Opinión

Salud mental y envejecimiento

Este artículo es un resultado directo del trabajo que hice para el TCU-505, en donde a mí y a otros estudiantes se nos dio la oportunidad de trabajar en distintas instituciones que velan por la salud integral de las personas

Este artículo es un resultado directo del trabajo que hice para el TCU-505, en donde a mí y a otros estudiantes se nos dio la oportunidad de trabajar en distintas instituciones que velan por la salud integral de las personas, algunos específicamente en la salud mental. En estas instituciones trabajé con varias personas de distintas edades, desde mediados de los 20 hasta los 90 años, y cada una de ellas tenía sus propias razones para estar en ahí. Por lo que en este artículo, quisiera visibilizar las dos temáticas que hay en el título: la salud mental y el envejecimiento de las personas.

En una de las instituciones trabajé con personas que tenían distintas afecciones psicológicas, y si bien en teoría se consideraban cercanas a reinsertarse a la sociedad, en algunas de ellas se podían apreciar dificultades notables en distintos momentos sociales. Por lo menos para mí se levantan algunas dudas sobre el proceso que llevaron dentro de la institución y las posibilidades verdaderas de reinserción que tendrán socialmente. Sin embargo, por esto no se puede señalar a un profesional específico ni a una institución, ya que es una tendencia aparentemente mundial el desestimar la salud mental de las personas en general y, en este marco, las personas que verdaderamente necesitan atención médica de esta índole se ven afectadas debido a esta falta de atención, lo que se traduce en una falta de apoyo tanto social como económico.

Se debería de abrir más espacios de información, con la finalidad de visibilizar a estas poblaciones que están siendo encajonadas en las instituciones y para aquellas que sí logran salir, pero que puedan encontrarse con problemas que les dificulte la inserción social. Esto lleva al siguiente tema: el envejecimiento.

En otra institución en la que tuve la oportunidad de trabajar, la población era únicamente adultos mayores y la institución era un hogar en donde ellos vivían. Eran alrededor de 14 hombres y 14 mujeres viviendo en dos módulos distintos. Las instalaciones son moderadamente buenas y el compromiso de las personas que trabajan ahí es increíble e inagotable; sin embargo, el Hogar siempre se va a ver con recursos limitados en general. Si bien pasa algo parecido como con las instituciones que velan por la salud mental, en este Hogar muchos de los adultos mayores son puestos ahí para ser encajonados; con suerte son visitados un par de veces al mes por algún familiar, pero en algunos casos hasta las visitas se vuelven un lujo para estas personas.

Cabe destacar que por la misma naturaleza del TCU, pasé solo algunos días en las instituciones, por lo que tampoco pretendo generalizar. Sin duda, en ese poco tiempo, estas fueron las impresiones que me dejó. A lo que quiero llegar es que si bien la vejez trae sus afecciones, en algunos casos incluyendo trastornos psicológicos, la vejez en sí no se debería volver una razón por la cual dejar a una persona olvidada. De nuevo, de manera social se deberían abrir los espacios de apreciación social para los adultos mayores, así como de entendimiento para poder cuidar de ellos en lugar de olvidarlos.

Es complicado cambiar una conciencia que se comparte de manera mundial, pero de persona en persona, de opinión en opinión, podríamos no sólo entender mejor el cómo ayudar a estas poblaciones, tanto las personas con trastornos psicológicos como los adultos mayores y además también reinsertarlos de una manera funcional a la sociedad, en lugar de dejarlos en instituciones en las afueras de la ciudad. O bueno, esa es mi opinión.

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