Opinión

Respuestas a Iván Molina sobre Acoso Sexual

A propósito del artículo “Consultas misteriosas” del historiador Iván Molina Jiménez publicado el 31 de agosto, y uno más lejano en el tiempo
  1. A propósito del artículo “Consultas misteriosas” del historiador Iván Molina Jiménez publicado el 31 de agosto, y uno más lejano en el tiempo, “Hostigamiento sexual falso” (24/3/2016), es   imperativo que la comunidad universitaria y  la sociedad costarricense en general, a la cual el profesor Molina ha hecho reiteradamente partícipe de  sus delirios y juicios infundados, conozca la razón del interés casi frenético del mencionado historiador  por el tema del hostigamiento sexual manifestado recientemente,  y que lo ha  llevado a proceder como el enemigo público número uno de la Universidad de Costa Rica.

Molina indica que debido a una “investigación preliminar” que está realizando solicitó “cierta información” sobre la Comisión Institucional contra el Hostigamiento Sexual (CICHS) de la Universidad de Costa Rica, la cual no le fue entregada. Debido a esto el mencionado historiador señala que debió recurrir a la intervención de la Sala Constitucional para obtener la información solicitada, lo cual, según manifiesta,  representó un costo adicional para los contribuyentes, además de menoscabar  “la imagen institucional de la UCR”.   Por otra parte, en un artículo anterior Molina, considerando informes de la Defensoría de los Habitantes sobre el hostigamiento sexual en Costa Rica,  se arroga la licencia de realizar especulaciones sobre el porcentaje de denuncias falsas y sugerir la tipología que debería emplearse para distinguir entre víctimas reales y falsas de hostigamiento sexual, es decir, se presenta como un experto en la materia.

Es válido preguntarse a qué obedece este interés del profesor Molina por la Comisión Institucional contra el Hostigamiento Sexual de la Universidad de Costa Rica, cuál será esa investigación preliminar que dice estar realizando, además de dónde proviene su preocupación por las supuestas víctimas de falsas denuncias, y principalmente, desde cuándo le preocupan los gastos de los contribuyentes a un profesor que ha pasado años percibiendo altos salarios de nuestra respetable casa de estudios. Menos aún podría preocuparle la imagen institucional de la Universidad de Costa Rica, objeto reciente de sus acusaciones, ante las cuales las autoridades universitarias no se han manifestado, seguramente debido a que existen procesos pendientes, tal como Molina lo indicó en su artículo.

Afortunadamente, en mi caso me asiste un proceso ya finalizado, por lo cual no tengo reparos en expresar mi criterio. El profesor Iván Molina está desautorizado para referirse al hostigamiento sexual, puesto que fue no solo fue denunciado por acoso sexual por parte de la suscrita (caso 14-14) sino que fue sancionado con base en el expediente del caso (resolución R-26-2016), al probarse su conducta, que no solo daña la imagen institucional de nuestra alma máter, sino que violenta los derechos de los estudiantes y de las mujeres que asistimos a la UCR a formarnos profesionalmente. Por tanto, resulta indignante observar cómo el profesor Molina pretende ostentar un criterio de autoridad en materia de hostigamiento sexual y poner en duda la credibilidad de las víctimas.  Reitero que mis afirmaciones se fundamentan en un proceso que fue acertadamente acogido por la CICHS de la Universidad de Costa Rica,  soportado con pruebas contundentes, y cuyo dictamen me favorece y desacredita absolutamente al profesor Molina como portavoz en materia de hostigamiento sexual.

Este historiador señala, considerando la tipología referida, que una falsa denuncia de hostigamiento sexual  está motivada por el afán de conseguir un “beneficio inmediato de tipo académico, laboral o económico”, mientras que en las acusaciones verdaderas se aboga por protección ante una situación de hostigamiento ocurrida en el pasado; sin embargo, no se precisa a cuál pasado tendría que remontarse la situación de hostigamiento para que tenga credibilidad la denuncia  (¿al paleolítico?). Además, es más probable que a lo que se nombra como  “beneficio” de tipo académico, laboral o económico, no sea más que el instrumento utilizado por el acosador, quien usualmente detenta una posición de poder en la docencia o en el campo laboral, para tratar de condicionar a la persona acosada, sujeta a un estado de indefensión e incertidumbre al ver supeditados sus anhelos profesionales o laborales.

Quien fue denunciado y sancionado, bien haría en renunciar a nuestra respetable Universidad, o al menor mostrar un gramo de pudor, pero en su lugar a algunos, como es el caso del profesor Molina, les resulta más sencillo hacer reflexiones de delirio en la prensa o tratar de figurar como paladines de la justicia.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido