Opinión

Un camino a la recuperación

En agosto de 2017 se cumplieron seis años de una idea que se fraguó y se_hizo_realidad_en nuestra querida Universidad de Costa Rica (UCR):_la_creación_de_un_grupo_de AA;_es_decir,_de_Alcohólicos_Anónimos.

En agosto de 2017 se cumplieron seis años de una idea que se fraguó y se hizo realidad en nuestra querida Universidad de Costa Rica (UCR): la creación de un grupo de AA; es decir, de Alcohólicos Anónimos. Es difícil, por no decir imposible, cuantificar aquí los grandes logros y beneficios alcanzados en estos seis años para sus miembros, para sus familias y para la sociedad en general. Digo imposible, porque lo humano es incuantificable.

El Grupo Institucional Renace no es solo un grupo de AA, sino también es, y representa, la esencia misma de la UCR. Esta es una institución de carácter humanista que menciona dentro de sus propósitos institucionales “estudiar los problemas de la comunidad y participar en proyectos tendientes al pleno desarrollo de los recursos humanos”. En sus inicios, el grupo se abrió con la finalidad de atender los problemas de dependencia al consumo del licor que presentaban los miembros colaboradores de la Universidad. El local para fundar el grupo y efectuar las primeras reuniones fue un espacio generosamente prestado por el Sindicato de Empleados de la Universidad (Sindeu).

Dos de sus fundadores, con los cuales he conversado y me he reunido, y que han sido fundamentales en la permanencia y consolidación de Renace, son don Manuel Ulate y don Juan Carlos Brenes. Gracias a su esfuerzo y dedicación, el grupo no solo se ha mantenido, sino también se ha ampliado y consolidado. Tan significativa ha sido esa labor que hoy el grupo no solo atiende a funcionarios y estudiantes, sino que también sus puertas permanecen abierta para que personas de comunidades vecinas, con problemas de dependencia de sustancias psicoactivas, asistan al grupo Renace. Esto es muy importante, pues se enmarca dentro de uno de los tres pilares de la Universidad de Costa Rica: la Acción Social. De esta forma, muchas personas con problemas de dependencia han logrado, a través de la terapia grupal e individual, el camino de la recuperación personal. La terapia individual es muy importante, porque ayuda al dependiente de estas sustancias a ubicarse en el contexto de no olvidar su “condición”.

Desde todo punto de vista, para la universidad, y sobre todo para la Oficina de Recursos Humanos, apoyar, mantener y continuar con este espacio de apoyo a quienes lo necesiten en la comunidad universitaria y más allá representa un valor incalculable en el rescate y apoyo de quienes, por una u otra razón, se han visto, o están inmersos, en el consumo de sustancias psicoactivas. Más bien, y así se lo he expresado a don Manuel Ulate, la colaboración debería de ser mayor, pues, aunque la Universidad brinda apoyo y servicios a la comunidad universitaria en general respecto a esta problemática, siempre hay personas, tanto funcionarios como estudiantes, que prefieren recibir ayuda recurriendo a espacios en donde les atiendan, o compartan, personas que han vivido en “carne propia” la situación que los lleva a solicitarla. Esto les da mayor confianza para hablar, escuchar y actuar, sin ningún temor. Por lo tanto, considero que el grupo Institucional Renace amplía el abanico de posibilidades que la Universidad le brinda a sus colaboradores y a personas ajenas al campus que tienen dependencia a sustancias psicoactivas. Aunque sea vea como una labor de hormiga, el trabajo ha sido y es efectivo y requiere de constancia, perseverancia, iniciativa y mucha mística, ya que es una labor ligada directamente con factores muy íntimos e internos de lo humano. La Oficina de Recursos Humanos debe seguir apoyando, en todo lo posible, iniciativas como estas, fomentarlas y llevarlas a toda la comunidad universitaria. Más aún, en una época como la que vivimos en donde nuestros jóvenes están expuestos a tantas sustancias psicoactivas.

 

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