Opinión

Redescubrir a Vincenzi

Moisés Vincenzi Pacheco nace un 3 de febrero de 1895, Tres Ríos de Cartago, hijo del italiano Ceferino Vincenzi y de la costarricense Susana Pacheco

“Declaro que la ciencia anda con sus muletas

y la filosofía con las suyas”.

(Moisés Vincenzi, Mi segunda Dimensión)

Moisés Vincenzi Pacheco nace un 3 de febrero de 1895, en Tres Ríos de Cartago, hijo del italiano Ceferino Vincenzi y de la costarricense Susana Pacheco Fernández. Con apuros, ingresa a la Escuela Normal, donde no fue un estudiante destacado. Vincenzi se adentra en el mundo de la lectura, devora libros, se dice que a los 17 años se había adentrado en textos de Aristóteles y Nietzsche. Durante su paso como estudiante en la Escuela Normal de Heredia, se encuentra con Roberto Brenes Mesén, quien procura guiarlo y llegando a llamarle “el joven filósofo”. Moisés obtiene en 1916 el título de Maestro Normal. Contrae matrimonio en 1917, con Vitalina Pañaranda Campos. Se traslada a Heredia y alcanza la Dirección de la Escuela de San Rafael de Heredia.

Se desempeñó en la Escuela Normal de El Salvador (1936-1938), en el Instituto de Alajuela (1940-1944), en la Universidad de Costa Rica (1942-1949), en la Universidad Nacional de México y en la Real Universidad de León de los Caballeros, como doctor honoris causa. Aunado a lo anterior desempeño cargo en la Academia Costarricense de la Lengua, en la Dirección General de Bibliotecas Públicas (1945-1948) y en la Federación Costarricense de Fútbol. En 1962 es galardonado con el Premio Magón.

El intelectual Abelardo Bonilla Baldares, lo catalogó como un pensador que decantó de por el análisis de la razón y sus posibilidades cognoscentes, así como por las relaciones entre las nociones de forma y esencia y el carácter funcional de la palabra. En esta línea descriptiva, el filósofo Constantino Láscaris, descubre en Vincenzi tres etapas: la primera (1915-1928) marcado por talento, pero a su vez por la inmadurez, en este momento destacan obras como Mi Segunda Dimensión y Principios de la Crítica Filosófica; la segunda etapa (1930-1939) dirigido a la búsqueda de su postura filosófica, acá se descubren textos como El caso Nietzsche, El hombre máquina, Marx en la Fragua; y la tercera etapa como momento culminante, donde evidencia una intento de sistematización de su pensamiento en su obra El hombre y el cosmos. Síntesis de una filosofía (1961).

En San José, un 22 de marzo de 1964, don Moisés, aquel hombre “con su frente alta, ojos tristes, y cierta apariencia mediterránea”, como el mismo se describió en una nota a la escritora Carmen Lyra, fallece. Un día después, mediante el Acuerdo 587 de la Asamblea Legislativa costarricense, se declara Benemérito de la Patria. En Guaycará de Golfito, en la provincia de Puntarenas, una Escuela lleva su nombre, el nombre del “joven filósofo”, como diría Brenes Mesén.

La filosofía costarricense adolece de proyección en el ámbito académico. En esta coyuntura es que emerge la tarea de retornar a las raíces de los intelectuales de nuestra patria. Por Filosofía costarricense no me refiero a un contenido de la acción filosófica, no deseo mal interpretaciones, sino más bien al quehacer filosófico desde el aquí y ahora costarricense.

El filósofo costarricense que adhiere a la visión de tiempo como eternidad, como tiempo imperecedero, como infinitud, quebrantando tesis que apuntan al tiempo como mera sincronía. Moisés Vincenzi Pacheco, un pensador preclaro. Don Moisés, un hombre que se encuentra dialogando aún en San José, filosofando en el eterno presente del universo esencial. Quizás en algún momento de la corriente sincrónica del tiempo, desde la academia alguien asuma el reto de sistematizar su obra y plasmar la Summa Vincenziana.

 

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