Opinión

Un insulto al conocimiento

Nuevamente don Víctor Valembois critica a Israel, esta vez basándose en la opinión de un músico judío (Semanario UNIVERSIDAD, 2243, 29/08/2018), en relación con una ley aprobada por una escasa mayoría parlamentaria,

Nuevamente don Víctor Valembois critica a Israel, esta vez basándose en la opinión de un músico judío (Semanario UNIVERSIDAD, 2243, 29/08/2018), en relación con una ley aprobada por una escasa mayoría parlamentaria, que no cambia ni menoscaba los derechos de los diferentes grupos étnicos, sino que confirma lo dicho en la Declaración de Independencia, alabada por el mismo músico que critica la nueva ley.

La Declaración, leída por Ben Gurión en mayo de 1948, proclama el nacimiento de un estado judío, cristalizando el sueño bimilenario de tener su propia tierra.

Muchos judíos murieron en el holocausto por no tener refugio; los países cerraron sus fronteras incluso cuando Hitler dio la oportunidad para que pudieran emigrar.

La negación mundial de visas fue una de las razones para que se iniciara la “solución final”, a lo que se le suma que muchos de los sobrevivientes del holocausto fueron asesinados por sus propios vecinos cuando volvieron a sus hogares.

Israel, más que un estado judío, es un santuario del judaísmo. Ahí, en la tierra de sus ancestros, desarrollan su cultura, organizan su defensa y viven, de acuerdo a la visión de los profetas, con paz justicia y libertad.

El verdadero apartheid Si don Víctor se preocupa tanto por el apartheid del Medio Oriente, debería referirse a la expulsión de cientos de miles de judíos que vivían en Siria, Irak, Egipto, Libia, Argelia, Yemen, Sudán, etcétera, descendientes de familias radicadas en esas regiones desde hacía cinco o más siglos.

Cuando fueron expulsados, sus negocios, fábricas y patrimonio les fueron robados y las jóvenes judías eran violadas cuando huían con sus familias.

Los sobrevivientes de este proceso, conocido como el holocausto blanco, reiniciaron sus vidas en Israel, se integraron a su desarrollo y sus descendientes ya no son refugiados ni una carga para la ONU.

En Jordania se prohíbe la residencia de judíos y en el futuroestado palestino quien venda una propiedad a un judío es severamente sancionado sin que nadie se inmute, mientras los “humanistas” se pasan tergiversando la realidad israelí.

La otra cara de la moneda Contrario a lo dicho por Valembois, en Israel vive millón y medio de palestinos que gozan de todos los derechos, estudian en las universidades, ejercen la docencia y las profesiones liberales, están exentos del servicio militar, tienen su propio partido político (que, incluso, promueve la destrucción del Estado de Israel) con 15 parlamentarios de 120 (12.5%), algunos sirven de embajadores y uno de ellos es el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Hoy día los árabes cristianos se ofrecen voluntariamente para cumplir con el servicio militar y se identifican cada vez más con el estado de Israel. La excelente película El Insulto refleja las tensiones étnicas en el Medio Oriente y en particular en Líbano. Don Víctor no la entendió.

El mecánico cristiano que insulta al ingeniero palestino no es un “cristiano hebreo”; eso no existe. Es un católico maronita que vivía con su familia en Damour, pueblo que fue masacrado por la milicia palestina de la que él se salvó.

Se muestra la diversidad de conflictos en la zona, y que basta mencionar al Estado de Israel para que se tornen mucho más profundos y complejos aún cuando no esté involucrado. Por alguna misteriosa razón, aquí en el trópico se ensañan permanentemente contra la única democracia del Medio Oriente, repitiendo y basando sus escritos en propaganda panfletaria o noticias sesgadas.

Don Víctor debería estudiar antes de criticar todo un Estado por la opinión de una persona.

En el Semanario UNIVERSIDAD, 12/09/2017, hay un buen resumen del cónsul de Israel que le puede ayudar a ilustrarse y balancear sus conocimientos.

Criticar al Gobierno de Israel no tiene nada de malo, la prensa israelí lo hace diariamente y con suma dureza; pero hacerlo tendenciosamente y con extrema parcialidad refleja un empeño en sembrar las semillas del odio mientras otros se esfuerzan en establecer la paz.

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