a tomar la decisión correcta, teniendo en cuenta no solo el pensamiento propio, sino también el de las personas que los rodean.  

Es muy común escuchar en los hogares que los padres quieren que sus hijos sigan su misma profesión o que estudien una carrera que ellos no pudieron; sin embargo, nunca se preguntan qué realmente quieren sus hijos. El joven tiene una preferencia, pero esta puede ser sujeta a cuestionamientos como el empleo, salario y hasta forma de vida en un futuro, debido a que no es una profesión STEM o con gran reconocimiento a nivel social. Como afirman Fernández y Ruiz (2020) en un artículo publicado por el Instituto Tecnológico de Costa Rica, los tres factores que influyen en la elección de carrera universitaria son: empleabilidad, elementos externos (influencia familiar, de amigos y conocidos) y vocación.

En el momento que logran decidir cuál carrera estudiar se empiezan a plantear otras interrogantes como lo son examen de admisión de las universidades estatales, nivel académico necesario, tutorías en este nivel, organización, entre muchas otras. Sin embargo, no hay ninguna guía para este proceso, no hay ciertos pasos para seguir, igual  a como se está acostumbrado los primeros años de vida. A pesar de que la Universidad Nacional y la Universidad de Costa Rica cuentan con programas de orientación para esta nueva etapa, según Rodríguez y Zamora en un artículo publicado en la Uniciencia (2021), se hace mención que el 33,54% de las personas que desertan temprano, es decir, en el primer año de carrera, es por falta de orientación e información sobre la carrera y porque ingresaron a una carrera que no era su primera opción. 

Año tras año, miles de personas realizan el examen de admisión a las universidades estatales. Según el Consejo Nacional de Rectores (Conare), solo en el 2021 ingresaron 31.511 personas, a pesar de que ha sido las mayores cifras de admitidos en las universidades estatales que ha habido en los últimos años, ¿cuántas de esas personas actualmente están cursando la carrera que realmente les gusta? De acuerdo con Rodríguez y Zamora (2021), el 29,75% de las personas que desertan es porque no era la vocación, por lo que hay que tener claro que no está mal el equivocarse o querer cambiar de profesión, ya que, en muchas ocasiones, la carrera en la que se ingresó no es lo que esperábamos o lo que nos contaron. No obstante, el iniciar de cero nunca es una mala opción y mucho menos si la felicidad y la paz mental están en juego. 

Lo anterior evidencia una sociedad en la cual el poder de decisión es nulo cuando nos enfrentamos a la vida real en las primeras etapas de vida. Donde, a pesar de que las propias universidades cuentan con programas de orientación, no hay una guía exacta. Una sociedad en la cual equivocarse está mal, pero no tomar en cuenta la opinión propia por complacer a los demás sí es válido. Finalmente, no hay que olvidar que ponerse de primeros y  la felicidad propia, es de las mejores decisiones que podemos tomar para toda la vida.

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