Opinión

Revolución y cuido

El presente artículo toma como modelo una situación familiar cuyo alcance es público. Esta familia zanjó una batalla contra el patriarcado y el machismo hace aproximadamente diez años, cuando la madre y jefa de familia, junto a sus hijos, decidió divorciarse de su marido. Dicha decisión resultó radical porque subvirtió una lógica de dominación que había sustentado a la dinámica de la familia hasta aquel entonces. Este acto revolucionario y valiente irradió a los hijos, quienes acompañaron favorablemente esta emancipadora decisión.

Diez años han pasado y las afrentas machistas han tomado revancha durante este tiempo. Por una parte, porque la subjetividad de estos hijos varones se ha forjado en la racionalidad patriarcal y machista; por otra parte, porque la madre quien había decidido divorciarse de esta detestable lógica sistémica recayó en ella misma. Madres e hijos retrocedieron ante lo que claramente se habían distanciado y, por lo tanto, el patriarcado ha avanzado en esta familia y ha traído consigo la decadencia, la fragmentación y la destrucción de cualquier atisbo de libertad y estabilidad, tanto emocional como psicosocial.

Para esta familia y la sociedad en la que habita es decisivo retomar el sentido liberador, con el fin de construir un tejido social y familiar sin dolor, desconsuelo y violencia machista. Esto supondrá una férrea actitud revolucionaria cuya fortaleza puede estar en el cuido. Desde un punto de vista histórico y cultural, el cuido ha estado reservado al quehacer hogareño y aparentemente despolitizado de las mujeres; sin embargo, el cuido es más que eso, todo ser humano puede asumir una disposición cuidadora cuyo alcance desborda lo meramente privado y, por consecuencia, es tanto público como político.

Más aún, el cuidar ha tenido una gran riqueza filosófica. Es un gesto ontológico mediante el cual se atiende no solo a los otros sino a lo otro, tanto a la cultura como a la naturaleza; es una disposición filosófica porque en su praxis discierne y reflexiona, y así evita los automatismos, la desidia, la torpeza pero sobre todo las violencias irracionales y autoritarias. Sin ánimo de alarmismo, tanto esta familia como la sociedad con la que dialoga, se enfrenta a una disyuntiva crucial: cuidar o morir.

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