Opinión

Rusia: ejemplo de defensa de su civilización

Muchas escuelas de geopolítica estudian la dialéctica de las ecúmenes civilizatorias, respecto a cómo construir grandes bloques basados en su civilización, como la base para alcanzar un umbral de poder que permita disputar la defensa de sus intereses, frente a ataques de terceros, dentro del panorama de la política internacional.

En tal sentido, hay dos enfoques: 1- la construcción unipolarista: la angloesfera, que impone un proyecto unipolar financiero-globalista, a través de la Commonwealth, a nivel político, y con los 5 Ojos y el AUKUS a nivel militar, también se incluye la instrumentalización de la UE y a la OTAN como mecanismos de integración de una supuesta “civilización occidental”, creada a partir de los valores del eje protestante anglo-franco-germánico.

En su momento, la angloesfera empleó medios propagandísticos para desmembrar el Imperio Español en repúblicas bananeras, débiles y sumisas. Desde entonces, se enfoca en balcanizar al mundo eslavo (el Heartland eurasiático), en ambos casos, se empleó guerra de la información: contra la hispanidad se inventó la leyenda negra y los complejos. Contra Rusia, se apela a la manipulación para generar rusofobia, acusándola de que los problemas de Europa son provocados por Rusia, la histeria es tan vasta, que he llegado a leer historiadores que alegan que incluso la caída del imperio romano, en el siglo V, fue culpa de los rusos. Sin comentarios.

El otro enfoque es 2- el multipolarismo, que pretende un equilibrio en la política internacional, mientras que a lo interno se respete la tradición, manifestaciones culturales y un desarrollo económico mediante industrialización plena y un dinámico comercio internacional justo, sin sanciones. Esta visión se encuentra representada en los valores que Rusia, principalmente, y China defienden. Es decir, es una alternativa contra la unipolaridad globalista anglosajona.

Ambos enfoques son básicamente la expresión de la disputa y dialéctica de estados e imperios y adoptar uno u otro dependerá de muchas variables, que se indagarán en otro artículo.

Crisis de Ucrania: una balcanización del diálogo civilizacional paneslavo

Tanto Rusia como Ucrania son pueblos eslavos. Con una historia en común, de resistencia contra las diversas invasiones tanto de Europa (Carolus Rex, Napoleón, Hitler y un largo etcétera), desde el sur, con la voracidad otomana de Turquía (sultán tras sultán, desde el siglo XII), así como desde Asia: los kanatos y sus hordas. Habiendo derrotado a todos con el uso disciplinado del hierro, la artillería, el invierno y quizá, en el futuro, con misiles hipersónicos Kinzhal (daga) y los balísticos termonucleares: Yars, Sarmat, Satanás, entre otros, en su arsenal de más de 7000 bombas.

En tal sentido, desde el siglo XVII (Imperio ruso) y hasta 1954 (Krushev), Rusia ha anexado territorios a Ucrania; es decir, de la formación imperial zarista hasta la URSS, a nivel político-administrativo, Rusia fue cediendo territorios de sus provincias a lo que actualmente se llama Ucrania. A modo de ejemplo a nivel local, es como si Puntarenas cediera su parte dentro de la península de Nicoya, a Guanacaste, pero dentro de la unidad territorial de Costa Rica, como un solo país. Y en el caso de Crimea (2014), fue similar a la anexión pacífica, libre y soberana del Partido de Nicoya (Guanacaste) con Costa Rica.

El problema de Ucrania es que se dejó influenciar por toda la propaganda occidental-unipolar anti-rusa, al punto de darle poder político y medios militares muy avanzados a bandas de criminales filonazis. Y desde la revolución de colores (guerra híbrida) de 2014, se ha establecido una política anti-rusa basada en el genocidio contra las poblaciones rusoparlantes del Donbas, y otros territorios, a la vez que muestra una postura servil y cipaya con el régimen EE. UU. – OTAN; es decir, Ucrania es la versión del típico gobierno latinoamericano de derecha-gorila: implacables para agredir-reprimir a su población, pero sumisos a EE. UU.

Respecto de la medida defensiva de una Operación Militar Especial de parte de Rusia para proteger a los habitantes rusoparlantes que viven en Ucrania, se destaca que es una operación limitada y “políticamente correcta” (guerra limpia) porque se enfoca en infraestructuras militares, no en el terror contra la población (ante la que buscan el menor número posible de víctimas civiles), ante esto, los grandes medios de (des)información, anglosajones y sus colonias europeas, acusan a Rusia de: expansionismo e imperialismo. Pero Rusia ataca lo que le representa una amenaza y al resto de la infraestructura no. De ahí que sus tres objetivos son claros: 1- salvar las poblaciones rusoparlantes de la región del Donbas, 2- desmilitarización de Ucrania (no ingrese a OTAN), 3- desnazificación (perseguir y eliminar a los terroristas).

Esta guerra va ser larga en su espectro multidimensional (política, económica, mediática, militar), porque de cumplir los tres anteriores objetivos, finalmente la meta de Rusia es atraer a Ucrania hacia el proyecto civilizacional pan-eslavo indicado, al menor costo posible; además, Rusia necesita formar algo similar a lo que en su momento fueron sus fronteras de la URSS, sellando el “corredor de la muerte” (grandes planicies de Bielorrusia y Ucrania), esto significa un paso en su Seguridad Nacional, para defenderse de EE. UU. y su proxy OTAN.

Por tanto, los rusos están cumpliendo su deber moral, cultural y étnico de salvaguardar la integridad de sus hermanos pueblos eslavos, atrayéndolos a su protección, valores y proyecto civilizacional basado en la tradición y hermandad eslava, justo en un momento en el que algunos deberán enterarse que el unipolarismo globalista va en caída libre.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido