¡Boom! Explotó la bomba, titular: “Insultos, frases obscenas y proposiciones sexuales: las denuncias de estudiantes contra el catedrático Mainor Salas.” Comentarios vienen y comentarios van. Un artículo que nos muestra como se nos escupe en la cara a todas las mujeres que hemos sufrido de acoso u hostigamiento sexual. Una burla, un desprecio. Como si continuar viendo a nuestro acosador en su cotidiano vivir nos motivara en nuestros estudios. Como si fuera una cosa simple, nos acosaron hoy y lo olvidamos mañana. “Rumores” se escuchaban, cosas que hablan los estudiantes, nada de qué preocuparse. Una triste historia que sabemos no es un caso aislado, sino que se da en otras muchas Unidades de nuestra amada UCR.
Estar en contra del hostigamiento sexual no es solamente un eslogan, no se trata de tener una Comisión a quién puedan recurrir las víctimas, no se trata de lanzar palabras bonitas en un comunicado, se trata de todo un cambio de mentalidad, se trata de no permitir que esta clase de personas sigan ejerciendo su machismo y misoginia adiestra y siniestra en nuestra institución, de no darles cargos de poder, de no encubrirlos. Se trata de no hacerse de la vista gorda ante situaciones sospechosas, ante miradas de incomodidad. Se trata de proteger a las víctimas y que estén seguras de que denunciar es lo mejor que pueden hacer en lugar de aguantar y callar. Pero claramente no es el caso, estamos contemplando como se salen con la suya con castigos mínimos, o en el peor escenario sin repercusión alguna.
¿Queja formal?¿Cómo no vamos a temer? ¿Cómo pretenden que estemos dispuestas a denunciar si vemos como una y otra vez ellos irrespetan a otras mujeres y se codean con sus colegas? Por favor, señores y señoras, así no se puede. Quienes realizan este tipo de violencia no lo hacen como un “error” de una sola vez, es una actitud que ya está en ellos, y como muestra tenemos las declaraciones de las víctimas de este caso, en el cual, unos días fuera no cambiarán nada al respecto.
Necesitamos de medidas integrales contra estas situaciones, nuestra Comisión Institucional contra el hostigamiento sexual realiza una parte importante, pero está en todos y todas, en nuestra labor cotidiana como estudiantes o funcionarios, evitar que se sigan dando. Dejemos por favor de culpabilizar a las víctimas y de llamarlas exageradas, dejemos de lado las bromitas: “mejor no te saludo porque me acusás de acoso” o “alejate porque te acuso de hostigamiento”, dejemos de permitir que docentes realicen comentarios machistas, o que los colegas miren indebidamente a sus compañeras, dejemos de aguantar, dejemos de callar.
Que las mujeres se sientan seguras, y sí, solo estoy mencionando a las mujeres porque somos las principales víctimas. Esta seguridad es casi imposible en nuestra sociedad patriarcal, pero al menos como institución, la Universidad de Costa Rica debería ser capaz de brindarnos el sentimiento de libertad y respeto que todas nosotras queremos. No somos objetos para el disfrute de machos, no somos un par de tetas, unas nalgas o una carita bonita que se pasea por los pasillos universitarios, somos personas y como tales merecemos respeto. Si no nos gustan los besos al saludar: es nuestro derecho; si no nos gusta que nos toquen el hombro o nos abracen: es nuestro derecho; si no nos gusta que nos digás lo bonitas que te parecemos: es nuestro derecho; si no nos gustan tus comentarios sobre nuestra apariencia física: es nuestro derecho; nuestro derecho a que nos respetés, te guste o no te guste.
La Universidad ha fallado, en la Facultad de Derecho han fallado, los y las que han sido cómplices han fallado, no le fallés vos a tu amiga o compañera. Apoyá a las víctimas y rechazá a los acosadores.