Opinión

Salud emocional, estrés laboral y la Universidad…

La Organización Internacional del Trabajo (2016) señala que el estrés laboral “tiene lugar cuando las exigencias del trabajo no se corresponden

La Organización Internacional del Trabajo (2016) señala que el estrés laboral “tiene lugar cuando las exigencias del trabajo no se corresponden o exceden de las capacidades, recursos o necesidades del trabajador o cuando el conocimiento y las habilidades de un trabajador o de un grupo para enfrentar dichas exigencias no coinciden con las expectativas de la cultura organizativa de una empresa”.

Lugares hostiles provocan estrés.  Los ambientes laborales negativos no permiten la realización profesional de los empleados, pese a sus méritos, provocando reacciones de desánimo, de frustración, y por tanto, de estrés.

El hostigamiento laboral proviene principalmente de jefes y grupos de pares negativos,   causantes de una mayor concentración de estrés. Expertos consideran que las causas de estrés no se deben buscar únicamente en la baja autoestima, sino en un jefe excesivamente rígido, injusto y abusivo (Pérsico, 2016). Esta rigidez se traduce en autoritarismo. Las empresas privadas y las instituciones públicas están plegadas de este cordón genético de batracios inmortales. Las personas más hostiles suelen ser las que más anhelan poder, es difícil deshacerse de esta progenie del mal.

La salud o inteligencia emocional es importante en el trabajo y en nuestra vida diaria. Se entiende por inteligencia emocional la competencia o habilidad que tiene una persona de gestionar adecuadamente sus emociones y las de otros. La inteligencia emocional implica la capacidad de autoconciencia de las emociones, la capacidad de poder entender y predecir las propias reacciones emocionales ante determinas situaciones, para expresarlas y controlarlas adecuadamente.

La salud emocional en el trabajo es fundamental para un desempeño óptimo. Las personas emocionalmente más inteligentes se estresan menos, se automotivan y cooperan más, alcanzan un rendimiento superior y generan menor conflicto con sus compañeros.

Los empleados sometidos a un ordenamiento vertical pierden esa tranquilidad emocional, esa salud emocional. La salud emocional en el trabajo está íntimamente relacionada con el trato de los superiores. Si los jefes no tienen salud emocional, el ambiente se vuelve hostil.

El trato saludable hacia los empleados es fundamental para la productividad de una empresa. Si el fin último de una empresa es cuantificar riqueza, entonces debe cuidar la huerta que la produce: los empleados. En el contexto de las empresas educativas, públicas o privadas, se puede decir lo mismo. En ambos casos el educador debe gozar de salud emocional para rendir adecuadamente.

Ahora, el educador es un empleado. El término colaborador es un eufemismo, una artimaña mercantil para someter al empleado a políticas verticales. El educador es un soldadito de plomo, un empleado, no un colaborador.

Un colaborador no se hostiga, no se castiga. Cuando un colaborador comete un error se aplican programas de retroalimentación para revisar las causas del error, para determinar si fueron operativas o psicológicas. Se le ofrece retroalimentación a través de programas de coaching para que la organización se mantenga en su misión y visión.

La capacitación continua en liderazgo positivo es una alternativa. El  liderazgo positivo permite generar en los directivos una forma de canalizar sus limitaciones intelectuales y emocionales en lugar de usarlas como mecanismo de agresión contra sus empleados. No siempre nuestras irracionalidades se pueden traducir en mandatos protervos. Un jefe sin méritos intelectuales ni emocionales traduce sus limitaciones en conductas autoritarias, siempre manipulando una variable a su favor: la necesidad de las personas de tener un trabajo.

Pero hoy muchas universidades parecen más tribunales de justicia que centros de enseñanza superior. El ciudadano promedio desconoce acerca del hostigamiento laboral que sufren muchos profesores y profesoras en las universidades públicas y privadas. Vamos al salón de clases a hablar de pensamiento crítico, de igualdad de género, de derechos humanos, de ética, de cambios políticos, de derecho laboral, de ciencia y tecnología, de salud, de arte, de cultura, incluso del maldito Muñeco enterrado que impide siempre ganar el campeonato… Luego, sufrimos hostigamiento laboral. ¿Y la U? La U… ¡Ah, la U! Aquellos tiempos cuando hubo filosofía de la educación, cuando hubo academia y no tecnocracia… Cuando hubo Universidad…

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