Opinión

Trending topics

¿Debe el pensamiento reducirse a la opinión de los sucesos? ¿No será que también hay tareas del pensar que desbordan la política fáctica y sus sucesos noticiosos?

Puedo entender perfectamente la imperiosa necesidad de la reflexión filosófica en medio de la inmediatez política y de las circunstancias sociales de la actualidad. El horror de la violencia y de la indigencia humana nos es recordado todos los días, pues vivimos en la época de la hiper-información y del news feed al alcance de la mano. Sin embargo, cabe preguntar si las circunstancias obligan a que uno se convierta en opinador de todo y ponderador constante del acontecer inmediato.

¿Debe el pensamiento reducirse a la opinión de los sucesos? ¿No será que también hay tareas del pensar que desbordan la política fáctica y sus sucesos noticiosos?

Basta ver el comportamiento en las redes sociales y en los espacios de opinión de muchos personajes intelectuales. Saltan de una a otra cosa, de esta noticia a la otra, de este evento de ayer al de hoy, del trending topic de la semana pasada al de esta. No hay suceso que no comenten, ni desgracia que no suscite su ponderación. Su atención, así, parece estar enteramente concentrada en el acontecer noticioso y, en ocasiones, da la impresión de que en verdad se sienten compelidos a asumir la labor de comentadores y ponderadores de todo lo que sucede, cual si fuesen jueces de la actualidad. Se estiman a sí mismos como indispensables, como si de sus juicios de almas bellas pendiese el mundo de un tenue hilo. El espectáculo es, francamente, penoso.

Reitero que no le niego a la reflexión política su lugar, ni le resto importancia a su intervención en su campo específico. Pero el pensamiento político es una parte del pensamiento en general. Es decir, el pensamiento político no agota las tareas de lo que hay que pensar. Y bajo las circunstancias actuales, tan domeñadas por la avidez por el acontecer político y social, esto que digo incluso podría parecer una infamia.

¿Quién se atreve a pensar otras cosas en el contexto del ascenso de estos políticos en la escena mundial, de estas injusticias, de estos peligros y de estos horrores? ¿No es acaso una osadía dedicarse impávidamente a un pensamiento ajeno a los retumbos amenazantes de nuestra era apocalíptica? ¿No tiene, sobre todo el filósofo, una obligación por erigirse en voz cantante que aporte alguna luz entre las tinieblas?

Si bien arrancar al pensamiento de su anclaje político y social es un artificio ideológico, también lo es reducir todo el pensamiento a la reflexión política y social del acontecer. La radical tendencia por la atención exclusiva a los hechos políticos incide en que cualquier reflexión que no se inscriba en los parámetros del análisis politicista se juzgue casi como divertimento irresponsable digno de la más desabrida metafísica.

A mi manera de ver, sin embargo, el pensamiento, no solo no debe restringirse a los trending topics, sino que puede —y debe— alejarse de este nuevo sentido común que demanda el ejercicio continuo de concretísimas reflexiones sobre el capitalismo, el neoliberalismo y el acontecer político actual. Lo que le pasa desapercibido al inmediatista indignado es que su vaivén activista y su impaciencia facto-política son tendencias de la época. Y, de cierta manera, estas tendencias nos son impuestas y ejercen una dictadura sobre lo que, supuestamente, merece nuestra atención reflexiva. Nuestra indignación es constantemente manipulada y sonsacada de sus casillas. 

Pero algunas veces el pensamiento requiere de silencio. Algunas veces quizá es menester pensar más y opinar menos. Y seguramente deberíamos esperar del filósofo precisamente que se cuide de caer en la tentación de unirse a la vocinglería. Porque la vulgata de los trending topics que hoy nos parecen tan candentes obedece a las presiones de la habladuría y la cháchara de la opinión pública. Y esta ya está repleta de expertos que todo lo saben y que nunca se callan.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido