Opinión

Rezago educativo

Cierta vez estaba caminando por las calles de Liberia allá por el año 2015 y escuché a un maestro de escuela decir con voz entusiasta:

Cierta vez estaba caminando por las calles de Liberia allá por el año 2015 y escuché a un maestro de escuela decir con voz entusiasta: “La célula es la unidad anatómica, fisiológica y reproductiva de los seres vivos”. Si bien dicha definición es estrictamente correcta, está tan densamente resumida que apuesto a que la mayoría de alumnos de cuarto grado, como yo lo hice en su momento, se limitan a repetir el concepto como loras sin tener una verdadera comprensión de algo tan abstracto. Lo que más me llama la atención es recordar que 16 años atrás nos decían exactamente lo mismo y parece que nadie se ha detenido a pensar si los alumnos realmente entienden eso. ¿Tienen ellos una noción clara de qué es anatomía y fisiología? ¿Se puede comprender un concepto sin entender sus partes? Y Recuerdo muy bien que, cuando nos hablaron por primera vez de reproducción sexual y asexual en clase, fue casi imposible porque algunos compañeros se pusieron a contar chistes vulgares en voz alta. A estas alturas y por la profesión que escogí no necesito siquiera detenerme en esas cosas (si bien la fisiología es algo que nunca me definieron con rigor hasta mi segundo año de universidad y, sin ir más lejos, se refiere al “cómo funcionan” los organismos desde el nivel celular hasta el sistémico).

Ahora, puede aparecer alguien diciendo que estoy hablando desde una perspectiva meramente subjetiva y que los alumnos actuales quizás están mejor instruidos de lo que yo lo estaba en su momento. Pero, si fuera éste el caso y debería sentirme más bien contento de nuestra situación actual, entonces que alguien me explique por qué seguimos teniendo resultados francamente vergonzosos en las pruebas internacionales PISA aplicadas a estudiantes de 15 años en 70 países en su última edición. Ocupamos el lugar 55 de 70 en ciencias, el 52 de 70 en comprensión de lectura y el 59 de 70 en matemáticas. Y, por si acaso, ya ni siquiera podemos presumir de ser los mejores de América Latina: Uruguay, Chile y Argentina nos han superado en algunas áreas por varios puestos. Al rato, digo yo, es tiempo de dejar la soberbia y el terco orgullo nacional.

No me voy a meter con problemas tan serios como la deserción, la reprobación (que es mayor en primer grado) y la disparidad de oportunidades entre los alumnos de zonas rurales y los de las urbanas. Solo sugiero que ya es hora de replantearse seriamente una reforma pedagógica integral. Cuando Robert Hooke observó las primeras células en la corteza de un árbol, no sabía del todo bien lo que estaba viendo. El término “célula” viene del latín y significa celda pequeña, la adaptación a nuestro idioma de lo que en inglés él llamó cells, o sea, celdas, porque a eso se parecían. Ni siquiera le ponemos atención a la historia de la ciencia y, en vez de enseñarles a los niños cómo llegamos hasta aquí, les recetamos una cátedra de dogmas importados no se sabe de dónde.

Ya ni siquiera enseñamos bien el inglés; nuestra educación pública no es bilingüe y ni hablar de otros idiomas. La ignorancia que pesa sobre el pueblo costarricense nos pasa factura día a día y qué mejor ejemplo que nuestra paupérrima madurez política.

Al iniciar arbitrariamente la instrucción general básica gratuita y obligatoria a los seis años y seis meses, parecemos estar ignorando deliberadamente la etapa de la vida en la que el cerebro es más plástico y adquiere habilidades con mayor facilidad (la niñez temprana). ¿Alguno de ustedes ha leído a Glenn Doman? ¿Saben del Instituto para el Logro del Potencial Humano (IAHP)? Les recomiendo averiguar. Sé bien que este es un terreno polémico, pero les dejo una frase del propio Einstein: los niños nacen genios y gastamos sus primeros cinco años de vida “desgeniándolos”. Tomen nota.

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