Un día de enero del 2018, un hombrecillo sin importancia, pero con alguna información, que dijo llamarse Yiyo, se acercó a la mesa donde un grupo de amigos departían.
Estaba interesado en contar que su partido político se enfadó mucho, porque en una universidad pública se hacían encuestas sobre la proyección de la votación que pronto se realizaría.
El enojo que se le percibía, según logramos ver, derivaba de que dichas encuestas no beneficiaban al candidato de su partido, sino al candidato oponente.
Contaba este hombrecillo, que las encuestas eran utilizadas como propaganda política por dicha universidad, favoreciendo al candidato oponente y no al candidato de su partido.
Por este hecho, en su partido decidieron que, una vez estuvieran en el poder, harían los cambios legales para que la autonomía de esa universidad se viera disminuida por lo menos en un cincuenta por ciento.
Como la vida da tantas vueltas, el partido que promovería la disminución de autonomía no quedó, pero el que ganó le dio campo en el gobierno, y para cerrar, resulta que en esta circunstancia, no hizo lo planeado, pero sí logró darle una lección de castigo rebajándole el presupuesto.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.