Opinión

Rodrigo Carazo Odio y la globalización solidaria

En estos complejos y difíciles días que vive el país he recordado, con nostalgia, a Rodrigo Carazo Odio, profesor universitario, político y presidente de la República en el período de 1978-82.  Entre los recuerdos que se agolpan en mi mente están sus palabras de aquel 7 de setiembre de 1998, en que le entregamos, en la Universidad de Costa Rica, con admiración y respeto el Premio Rodrigo Facio,  cuando nos decía que había llegado el momento de iniciar la globalización de la solidaridad, quizás la única globalización que verdaderamente valía la pena.

Su recorrido por la historia de nuestra nación, la claridad de los conceptos, su mirada abierta al azul verdoso de la esperanza, sus ideas progresistas y valientes  resuenan una y otra vez en mi recuerdo.

El discurso que pronunció ese día fue magistral. Un discurso propio de un estadista, de un político estudioso, de un economista consciente, de una mente brillante, de un conocedor del contexto, de un hombre crítico y ético, de un visionario, de una persona digna, valiente, íntegra y generosa.

Sus sabias palabras traen ecos a mi mente. Las de ese día y muchas otras desperdigadas en la prensa, en sus escritos, en sus planteamientos televisivos y  en las veces que tuve la ocasión de compartir con él una reunión polémica, un café amistoso, una clase, una reunión de cátedra, un diálogo académico.

Porque Rodrigo Carazo Odio fue un universitario de la pura cepa, de esos que sintieron cerca el alma máter aunque se encontrara lejos. Empezó a estudiar en  la Facultad de Ciencias Económicas,  allá en  pleno San José,  y le tocó trasladarse a estrenar la Ciudad Universitaria en San Pedro del Mojón, cuando todavía los cafetales daban fruto y las construcciones levantaban el polvo.

Trabajó como asistente y secretario de Rodrigo Facio, como funcionario y como profesor de varias cátedras, como ponente, conferencista y participante en comisiones, en diferentes momentos de su vida. Aunque podría asegurar que la Cátedra que más amó fue la que compartimos como compañeros, la de Historia de las Instituciones de Costa Rica.

En el programa radial de la UCR, En Primera Persona, don Rodrigo comenta ( en una de las últimas entrevistas realizadas), que de niño y muy joven lo impacta  fuertemente la Guerra Civil Española y sus horrores, la muerte del doctor Moreno Cañas y la trifulca cuando el Gobierno de Costa Rica, en plena guerra mundial,  le declara  la guerra al eje (Alemania, Italia y Japón).

Recuerda la emoción frente a una ópera en la radio o participando en el Coro en el Teatro Nacional, las enseñanzas de los profesores,  las rebeldías,  los ejemplos de un Omar Dengo, un Joaquín García Monge, un Pepe Figueres o un Billo Zeledón…

El Macho Carazo, como siempre se le conoció, fue un enamorado del amor,  enamorado de una Estrella que atrapó con las manos siendo un adolescente y lo acompañó —como en los cuentos de final feliz— para siempre.

Don Rodrigo, como el Cid Campeador, tomó la lanza y se lanzó por los desafiantes caminos de la profesión y de la política que deja tantos sinsabores cuando no logra torcernos el brazo, ni arrodillarnos ni aplacar el grito soberano.  Fue Director del Banco Central, Diputado, Presidente de la Asamblea Legislativa,  candidato por el Partido Renovación Democrática y Presidente de la República.

Bautizado como Rodrigo José Ramón Francisco de Jesús, tuvo muchos nombres y una sola cara que mostró con la frente en alto e hidalguía en la mirada cuando trataron de que renunciara a su deber como Presidente, que disminuyera los servicios sociales, que vendiera el país, que perjudicara a nuestro pueblo.

Su gobierno fue difícil, rodeado de militares en la región centroamericana y solo él con guayabera; con un país fronterizo en guerra y él defendiendo la paz; con una amenaza —o algo más— de invasión y el gobierno de Reagan presionando al país.

Su gobierno fue complejo con una crisis petrolera imparable y precios bajos para el café y un bloqueo externo; una fuerte oposición del capital, una Asamblea Legislativa que no cedía, una prensa crítica, un Fondo Monetario Internacional y un Banco Mundial prepotentes y claros de sus consignas globalizadoras y amenazantes. Fue problemático enfrentar y desacatar las órdenes del FMI y  difícil para la gente la devaluación de la moneda, las restricciones impuestas desde fuera, el aumento de los precios y presión de los oponentes.

El reto fue grande y valiente la respuesta. Valiente, honesta y digna aunque en el momento a muchos les fue difícil reconocerlo. Con los años la historia le ha hecho justicia.

Rodrigo luchó contra la corrupción, contra el soborno y la amenaza, contra la compra del país por inversionistas extranjeros. Peleó a favor de la autodeterminación, la libertad de decidir, la democracia participativa,  los derechos humanos, la protección ambiental. Y sobre todo luchó por la inclusión, la equidad, el respeto a la diferencia y por la PAZ. Crea la Universidad de la Paz de la que tiempo después es Rector.

Rodrigo Carazo Odio fue un buen amigo, abuelo, hombre público, conversador,  académico, compañero y padre… Un hombre integral, lleno de facetas interesantes y valores sólidos. Por eso estuvo siempre vigente. Por eso sus desafíos académicos no murieron con su jubilación, sus retos políticos no se diluyeron con los años y siguió en la palestra en las discusiones sobre  el  TLC y el  referéndum, siguió en el Consejo de Defensa de la Institucionalidad, siguió reuniéndose con las personas inquietas, progresistas, dignas que buscaron en distintos grupos una salida honesta para Costa Rica.

Rodrigo Carazo ha estado en nuestra mente y en nuestro corazón en estos  amargos días de crisis nacional que vivimos;  en esta encrucijada nacional en que discutimos sobre la sociedad que queremos; en estos días en que muchos luchamos por un país más solidario, más justo y con mayor equidad. Ha estado en nuestra mente porque habría sido el primero en alzar su voz, dentro del civismo y la constitucionalidad, para decirle al país  una vez más, que no destruya  los logros y que defienda sus valores. Estaría diciéndole al país que llegó la hora de iniciar una globalización solidaria, la única que valdría la pena.

* Este Comentario parte de las palabras pronunciadas en el Homenaje a don Rodrigo por la UCR, el 28 de abril de 2010.

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