Opinión

Ser producto de una educación pública

Las personas que al igual que yo vienen del seno de una familia de padres y abuelos sin estudios profesionales, que estoy seguro y somos una cantidad significativa, estaremos de acuerdo en que la educación pública ha sido ese entramado social e integral que nos ha permitido insertarnos en la productividad social y económica del país en forma profesional, humanista y científica. En otro orden de ideas, si se quiere, es la educación pública ese eje transversal, inherente y vinculante con todas las etapas de la vida y de la productividad de una sociedad con un mínimo de sentido común y deseo de prosperar.

De tal manera, y sin temor a equivocarnos, podemos decir, entonces, que sin educación pública es utópico pensar en una movilidad social. Dicho de otra manera, la educación, al igual que la República, ha llegado para suscribir un principio de que nadie es más que nadie. En tiempos donde la educación pública es percibida como un gasto por aquellos que nos gobiernan de forma mezquina, populista y con aspiraciones frustradas de corte neoliberal, resulta, pues, cada vez más inevitable parar para reflexionar, colectivamente, sin cálculos individualistas e indiferentes, sobre el valor de ser producto de una educación pública.

Ahora bien, aquel que es producto de una educación pública, con sus excepciones, por supuesto, sabrá el valor que ello significa para la formación propia del individuo y para el entramado coexistente con la sociedad. Sin embargo, para aterrizar con lo dicho hasta ahora, no debemos ir muy lejos, veamos, por ejemplo, lo que implica ser UCR. Ser UCR, entre muchas cosas, implica, en primera instancia, tomar voluntariamente la decisión de romper con esa burbuja utópica, idealista y alejada de la realidad nacional. Burbuja que por la ausencia de una introspectiva crítica nacional ha desencadenado la indiferencia a nuestros propios problemas país.

Además, añado sin solapadas indirectas, como decía José Martí en su vanguardista, lúcido, esclarecido y relevante ensayo Nuestra América, que: “A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen”. Consecuentemente con esto, el humanismo, el sentido social, la empatía, la investigación y la profesionalidad adquirida en la educación pública contribuyen, en principio, a entender los desafíos rudimentarios de la sociedad.

Luego, me veo en la obligación de enfatizar, como estudiante y como ciudadano, que la UCR, al igual que las demás instituciones superiores de educación pública, como ya se dijo, permiten la movilización social dentro de una sociedad vertical con división del trabajo y las tareas. Sin embargo, las posibilidades de la UCR no se limitan únicamente a esto, la posibilidad integral de acceder al aprendizaje de lenguas modernas, formación musical o la práctica en disciplinas deportivas son valores agregados a esta formación integral del ser de la educación pública.

¡Eso es ser producto de una educación pública!

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