En el décimo aniversario de Kioscos Socio Ambientales, queremos agradecer a todas las comunidades y personas que han creído en este proceso y crecido con él. Hemos tejido junto con ellas y ellos caminos pedagógicos, dialógicos y epistemológicos buscando la horizontalidad, el cuido, la rigurosidad, la creatividad y desde la diversidad de los territorios y desigualdades imperantes.
También emprendimos luchas por mantener una acción social coherente con una postura crítica y comprometida con la transformación profunda, que permita que vivamos en un mundo menos desigual y más justo. Esto ha llevado a ser insistentes en respetar las particularidades, los distintas lógicas, ritmos y temporalidades comunitarias de las que hemos procurado nutrir nuestras reflexiones, propuestas y nuestras acciones.
Mediante la educación popular, la construcción colectiva, los diálogos de saberes, debates, campañas informativas, la investigación acción participativa y la sistematización de experiencias podemos reivindicar una acción social con un fuerte compromiso ético y político.
Nos hemos acercado a organizaciones, movimientos de base y comunidades que están en resistencia, sea por despojo de la forma de propiedad de sus bienes comunes históricos, de sus formas tradicionales de producción, distribución, consumo y de sus saberes y formas de ver el mundo. Esta lógica de acumulación por despojo coloca a las comunidades en una posición de vulnerabilización socioambiental, por lo que la acción social se debe pensar también desde ahí y con quienes luchan por la transformación social mediante procesos organizativos de defensa territorial, es decir sus saberes locales, memoria histórica, sus espacios físicos y su relación de cuido de todos estos elementos, que al final es de beneficio global.
Consideramos la praxis como un eje para la reflexión, al considerar que la posibilidad de trabajar desde el hacer permite problematizar la academia, las desigualdades de poder, clase, género, étnicas y territoriales.
Tratamos de sensibilizar a nivel administrativo, estudiantil y desde la docencia sobre la necesidad de romper con la extensión, asistencialismo y el voluntarismo que se le quiere endosar a la acción social universitaria.
Reivindicamos la acción social como una forma de docencia con las comunidades y a partir de donde el estudiantado puede aprender- haciendo y no solo se comprometen a realizar su trabajo comunal universitario, tesis, prácticas profesionales si no a formar las bases de una ética con las comunidades y la defensa de la vida.
En esta década ya son decenas de vinculaciones institucionales donde tratamos de posicionar diálogos de saberes, una cátedra de defensa del territorio, proyectos de investigación, seminarios, prácticas profesionales y cada proyecto del programa ligado a lo interno de la Universidad a unidades académicas, centros e institutos de investigación, sedes y recintos, pero también con otras universidades públicas dentro y fuera del país, siempre buscando romper la fragmentación que rige la Universidad y trabajando en una interdisciplinaridad, no solo por nuestro equipo de trabajo sino por dichas alianzas.
Para llegar donde estamos es fundamental realizar una constante reflexión sobre el quehacer de la acción social como un núcleo generador y no como una etapa posterior a la docencia y la investigación. Partiendo que la acción social permite articular los pilares de docencia e investigación, al tiempo que es y resulta en el tejido que conecta las comunidades académicas con las comunidades territoriales, con hilos de la diversidad de conocimientos que permite este caminar conjunto.
Podemos decir que en esta década hemos aportado a la propuesta de una Universidad donde podemos ir creando otras epistemologías más diversas y multicolores, una Universidad más cercana y flexible para que convivan múltiples comunidades, saberes, pensares, haceres y sentires.
