Opinión

Reflexión sobre política universitaria. El caso de la construcción de Odontología en Finca 3.

Desde agosto del año pasado, cuando se dieron a conocer al público los planes de construir la Facultad de Odontología en el fondo de las

Desde agosto del año pasado, cuando se dieron a conocer al público los planes de construir la Facultad de Odontología en el fondo de las Instalaciones Deportivas (al lado de la quebrada), me sumé al movimiento de oposición encabezado por una organización de vecinas llamado Mocaf. Mis argumentos en contra han sido la destrucción ambiental, la pérdida de integridad espacial de las instalaciones deportivas (en Finca 3), el aislamiento espacial de la Facultad de Odontología del área de la salud (en Finca 1) y la contribución de esta construcción (y otras) al colapso vial de la ruta 202 de Sabanilla.
Entre agosto y diciembre hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para evitar esta construcción. Hicimos varios llamados a reflexionar sobre esta decisión dentro de la UCR y, con notables excepciones, nos encontramos con el silencio. En abril, organizaciones estudiantiles, abrieron, finalmente, dos espacios de discusión. La comisión de asuntos ambientales de la Feucr, en conjunto con la Asociación de Estudiantes de Ciencias Políticas organizaron un foro en la Facultad de Microbiología el 6 de abril y la Asociación de Estudiantes de Arquitectura uno en su escuela el 25 de abril. En estos hemos escuchado la posición de la Administración, representada por funcionarios administrativos medios, profesores y profesoras de biología, derecho, sociología y antropología.
La conclusión más sorprendente, desde mi punto de vista, es el amplio consenso que ha habido en estos foros, en torno a dos ideas: (1) hay acuerdo en que la Facultad de Odontología necesita nuevas instalaciones; (2) nadie, absolutamente nadie, ha defendido la idoneidad de la construcción de la Facultad de Odontología en ese lugar. La única justificación que se ha dado para edificarla ahí es que era el único posible, razonamiento débil dado que la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio está compuesta por 82 hectáreas, de las cuales 75 tienen uso del suelo de zona universitaria que permite la construcción de edificios de hasta siete pisos. A esta se suman los terrenos aledaños que acertadamente compra la Universidad cada vez que se le presenta la oportunidad.
Por otra parte, representantes de la administración han anunciado recientemente que pronto iniciarán el proceso de elaboración de un plan de ordenamiento territorial para el campus, lo cual es un reconocimiento tácito de que esta construcción de 22 edificios se hizo sin planificación en el uso del suelo.
De estos hechos, quisiera plantearles, plantearnos, como comunidad universitaria algunas preguntas: ¿Cómo explicar el silencio de la academia a los llamados a detener esa construcción en ese lugar y buscar un lugar más adecuado? ¿Cómo se llegaron a construir 22 edificios sin un plan de ordenamiento territorial?
En medio del silencio, hay una honrosa excepción, que desafortunadamente no fue escuchada por la administración, pero que podría dar luces sobre cómo puede actuar la academia para alimentar las decisiones.
Un grupo de vecinas le pidieron a la Escuela de Biología que señalara cuál era el valor ambiental del lugar por ser destruido. El entonces director de la Escuela de Biología les pidió a tres especialistas de su escuela que hicieran un levantamiento de la biodiversidad del sitio y que rindieran un informe. La comisión encontró una importante diversidad biológica, especies y un ecosistema amenazado. El director llevó el informe a Asamblea de Escuela, la cual lo aprobó de forma unánime. Luego le envió el informe y votación al rector con el propósito que reconsiderara la construcción en ese lugar.
¿Por qué no es esta la norma y no la excepción? Otras unidades académicas con conocimientos relevantes también fueron contactadas y se les pidió su criterio, y, por razones que no conocemos, optaron por el silencio. Desde mi punto de vista, Biología actuó según lo que es esperable de una unidad académica universitaria. Procedió desde su conocimiento disciplinario, lo sometió al aval de la Asamblea y elevó su criterio a las autoridades competentes.
Tenemos una enorme riqueza y capacidad intelectual en la Universidad. Nos preciamos de fomentar las visiones interdisciplinarias y transdisciplinarias. Pareciera, sin embargo, que no las usamos para alimentar la toma de decisiones, que quedan relegadas a la Administración en coordinación con la parte interesada. ¿No será importante para el desarrollo de la Universidad que las escuelas y facultades alimenten los procesos de toma de decisión para enriquecerlas y evitar acciones desafortunadas con daños irreparables como esta?
El anuncio de que la administración elaborará un plan de ordenamiento territorial del campus abre una nueva oportunidad. Es desafortunado que sea después de construir 22 edificios y no antes. Sin embargo, es necesario que las unidades académicas puedan intervenir, en parte para reparar los daños ambientales que han dejado esas construcciones, y en parte para reconstruir y recrear espacios públicos y de sociabilidad que se han debilitado con la estrategia constructiva seguida.

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