Opinión

Rodrigo Facio: El humanista

Rodrigo Facio fue un humanista por excelencia, un término que define a todo aquel que tiene al individuo o a la persona humana

Rodrigo Facio fue un humanista por excelencia, un término que define a todo aquel que tiene al individuo o a la persona humana como valor central por sobre todas las cosas, pero al mismo tiempo es solidario y tolerante con los demás. Un humanista tiene ansias de conocimiento por encima de lo material y asume su individualidad, pero no de una manera egoísta, sino reconociéndose como parte de una colectividad y estando al servicio de los otros y de la sociedad en general.
En tal sentido, Rodrigo Facio tiene claro que “el hombre es lo primero” (hoy probablemente hablaría de ser humano o de persona humana), el principio y el fin, no solo desde el plano espiritual y moral, sino también desde el ángulo puramente material. En sus clases, escritos y discursos exalta, de forma y estilos variados, pero siempre claro y firme en sus convicciones, a la persona, al ser único, insustituible, irrepetible, inalienable y digno en el más alto sentido de lo humano.
En un hermoso poema titulado Desbordamiento, desde esa visión humanista de la vida, nos cuenta sobre sueños, compromisos, y el sentido de la vida: “Vivir es mirar hacia adelante/ pensar, soñar, creer en que hay mañana;/ sentir deseo de crear/ y crear, fecundizando el alma./ Conocerse íntegramente/las manos y la entraña/: la entraña del motor,/ la mano, el arma,/ pero solo pensándose y sabiéndose/ realizarán una perfecta vida humana./ Hay vidas a montones que no viven/ porque no sueñan ni hacen nada: nacen y crecen, comen y duermen,/ pero el alma abandonada.”
Esta sensibilidad por lo humano está presente en otros poemas como Al día del niño, Humana tragedia, Cuadro de trabajo y lágrimas, De la niña frívola, Romance de la novia sola, Las horas íntimas, Poema de la prostituta y Nuevas metas. Todos sus versos están relacionados con el amor, la generosidad, la compasión y la valoración de la persona en su condición individual, pero también en su relación con las otras personas y el medio social.
Desde el plano político, Facio consideraba que la democracia significa valoración personal y que cada persona debe considerarse como un fin en sí mismo, y que jamás podría instrumentalizarse para la consecución de propósitos ajenos a la dignidad humana. Podría decirse que la piedra angular y la primera verdad del pensamiento de Rodrigo Facio es la persona humana. Empero, eso es solo una parte de su pensamiento.
Rodrigo Facio tiene claro que no estamos solos, que no vivimos aislados del mundo, y que para vivir bien necesitamos de los otros y de la sociedad como un todo. De ahí pues, que su concepción de persona no se trate de un antropocentrismo desviado, materialista ni egoísta como diría el Papa Francisco, sino de una plena conciencia del yo y su circunstancia política, económica, social, cultural y hasta ecológica –agregaríamos hoy–, en la que se desenvuelve. Yo soy yo y mi circunstancia, plantea elocuentemente Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote. Estamos empapados, dice Recasens Siches, de “ingredientes sociales” y eso lo sabe muy bien Facio.
Dicho de otra forma, poner al ser humano en el centro, desde la perspectiva de Facio, no significa colocar en un segundo plano las relaciones entre las personas y el medio en el que se desenvuelven. Implica ciertamente reconocerse y valorarse a sí mismo, no de manera aislada, sino como parte de un contexto social que le genera derechos, también obligaciones y responsabilidades con los demás y la sociedad como un todo.
En consecuencia, para Facio, la persona humana entendida como un ser social constituye el punto final y definitivo de referencia para juzgar lo que ha de hacerse y proscribirse, tanto de desde la perspectiva del Estado, como de toda institución pública, “para garantizar al individuo, a cada individuo, a todos los individuos, al hombre de carne y hueso –que es la única realidad sustantiva—sus derechos fundamentales e inalienables”.

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